Camille David - La ONU

Camille David, 2016

Traducción: Laura Bernal Martín

Editor digital: Titivillus

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Este libro es una guía práctica y accesible para saber más sobre la ONU, que le aportará la información esencial y le permitirá ganar tiempo.

En tan solo 50 minutos, usted podrá:

• Profundizar en el contexto en el que surge la necesidad de crear la ONU, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y de la Sociedad de Naciones.

• Descubrir los objetivos y los principios de la ONU, descritos en la Carta de las Naciones Unidas, y la estructura que compone a la organización.

• Analizar el papel de la ONU a nivel mundial en todos sus ámbitos de actuación, así como el de sus organismos, y el impacto de su creación en el mundo.

Camille David

Una organización en el punto de mira

En 50 minutos
Historia - 0

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Titivillus 12-05-2020

• ¿Cuándo? Ratificación de la Carta de las Naciones Unidas el 24 de octubre de 1945
• ¿Dónde? En San Francisco (Estados Unidos)
• ¿Actor principal? Franklin D. Roosevelt, hombre de Estado americano (1882-1945)
• ¿Repercusiones?
  • Establecimiento de operaciones de mantenimiento de la paz
  • Control nuclear
  • Contribución al bienestar económico y social

La Organización de las Naciones Unidas es una institución ineludible en la escena mundial que se sitúa regularmente en el punto de mira. No es posible contar el número de intervenciones dirigidas por la ONU en todo el mundo: operaciones de negociación de paz, envío de Cascos Azules para lograr el cese de los combates, asistencia humanitaria en un país sacudido por un seísmo, coordinación de la ayuda sanitaria en caso de epidemia… Sin embargo, esta institución no siempre tiene buena prensa y, a veces, es objeto de críticas relativas a su ineficacia en la resolución de ciertos conflictos. En cuanto a su estructura, es juzgada arcaica e inadaptada a las realidades y a los desafíos actuales, hasta el punto de que en ocasiones se cuestiona la propia existencia del organismo.

La ONU, cuyos orígenes se remontan a la Sociedad de Naciones creada en 1919, no es reciente: nace como consecuencia de los estragos provocados por la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) con una voluntad profunda y común de crear un mundo mejor. Fundada el 24 de octubre de 1945 con la entrada en vigor de la Carta de las Naciones Unidas, la organización responde a las aspiraciones de sus Estados miembros, que quieren disponer de un espacio de diálogo político de escala global para impedir una nueva guerra, así como para solucionar los numerosos problemas generados por esta. Su estructura y su funcionamiento reflejan la nueva relación de fuerzas internacional que se establece tras el año 1945. Las repercusiones de la creación de la ONU son muy importantes: aún hoy en día, numerosos organismos dependen de ella. Con el fin de la Guerra Fría y la aparición de nuevos desafíos para la humanidad, el campo de actuación de la institución no ha dejado de extenderse. Pero ¿sigue hoy en día teniendo razón de ser?

La Organización de las Naciones Unidas no es el primer organismo de vocación mundial dotado de múltiples competencias que nace en el siglo XX. Sucede a otra institución creada en 1919, fruto del primer conflicto mundial: la Sociedad de Naciones (SDN).

La idea de crear este tipo de institución procede del presidente estadounidense en funciones durante la Primera Guerra Mundial, Thomas W. Wilson (1856-1924). En su programa, llamado «Los catorce puntos de Wilson», proponía crear un organismo mundial responsable de la paz para evitar que volvieran a repetirse los horrores de la Gran Guerra. El Pacto de la SDN es firmado por 42 países fundadores, la mayoría de entre los cuales había participado en el conflicto.

Según el Pacto, la organización tiene tres objetivos:

• prevenir las guerras según el principio de seguridad colectiva;
• hacer que se respete el derecho internacional gracias a la creación en 1922 de una Corte Permanente de Justicia Internacional, y resolver los conflictos mediante la negociación y el arbitraje;
• mejorar la calidad de vida global de la sociedad.

En cuanto al funcionamiento de la SDN, está garantizado por una Asamblea General en la que se reúnen todos los Estados miembros, un Consejo compuesto por nueve miembros (cinco permanentes —Reino Unido, los Estados Unidos, Francia, Italia y Japón—, y cuatro no permanentes elegidos por la Asamblea General), y un Secretariado encargado de la gestión administrativa de la organización.

¿Sabías que…?

La Sociedad de Naciones aporta un importante cambio en la filosofía diplomática: pretende que la negociación colectiva sustituya a la diplomacia secreta. Antes, las relaciones internacionales se gestionaban mediante tratados, misiones diplomáticas y congresos, pero ninguno tenía como objetivo ser permanente. Así pues, la idea de Wilson es crear una organización duradera que se encargue de suavizar las tensiones internacionales. Para ello, sienta las bases de un principio novedoso, el de la seguridad colectiva. A partir de ahora, cada Estado considera que la seguridad de uno es asunto de los demás, porque compromete la seguridad de todos. De esta forma, los países deciden mediante un acuerdo común responder juntos a las amenazas y a los ataques contra uno de ellos. De ahora en adelante, el principio de acción colectiva implica que cada país tiene que estar listo para tomar las armas por otro, y a hacerlo con rapidez.

Aunque la idea de la SDN es valiente y novedosa en cuanto a su concepción de las relaciones diplomáticas, resulta ser un fracaso. En septiembre de 1939, Alemania y la Unión Soviética invaden Polonia, lo que precipita al mundo entero a la Segunda Guerra Mundial. La Sociedad de Naciones fracasa en su papel de garante de la paz: se muestra incapaz de prevenir el aumento del poder del nazismo y de impedir las agresiones de los países del Eje (Alemania, Italia y Japón) durante el período de entreguerras.

Son muchos los motivos de este fracaso. En primer lugar, la Sociedad de Naciones no puede apoyarse en un ejército propio y, por lo tanto, la aplicación de sus decisiones está sometida al antojo de las grandes potencias. La mera autoridad moral de la organización no basta para obligar a uno de sus miembros a obedecer. Por otra parte, no todos los países forman parte de ella, como los Estados Unidos —que, sin embargo, fueron los que instigaron su creación— o la Unión Soviética bolchevique, que no se suma a la SDN hasta 1934. Con la ausencia de estos dos actores clave, la defensa de los principios de la SDN recae sobre Reino Unido y Francia que, habiendo optado por una política de apaciguamiento, no están seguras de querer recurrir a la fuerza para imponerse. Además, como la adhesión no es una condición sine qua non para desempeñar un papel importante en la escena mundial, a los Estados les resulta sencillo entrar y salir de la SDN a su antojo, sin ser marginados de la diplomacia. Por consiguiente, importantes potencias deciden simplemente abandonar el organismo, que no está en consonancia con sus aspiraciones expansionistas y nacionalistas: es el caso de Japón y de Alemania en 1933, y más tarde de Italia, en 1937.