Título original: Instructions for British Servicemen in Germany, 1944
Comité Político de Guerra, 2005
Traducción: Cora Tiedra García
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
NOTA DEL EDITOR INGLÉS
El apartado de Palabras y frases se reproduce de forma abreviada.
PREFACIO
Nueve meses y medio después del Día D, treinta mil soldados británicos cruzaron el Rin como parte integrante del asalto aliado a Alemania. Ya en mayo de 1943 se había sugerido que se distribuyera entre las tropas algún tipo de guía escrita sobre cómo debían contrarrestar las opiniones de los alemanes con los que podían entrar en contacto en tanto parte de un ejército de ocupación, y, tras extensos debates, el resultado fue este panfleto.
Como el panfleto anterior Instrucciones para los soldados británicos en Francia (también reeditado por la Bodleian Library), el objetivo era instruir a los soldados en una serie de temas que incluían la historia alemana, el carácter nacional, la política, la cultura, la comida, la bebida, la moneda y la lengua, así como explicar la situación actual, incluido el efecto de la guerra en Alemania y las opiniones alemanas sobre los británicos. Había, sin embargo, una diferencia crucial. Mientras que el objetivo subyacente del otro panfleto había sido hermanar a dos aliados que, aunque no siempre habían mantenido la mejor de las relaciones durante la guerra, tenían en común muchos objetivos y valores, en esta ocasión el objetivo principal era blindar a los soldados contra los efectos de la propaganda, así como restringir al mínimo el contacto entre ocupantes y ocupados.
Quienes lo elaboraron eran plenamente conscientes de que, tras la Primera Guerra Mundial, el ejército británico de ocupación en Alemania había fracasado en su intento de erradicar la abrumadora tendencia al militarismo y la conquista que ellos percibían en la historia de Alemania. También lo eran de la influencia que tenía la propaganda nazi en la población alemana, y creían harto necesario que las tropas británicas supieran cómo contrarrestarla. Esto les condujo a tres conclusiones principales: que los alemanes, ya fueran o no miembros del Partido Nazi, debían ser considerados responsables de la guerra; que los alemanes tenían «mucho que desaprender», y que no podía haber confraternización alguna entre los ocupantes y los ocupados. Como se afirma en el panfleto, su enfoque era que «no habrá brutalidad alguna en la ocupación británica, pero tampoco habrá indulgencia o sentimentalismo». El mariscal de campo Montgomery se hizo eco de ello en su mensaje a las tropas: «El enemigo derrotado deberá poner en orden sus asuntos… También deberá pagar por la guerra, que era obra suya… Debemos tratar de ser inteligentes en la conquista. Del mismo modo que fuimos fuertes en la batalla, seremos justos en la paz». Resulta por lo tanto evidente desde el principio que el tono de este panfleto es notablemente distinto respecto a los publicados anteriormente. Aquéllos fueron elaborados para dar a conocer los países amigos a los soldados aliados, y aunque sus intenciones eran serias, tenían también un tono bastante desenfadado. Hay muy poco que pretenda ser desenfadado en el texto que aquí se presenta.
El tono general del panfleto alcanza su mayor crudeza en la Nota de Seguridad del final: «Los alemanes deben seguir siendo considerados enemigos peligrosos hasta que se haya cerrado el Acuerdo de Paz definitivo y hasta que la ocupación de Alemania haya concluido». Gran parte del texto estaba dedicada, por tanto, a advertir a los soldados de que no sintieran piedad hacia los alemanes. Esta cuestión aparece en el primer párrafo del prólogo:
Verás mucho sufrimiento en Alemania, y muchas cosas te inspirarán piedad. Quizá también te encuentres con que muchos alemanes, al menos en apariencia, parecen bastante agradables, y que incluso tratarán de acogerte como a un amigo.
Esto tal vez te induzca a pensar que han aprendido la lección y que no necesitan más lecciones. Pero recuerda esto: los alemanes tienen mucho que desaprender.
También tienen mucho que expiar.
El folleto continúa luego con la afirmación de que «el pueblo alemán en su conjunto no puede eludir gran parte de la responsabilidad», y que incluso la conspiración contra Hitler no fue una revuelta contra «la barbarie de los métodos de Hitler, sino únicamente contra su falta de éxito». La confraternización entre las tropas británicas y los civiles alemanes fue prohibida por el Alto Mando Aliado al principio, aunque, como se dice en el folleto, «probablemente haya ocasiones en que tendrás que tratar con ellos, y por este motivo es necesario que sepas algo sobre el tipo de gente que son». Más adelante, las normas se relajaron un tanto, autorizando primero las conversaciones en la calle, y permitiendo un grado mucho mayor de contacto social después, si bien las tropas siguieron teniendo prohibido oficialmente casarse con mujeres alemanas.
Resulta interesante comparar este panfleto con la película informativa Tu tarea en Alemania, emitida más o menos por las mismas fechas. La produjo el Ejército estadounidense, pero fue también exhibida para las tropas británicas y para las de otros países aliados que estaban a punto de entrar en Alemania. Adopta una actitud aún más dura si cabe hacia la población alemana, sean o no civiles. Hay, por ejemplo, un énfasis similar en la historia alemana. En un punto se afirma: «Puede que veas paisajes espectaculares. No te dejes engañar. Estás en un país enemigo. Permanece alerta, sospecha de cualquiera. No corras riesgos. Te enfrentas a algo más que a un paisaje turístico. Te enfrentas a la historia alemana. No es nada bueno».
La película hace referencia a las agresiones alemanas de 1870, 1914 y 1939, y entonces asevera: «El ansia de conquista de los alemanes no ha desaparecido. Solamente está oculta… Puede volver a ocurrir. Ésa es la razón por la que estás ocupando Alemania, para imposibilitar otra guerra». Y entonces se prevenía a las tropas una vez más contra la confraternización: «La confraternización significa hacer amigos. El pueblo alemán no es nuestro amigo. No te relacionarás con ningún hombre, mujer o niño alemanes». Durante un tiempo en torno a diciembre de 1944, los soldados aliados podían incluso ser multados con la nada desdeñable suma de 16 libras por confraternizar con el enemigo.
Más de sesenta años después, y tras un largo periodo de paz en Europa durante el cual Alemania y Gran Bretaña han sido aliados y socios en la OTAN y en la Unión Europea, estas advertencias resultan harto curiosas, y cabría pensar que había mucho más que ganar a largo plazo alentando la confraternización entre los soldados y la población civil alemana, que advirtiéndoles de lo contrario. Y, de hecho, hay pruebas del descontento de muchos civiles y líderes militares británicos del momento hacia esta postura. El famoso epígrafe de Churchill al final de su Historia de la Segunda Guerra Mundial —«En la guerra, determinación; en la derrota, resistencia; en la victoria, magnanimidad; en la paz, conciliación»— deja entrever que tenía una visión del futuro más amplia y humana que los autores de las Instrucciones; y el mariscal de campo Montgomery, a pesar de la firmeza de su mensaje a los soldados en septiembre de 1945, escribió más tarde en sus memorias que «si alguna vez tuviéramos que reeducar a la población alemana, sería buena idea mezclarnos con ellos libremente y enseñarles nuestros criterios de libertad y de responsabilidad individual».