ABRAZADOS
POR EL
ESPÍRITU
Las bendiciones desconocidas
de la intimidad con Dios
C HARLES R.
SWINDOLL
S i usted se siente verdadera y plenamente realizado en su vida espiritual, rara vez frustrado y rara vez insatisfecho, este libro no es para usted. No hay necesidad de que siga leyendo.
Sin embargo, si anhela, de la misma manera que me sucede a mí, una relación más íntima e ininterrumpida con el Dios viviente, en la que usted y él están «sincronizados», y en la que con regularidad percibe su presencia y experimenta su poder, recorramos juntos las páginas siguientes.
La mayoría de las personas, junto a las que se sientan en la iglesia, viven con un temor constante y persistente de que se están perdiendo de algo en su andar como creyente. Su fe intelectual está intacta, pero su intimidad con Dios brilla por su ausencia. Nadie puede discutir con ellos en cuanto a lo que creen, pero hace mucho tiempo que su corazón no se conmueve con fe renovada. Lo que empeora aun más el cuadro es que hace años que no exploran nada nuevo en la Palabra de Dios. Y para evitar que se los califique de «raros», se mantienen alejados de cualquier cosa relacionada con el Espíritu Santo. No se adentre demasiado en dicha senda para evitar que lo rotulen de «emocional» o de «caer en error».
Yo digo que eso es trágico. Si usted es uno del vasto número de cristianos que nunca han conocido el gozo, el puro éxtasis, de andar más íntimamente con Dios; pese a saber que había más, mucho más … es mi esperanza que estas páginas lo atraigan, le calmen los temores, le animen a quedar más apretadamente envuelto en su abrazo. Comprendo lo que ha estado atravesando y le doy la bienvenida como compañero peregrino que está cansado de una existencia estéril, improductiva y previsible. ¡La promesa de Jesús de una «vida abundante» sin duda incluye más que eso!
A la mayoría de nosotros nos intriga el Espíritu Santo. Al igual que una polilla con una lámpara, su brillante calidez nos atrae. Es nuestro deseo acercarnos más, conocerle íntimamente. Anhelamos entrar en nuevas y estimulantes dimensiones de su obrar y, sin embargo, nos detenemos. Titubeamos … temerosos de equivocarnos o de ser mal interpretados. Me consta que ese era antes mi caso, y sospecho que usted a menudo se siente igual.
He descubierto que con frecuencia una de las mejores maneras de atraer las respuestas correctas es comenzar con las preguntas acertadas. Quizá eso fue lo que en primera instancia me atrajo a un libro encantador que se titula Cartas que los niños le escriben a Dios.
Una niñita llamada Lucy le preguntó a Dios: «Querido Dios: ¿Eres verdaderamente invisible, o se trata de un simple truco?».
Norma preguntó: «Querido Dios: ¿Era tu intención que la jirafa tuviera ese aspecto, o fue un accidente?».
Una de mis preferidas la preguntó Nan: «Querido Dios: ¿Quién traza las líneas alrededor de todos los países?».
Anita le inquirió: «Es cierto que mi padre no entrará al cielo si usa en la casa las palabras que usa en el juego de bolos?».
¡Cómicos, encantadores, inocentes … y sumamente perspicaces! ¿Acaso no lucha usted de vez en cuando con preguntas similares?
Guardé la pregunta de Seymour para el final: «Querido Dios: ¿Por qué hiciste todos esos milagros en la antigüedad y no haces ninguno en la actualidad?».
¿Acaso eso es verdad? Sin duda puede parecer cierto. «Querido Dios: ¿Se han acabado todas esas cosas grandes y poderosas? ¿Hasta allí llegó el ministerio del Espíritu? ¿Hemos llegado al fin de su presencia significativa y de su obrar poderoso?».
Dichas preguntas son válidas. He aquí algunas más que exigen una respuesta. Exploraremos cada una de manera más detallada en nuestra travesía juntos:
• ¿Quién es el Espíritu Santo?
• ¿Por qué necesito al Espíritu?
• ¿Qué significa ser lleno del Espíritu?
• ¿Cómo sé que me guía el Espíritu?
• ¿Cómo me libra del pecado el Espíritu?
• ¿Puede impulsarme hoy el Espíritu?
• ¿Sana el Espíritu en la actualidad?
• ¿Cómo puedo conocer —verdaderamente experimentar— el poder del Espíritu?
Exploraremos las respuestas a cada una de dichas preguntas en los capítulos siguientes al descubrir personalmente las razones verdaderas por las que necesitamos al Espíritu. También aprenderemos el increíble cambio que puede obrar en la manera de conducir nuestra vida en forma personal.
Durante mis años de crianza, mis años en el seminario inclusive, me mantuve a una distancia prudente de la mayoría de las cosas relacionadas con el Espíritu Santo. Me enseñaron a ser cauteloso, que lo estudiara desde cierta distancia doctrinal, sin entrar de manera muy íntima en ninguno de los ámbitos de su obrar sobrenatural. La explicación del Espíritu era una cosa aceptada y fomentada, no así el experimentarlo. El abrazarlo era impensable. Hoy lamento esto. He vivido lo suficiente y ministrado con la amplitud necesaria como para darme cuenta que el acercarme a él no solo es posible, sino que es precisamente lo que Dios quiere.
Mi gran esperanza en estas páginas es que pueda distanciarme del fragor de la batalla teológica que analiza y critica, y acercarme silenciosa e íntimamente a Aquel que fue enviado para ponerse a la par y brindar ayuda. Él ansía capacitarlo a usted y a mí con su presencia dinámica. Está dispuesto y tiene la capacidad de cambiar nuestra actitud, dar calidez a nuestro corazón, mostrarnos cómo y dónde andar, consolarnos en nuestras luchas, fortalecernos en los lugares débiles y frágiles de nuestra vida y textualmente revolucionar nuestro peregrinaje desde este planeta al paraíso. La transformación interior es su especialidad.
Francamente, se trata de un libro más para el corazón que para la cabeza.
Lo invito a ingresar a la travesía a un nivel personal. Otros estudios pueden hallarse que aborden dicho tema a un nivel más cognitivo, prestando atención a matices teológicos, e investigando cada detalle de manera exhaustiva. Sin embargo, en nuestro recorrido conjunto de las páginas siguientes, en lugar de confinar al Espíritu de Dios a un estante de biblioteca, invitémoslo al cuarto. El Espíritu de Dios fue enviado, en última instancia, a ser partícipe de nuestra vida cotidiana … a ser experimentado de manera íntima. Dios tuvo la intención de que nuestra relación fuera cercana, creciendo en profundidad y proximidad.
Nunca olvide lo siguiente: Al Espíritu Santo le interesa transformarnos de adentro para fuera. Su proximidad hace que esto se ponga en acción. Él obra de docenas de maneras diferentes, algunas de ellas sobrenaturales. A él le interesa mostrarnos la voluntad del Padre. Está listo para proporcionarnos la dinámica necesaria para experimentar satisfacción, gozo, paz y contentamiento a pesar de nuestras circunstancias. El abrazar al Espíritu nos brinda la perspectiva correcta para entrar en dichas experiencias (y en tantas otras). ¿Acaso no es hora de que eso se convierta en realidad?
Lo invito a que me acompañe y haga la travesía conmigo. No hay nada que temer, solo grandes gozos por descubrir al seguir su guía.
Charles R. Swindoll
Frisco, Texas
Verano 2010
¿Q UIÉN ES EL E SPÍRITU S ANTO?
U no de mis momentos más inolvidables ocurrió cuando tenía unos diez años. Mi padre sirvió a nuestro país durante la Segunda Guerra Mundial en una planta en nuestra ciudad, construyendo todo tipo de equipos interesantes para los enormes tanques, aviones de caza, y bombarderos que nos defendían en tierras lejanas. Papá trabajaba largas horas, poniéndole mucho esfuerzo. Como consecuencia sufrió un colapso físico, seguido de un trauma emocional que dejó a todos perplejos, incluyendo a los médicos.