Desde hace más de dos mil años, Atenas representa mucho más que el nombre de una ciudad en el imaginario occidental. Se considera que en Atenas se inventó la democracia, es decir el régimen institucional y de gobierno más difundido actualmente en el mundo. Este libro reconstruye la historia de la ciudad poniendo en tela de juicio su imagen idealizada, restituyéndola tal como emerge de la riqueza de fuentes de aquella época extraordinaria. Canfora desmonta la máquina retórica acerca de Atenas, demostrando que los críticos más radicales del sistema fueron precisamente los propios atenienses. «Un amplio fresco de la democracia antigua que nos llega en tiempos de grave crisis de los sistemas democráticos contemporáneos» (Massimo Stella, Il Manifesto).
«Una inmersión en los orígenes de la democracia, en la que el lector es guiado por los historiadores antiguos, los autores de tragedias y de comedias, los poetas, los filósofos» (Il Messaggero).
Luciano Canfora
El mundo de Atenas
ePub r1.0
turolero 23.09.15
Título original: Il mondo di Atene
Luciano Canfora, 2011
Traducción: Edgardo Dobry
Editor digital: turolero
Aporte original: Spleen
ePub base r1.2
LUCIANO CANFORA (5 de junio de 1942, Bari, Italia). Filólogo clásico, historiador y ensayista. Es profesor de filología clásica en la Universidad de Bari. Sus numerosos trabajos, sobre todo acerca de Demóstenes y Tucídides, han renovado la visión de aspectos esenciales de la literatura griega. Entre sus obras traducidas al castellano figuran: Una profesión peligrosa. La vida cotidiana de los filósofos griegos (Anagrama), El viaje de Artemidoro, Aproximación a la historia griega, Exportar la libertad. El mito que ha fracasado, Crítica de la retórica democrática, La democracia. Historia de una ideología, Ideologías de los estudios clásicos, La biblioteca desaparecida y Julio César, un dictador democrático.
[927]FGrHist, 76 F 76.
[928]Helénicas, I, 4, 10.
[929] I, 4, 11.
[930] I, 4, 18.
[931] I, 4, 19.
[932] Cfr. Isócrates, Sobre la biga, 4 y 19-20 ; Helénicas, I, 4, 16.
[933]Helénicas, I, 4, 16.
[934]Helénicas, I, 4, 13-20 . Transcribimos aquí el confuso exordio del pasaje: καταπλέοντος δ᾿ αὐτοῦ ὅ τε ἐκ τοῦ Πειραιῶς καὶ ὁ ἐκ τοῦ ἄστεως ὄχλος ἡθροίσθη πρὸς τὰς ναῦς, θαυμάζοντες καὶ ἰδεῖν βουλόμενοι τὸν Ἀλκιβιάδην, λέγοντες [ὅτι] οἱ μὲν ὡς κράτιστος εἴη τῶν πολιτῶν καὶ μόνος [ἀπελογήθη ὡς] οὐ δικαίως φύγοι, ἐπιβουλευθεὶς δὲ ὑπὸ τῶν ἔλαττον ἐκείνου δυναμένων μοχθηρότερά τε λεγόντων καὶ πρὸς τὸ αὑτῶν ἴδιον κέρδος πολιτευόντων. Damos la traducción en las páginas siguientes.
[935] Una justificación más analítica de esta restauración textual, en Revue des Études grecques, 95, 1982, pp. 140-144 .
[936] Hatzfeld, Alcibiades, op. cit., p. 297.
[937] Diodoro, XIII, 69; Plutarco, Alcibíades, 33 (que quizá depende de las Helénicas de Teopompo). Ambos hablan de στρατηγὸς αὐτοκράτωρ.
[938]Helénicas, I, 4, 20.
[939]Helénicas, I, 4, 13 y 17; véase también Tucídides, VIII, 53, 3.
[940]Alcibíades, 34, 7. Recordemos que Tucídides (VII, 1) hablaba de eros que impulsaba a la masa de los atenienses a desear la guerra contra Siracusa.
[941] Aristóteles, Constitución de los atenienses, 22, 3: «Pisístrato, siendo jefe popular, se hizo tirano».
[942] H. Houssaye, Histoire d’Alcibiade et de la République Athénienne, II, Didier, París, 18944, pp. 336-337 . Fritz Taeger, en la revisión (Múnich, 1943) de su Alkibiades de 1925, piensa que las invocaciones de Alcibíades para hacerse «Herrscher» estaban orquestadas provocativamente por sus adversarios «aristócratas» (p. 215). No se entiende por qué. Pero Taeger está fuertemente influido, en la reconstrucción histórica, por los fantasmas del presente.
[943]Helénicas, I, 4, 21.
[944] Tucídides, VIII, 89, 2.
[945] Andócides, I, 16: «Agarista, esposa de Alcmeónides, denunció que en casa de Cármides veneraban los misterios Alcibíades, Axíoco y Adimanto».
[946]Helénicas, I, 5, 16.
[947]Helénicas, I, 5, 17.
[948] De los dos primeros, en el discurso en defensa de los estrategos, Euriptólemo —un pariente cuya sola vista había bastado para asegurar a Alcibíades el regreso— definirá al primero como «partidario mío» y al segundo como «amigo» (Helénicas, I, 7, 16).
[949] V, 220d. Para la identificación de este Arquestrato con el estratego de las Arginusas, cfr. Wilamowitz, Aristoteles und Athen, Berlín, 1893, p. 69, n.º 40. Arquestrato muere durante el bloqueo espartano de Mitilene, por tanto no vio la conclusión de la batalla; lo sustituyó un tal Lisias (Helénicas, I, 6, 30).
[950] Se trata del sexto capítulo completo del libro I de las Helénicas.
[951]Helénicas, I, 7, 15; Platón, Apología de Sócrates, 32b, describe la escena, particularmente colorida, en la que algunos políticos gritan a favor de arrojar a Sócrates de su escaño; en la Apología Sócrates argumenta que la ilegalidad del proceso consistió en juzgar a los imputados en conjunto (ἁθρόους κρίνειν).
[952]Helénicas, I, 7, 2.
[953] IV, 44, 4. Cfr. Helénicas, I, 1, 22.
[954]IG, I2 110 = 13 102 = ML 85.
[955] Demetrio de Falero (FGrHist 228 F 31 ter = III B, p. 744) hablaba directamente de una acusación de hurto contra Erasínides.
[956]Helénicas, I, 7, 1-3 .
[957] A partir de Lisias, XXI, 7.
[958] Walther Schwahn relaciona la estancia de Trasilo en Atenas en el invierno de 411 con el rechazo, en la primavera de 410, de las propuestas espartanas de paz después de Cícico: RE, s.v. Thrasyllos (1936), col. 579, 15-29 .
[959]Helénicas, I, 3, 12.
[960]Helénicas, I, 7, 12.
[961] I, 7, 13.
[962] I, 7, 15. También Sócrates, «padre espiritual» de Alcibíades, descendió al campo en defensa de estos estrategos.
[963] No carece de relevancia el hecho de que, en el relato del juicio que hace Diodoro (un relato sin duda independiente del de las Helénicas, I, 7), precisamente a Diomedonte se le confía un papel central en la autodefensa de los estrategos.
[964]Helénicas, I, 7, 1.
[965]Helénicas, II, 1, 32.
[966] XIV, 38.
[967] Cfr., más abajo, cap. XXVIII, § 4.
[968] Tucídides, II, 65, 12.
[969]Helénicas, II, 1, 25-26 .
[970]Helénicas, I, 7, 35; Diodoro, XIII, 103, 2; cfr. Aristóteles, Constitución de los atenienses, 34, 1.
[971] P. Cloché, « L’affaire des Arginuses», Revue Historique, 130, 1919, pp. 50-51 .
[972] Incluidos los veinte mil esclavos de Tucídides, VII, 27, 5 que se refugiaron en Decelia.
[973] Así J. Beloch, Die Attische Politik seit Pericles, Teubner, Leipzig, 1884, p. 88, n.º 4, quien se ve obligado a sostener sin embargo que la siguiente noticia «murió de hambre» no debe ser tomada al pie de la letra.
[974] Así como ha recogido masas de oraciones antiguas para dar vida a la