• Quejarse

C. S. Lewis - Dios en el banquillo

Aquí puedes leer online C. S. Lewis - Dios en el banquillo texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1979, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

C. S. Lewis Dios en el banquillo
  • Libro:
    Dios en el banquillo
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1979
  • Índice:
    3 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 60
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

Dios en el banquillo: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Dios en el banquillo" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

C. S. Lewis: otros libros del autor


¿Quién escribió Dios en el banquillo? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Dios en el banquillo — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Dios en el banquillo " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
Esta colección de ensayos tiene en común con las demás obras de C S Lewis el - photo 1

Esta colección de ensayos tiene en común con las demás obras de C. S. Lewis el hecho de ser un libro arrojado y valiente, sutil y afilado, que expresa lo trascendente con claridad de mediodía. Es éste uno de los grandes logros de Lewis: hacer coexistir, en buena armonía, la sencillez y el rigor, la transparencia y la precisión al hablar de temas como los milagros, la relación ciencia-fe, la Redención o el destino final del hombre.

Pero Dios en el banquillo es también una obra única por su juiciosa doctrina moral y su razonada defensa de la Ley Natural. Frente a ciertas «éticas» formales, utilitaristas e indoloras, que son como hojas arrancadas de una rama, faltas de savia y vitalidad porque carecen de fundamento, Lewis presenta la moral cristiana como una bocanada de aire fresco.

C S Lewis Dios en el banquillo ePub r10 Tellus 110813 Título - photo 2

C. S. Lewis

Dios en el banquillo

ePub r1.0

Tellus11.08.13

Título original: God in the dock

C. S. Lewis, 1979

Traducción: José Luis del Barco

Editor digital: Tellus

ePub base r1.0

Notas I Milagros 1942 En toda mi vida sólo he conocido una persona que - photo 3

Notas
I. Milagros (1942)

En toda mi vida sólo he conocido una persona que dijera haber visto un espíritu. Era una mujer, y lo interesante es que antes de verlo ella no creía en la inmortalidad del alma, y sigue sin creer después de haberlo visto. Piensa que fue una alucinación. En otras palabras, ver no es creer. Esto es lo primero que hay que aclarar al hablar de los milagros. No consideraremos milagrosa ninguna experiencia que podamos tener, sea la que sea, si de antemano mantenemos una filosofía que excluye lo sobrenatural. Cualquier suceso que se considera milagro es, a la postre, una experiencia recibida por los sentidos, y los sentidos no son infalibles. Siempre podremos decir que hemos sido víctimas de una ilusión. Si no creemos en lo sobrenatural, eso es lo que diremos en todos los casos.

Acerca de si realmente los milagros se han acabado o no, parecería, ciertamente, que habrían terminado en Europa Occidental cuando el materialismo se convirtió en credo popular. Pero no nos equivoquemos. Aunque el fin del mundo se presentara con los adornos reales del Libro de la Revelación, continuaría por siempre, hasta en el mismo lago, considerando su experiencia como una ilusión y encontrando la explicación en el psicoanálisis o en la patología cerebral. La experiencia por sí misma no prueba nada. No hay experimento que pueda resolver la incertidumbre de una persona que duda si está soñando o despierto, pues el mismo experimento puede formar parte del sueño. La experiencia prueba esto o aquello o nada. Depende de la concepción previa que tengamos.

El hecho de que la interpretación de la experiencia dependa de concepciones previas se usa a menudo como argumento contra los milagros. Se dice que nuestros antepasados, que daban por supuesto lo sobrenatural y estaban ansiosos de milagros, atribuían carácter milagroso a sucesos que no lo eran realmente. En cierto sentido estoy de acuerdo. Es decir, creo que así como nuestras concepciones previas podrían impedirnos percibir si realmente han ocurrido milagros, las de nuestros antepasados podrían haberlos conducido a ellos a imaginarse milagros incluso cuando no habían ocurrido. De igual forma, el hombre lelo creerá que su esposa es fiel cuando no lo es, y el suspicaz no creerá que es fiel aunque lo sea. El problema de la infidelidad de la esposa, si es que existe, se debe resolver sobre otros fundamentos.

Pero a menudo se dice algo sobre nuestros antepasados que no debemos decir. No debemos decir «creían en los milagros porque no conocían las leyes de la naturaleza». Esto no tiene sentido. Cuando San José descubrió que su esposa estaba encinta, «resolvió repudiarla en secreto». No se habrían asustado de no haber conocido las leyes de la naturaleza y saber que esto era una excepción. Si un hombre no tuviera la menor idea del orden regular de la naturaleza, no podría percibir, evidentemente, desviaciones de ese orden, como el zopenco que no entienda la métrica normal de un poema no se enterará tampoco de las variaciones que el poeta introduzca en él. Nada es admirable salvo lo que se sale de la norma, y nada se sale de la norma mientras no comprendemos la norma. La completa ignorancia de las leyes de la naturaleza impediría percibir lo milagroso, como lo impide el completo escepticismo sobre lo sobrenatural, e incluso más todavía, pues mientras que el materialista tendría al menos que dar explicaciones para rechazar los milagros, el hombre completamente ignorante de la naturaleza ni siquiera los percibiría.

La experiencia de un milagro requiere dos condiciones. En primer lugar, hace falta creer en una estabilidad normal de la naturaleza, es decir, debemos admitir que los datos ofrecidos por los sentidos se repiten siguiendo pautas regulares. En segundo lugar, es preciso creer en la existencia de alguna realidad más allá de la naturaleza. Cuando se tienen esas dos creencias, no antes, podemos acercarnos con mente abierta a los varios informes que aseguran que esa realidad sobrenatural o extranatural ha invadido y alterado el contenido sensorial del espacio y el tiempo del mundo «natural». La creencia en la realidad sobrenatural no puede ser demostrada ni refutada por la experiencia. Los argumentos que prueban su existencia son metafísicos y, para mí, son conclusivos. Se apoyan en el hecho de que, incluso para pensar y actuar en el mundo natural, es preciso suponer algo situado más allá de él y dar por sentado que nosotros pertenecemos hasta cierto punto a ese algo. Para pensar, es preciso reclamar para el razonamiento una validez difícil de admitir si el pensamiento es meramente una función del cerebro y el cerebro un subproducto de procesos físicos irracionales. Para obrar por encima del nivel de los impulsos, debemos reclamar una validez semejante para nuestros juicios sobre el bien y el mal. En ambos casos obtenemos el mismo inquietante resultado. El concepto de naturaleza es alargado tácitamente cuando exigimos una especie de estado sobrenatural para nosotros.

Si aceptamos sinceramente este punto de vista y nos volvemos después a los testimonios, descubriremos que los informes de lo sobrenatural nos salen al encuentro por todos lados. La historia está llena; aparecen a menudo incluso en los mismos documentos de los que hemos admitido en todas partes que no relatan milagros. Misioneros respetables nos informan de ellos con frecuencia. La Iglesia de Roma afirma que han ocurrido de continuo. La conversación íntima sonsaca a casi todas las personas conocidas al menos un episodio en su vida de esos que llamarían «extraños» o «misteriosos». La mayoría de las historias de milagros no son nada fidedignas. Pero así son, como puede comprobar cualquiera leyendo los periódicos, la mayoría de las historias de todos los sucesos. Las historias se han de estimar por sus méritos.

Lo que no podemos hacer es excluir lo sobrenatural como única explicación posible. Podemos no creer en la historia de los ángeles de Mons, una persona imparcial estará del lado de los ángeles. A menos que comencemos con una petición de principio, no hay nada intrínsecamente inverosímil en la existencia de ángeles ni en la acción que se les atribuye. Pero los ratones, precisamente, no hacen cosas así.

Sin embargo, buena parte del escepticismo sobre los milagros de Nuestro Señor ahora en boga no procede de la incredulidad en la existencia de una realidad más allá de la naturaleza, sino de dos ideas respetables pero, a mi juicio, equivocadas. En primer lugar, el hombre moderno siente una aversión casi estética por los milagros. Aun admitiendo que Dios pudiera hacerlos, duda que quisiera. Que Dios viole las leyes que Él mismo ha impuesto a su creación le parece arbitrario y chapucero, un recurso teatral adecuado sólo para impresionar a salvajes, un solecismo contra la gramática del universo. En segundo lugar, mucha gente confunde las leyes de la naturaleza con las leyes del pensamiento y cree que anularlas o suspenderlas sería una contradicción en los términos, como si la resurrección de entre los muertos fuera del mismo género que dos y dos son cuatro.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Dios en el banquillo»

Mira libros similares a Dios en el banquillo. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Dios en el banquillo»

Discusión, reseñas del libro Dios en el banquillo y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.