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C. S. Lewis - Lo eterno sin disimulo

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C. S. Lewis Lo eterno sin disimulo
  • Libro:
    Lo eterno sin disimulo
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1970
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Lo eterno sin disimulo: resumen, descripción y anotación

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Prefacio

Nadie podrá decir jamás «creo recordar un encuentro con C. S. Lewis». Estoy seguro de esto desde aquella vez en que Lewis me llevó a la primera reunión con los Inklings, el 10 de junio de 1963. Fue aquí, en Oxford, y a los pocos minutos de la reunión —con nuestros galones en la sala principal de El Cordero y la Bandera—, incluso los que se hallaban en las mesas cercanas dejaron de hablar para escucharle. La charla de Lewis, rica en ideas, en ortodoxia y en sentido común, fue mejor de lo que yo había esperado oír jamás. Recuerdo también lo que me enseñó que dijera y la claridad con que me indujo a expresarlo. Nada de esto es jactancia. Pienso en aquéllos a quienes he conocido y cuya conversación se vuelve clara e ingeniosa a medida que nosotros parecemos absurdos y estúpidos. Con Lewis, uno quería dar lo mejor de sí, y él siempre hacía que eso fuera posible.

Pronto conmemoraremos el veinticinco aniversario de la muerte de Lewis. Durante este cuarto de siglo he hablado y me he carteado con miles de personas que admiran sus libros teológicos. La mayoría no había ni siquiera nacido cuando Lewis vivía, de manera que ahora hay tres generaciones que leen sus escritos. Me parece que todos gozan de una experiencia notablemente similar a la de aquéllos que conocieron a Lewis, pues sus libros se parecen mucho a su conversación, tanto en el tono como en el contenido. En cualquier caso, siguen haciendo posible que los lectores —tanto si conocieron al autor como si no— logren entender mejor la fe cristiana y exponerla con claridad.

Es una pena que no todos se alegren de ello. La capacidad de Lewis para razonar con rigor y escribir con lucidez sobre el cristianismo, está provocando numerosas protestas de diferente procedencia. Si los libros de alguien llegan a ser muy conocidos, criticarlos se convierte en una moda. Creo que en parte puede deberse a que, cuando todas las cosas se han dicho ya, es más fácil atraer la atención atacando. Sin embargo, como sucede con la mayoría de las modas, el afán de desacreditar puede convertirse también en un círculo cerrado. Algunos críticos actuales, en su furia, califican a Lewis como «popular», «sencillo» y «tradicional», como si ésos fueran defectos espantosos.

Seguramente tenga interés histórico recordar que esos tres epítetos ya se le lanzaron a Lewis cuando aún vivía. Como puede verse en las notas a pie de página, algunos de los ensayos del presente libro se escribieron para responder en una controversia, o inducidos por ella. La «Réplica al Dr. Pittenger» es la respuesta más cuidadosamente pensada y razonada que Lewis escribió para replicar a un escrito extraordinariamente grosero y que sólo pretendía desacreditar. Recuerdo bien el revuelo que causó la publicación —en The Christian Century del 1 de octubre de 1958— del trabajo del reverendo Dr. Norman Pittenger. «Apologeta versus apologista», crítica hacia C. S. Lewis como «defensor de la fe». Una de las acusaciones del Dr. Pittenger decía que Lewis «es un hombre de mundo que pretende ser realmente muy sencillo, y si la Iglesia ha afirmado algo que está en las Sagradas Escrituras, y está para ser creído, él lo considera como la última palabra». Bien, pues eso es cierto. No se puede negar que Lewis tenía un alto concepto tanto de las Sagradas Escrituras como de la Iglesia, y no había ostentación en su creencia sencilla en que el Evangelio es «esencialmente eterno». No era necesario —y tampoco deseable— incluir en este libro la «Crítica» del Dr. Pittenger, pues la «Réplica» de Lewis aclara respecto a qué cuestiones pensaba el Dr. Pittenger que Lewis era demasiado popular, sencillo y tradicional.

De vez en cuando, incluso quienes deberían preocuparse más que los modernos, no pueden «entrar en relación» con la claridad de expresión de Lewis. Por ejemplo, un editor americano me dijo hace poco que deseaba poder introducir en los escritos de Lewis palabras como «epistemológico», «simplista», «contraproducente» y «síndrome», pues pensaba que le podrían proporcionar un necesario barniz de «modernidad». Lewis respondió a este sin sentido en la carta que sigue a su «Réplica», y en la cual dice que «cualquier necio puede escribir en un lenguaje erudito. La verdadera prueba es el lenguaje común».

Nosotros, los miembros de la Sociedad C. S. Lewis de la Universidad de Oxford, hemos aprendido mucho acerca de la cautelosa aceptación de los libros de Lewis en uno de los muchos países extranjeros donde sus obras están en traducción. El Dr. Gisbert Kranz, fundador de la Sociedad Alemana Inklings, en Aquisgrán, leyó una comunicación en la Sociedad el 23 de septiembre de 1986. Tras mencionar que ahora las conferencias sobre Lewis son seguidas en Alemania por más de ochocientas personas, el Dr. Kranz explica por qué en este país tardaron tanto tiempo en aceptar a Lewis:

«El primer ensayo de Lewis que apareció en Alemania representaba un tipo de razonamiento no muy estimado en este país. Además, lo había escrito en un estilo tan claro, que estaba expuesto a la sospecha de superficialidad, pues un libro que deba impresionar a los engreídos alemanes tiene que estar escrito en un estilo intrincado, lleno de términos técnicos polisílabos y difíciles de entender, o sea, una mezcla de Heidegger y Hegel, los dos filósofos más ilegibles del mundo. Cuando, dos años después, apareció el segundo ensayo filosófico de Lewis en una edición alemana, tuvo que ir acompañado por un epílogo en el que se defendía la sencillez de estilo de un libro filosófico».

Finalmente, antes de mencionar los ensayos de esta recopilación, considero que se debería conceder a Lewis una última palabra en relación con su controversia con el Dr. Pittenger. Durante la época en que fui miembro de la casa de Lewis, hablábamos sobre la Crítica y la Réplica. Esto nos llevó a considerar el mandato de Nuestro Señor: «Id por el mundo y predicad el Evangelio a todas las criaturas». «¿Nos habría dado Nuestro Señor esa orden, me decía Lewis, si pensara que nos era imposible cumplirla?».

Es, ciertamente, descorazonador comprobar cuánta gente en el mundo no ha oído todavía el Evangelio. Aun así, la defensa que Lewis hace de la fe es tan clara y memorable que no es probable que nadie diga jamás «creo haber leído algo de C. S. Lewis».

De una amplia colección de escritos titulada Undeceptions (1971) se ha seleccionado ya dos libros de bolsillo, Dios en el banquillo, y Primeras y segundas cosas. Todos los ensayos que forman Lo eterno sin disimulo, menos uno, se han extraído también de Undeceptions, aunque antes de ser incluidos ahí, habían aparecido previamente en otras partes.

(1) «Apologistas cristianos», publicado por primera vez en Undeceptions, fue leído en una asamblea de sacerdotes anglicanos y líderes juveniles, en la Conferencia de Carmarthen para Líderes Juveniles y Clero Joven, durante la Pascua de Resurrección de 1945.

(2) «Respuestas a cuestiones sobre el cristianismo» lo publicó por primera vez, en forma de folleto, la Asociación Cristiana de Industrias Musicales y Eléctricas, en Hayes, Middlesex (1944).

(3) «Por qué no soy pacifista» se leyó en una sociedad pacifista de Oxford, en 1940. Lewis hizo una copia del manuscrito para su antiguo discípulo y amigo George Sayer, y yo tengo que agradecer al Sr. Sayer que me haya proporcionado una reproducción. El ensayo fue incluido, en una edición aumentada, en la obra de Lewis El peso de la gloria y otros discursos, publicada en Nueva York el año 1980 por Macmillan Publishing Co. Sin embargo, ésta es la primera vez que se publica en Gran Bretaña «Por qué no soy un pacifista».

(4) «El dolor de los animales: un problema de Teología» apareció originalmente en The Month, Vol. CLXXXIX (febrero de 1950), pp. 95-104. Le estoy muy agradecido a la señorita M. F. Matthews por permitirme incluir la parte de esta amable disputa del fallecido Dr. C. E. M. Joad.

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