DESAFIO A SERVIR
© 1983 EDITORIAL CARIBE
P.O. Box 141000
Nashville, TN 37214-1000
Publicado originalmente en inglés con el título de
IMPROVING YOUR SERVE
Copyright © 1981 por Charles R. Swindoll
Publicado por Word, Inc.
Waco, TX 76796 E.U.A.
Versión castellana: M. Francisco Liévano R.
ISBN 978-0-88113-322-6
ISBN 978-0-71802-405-5 (eBook)
Reservados todos los derechos.
Prohibida la reproducción total o parcial, ya sea mimeografiada o por otros medios, sin la previa autorización escrita de la Editorial Betania.
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas fueron tomadas de la Versión Reina-Valera, revisión de 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas Unidas.
E-mail: caribe@editorialcaribe.com
www.caribebetania.com
Dedicatoria
Con mucho aprecio, dedico este libro a
Helen de Peters
y
Beverly Peters,
un equipo de madre e hija cuyo servicio difícilmente pudiera mejorarse.
A causa de la ayuda eficiente y abnegada de ellas, entre bastidores, mi esposa y yo hemos reído más y nos hemos preocupado menos.
INDICE
Durante más de dos años me ha intrigado un versículo bíblico que se halla en el relato que Marcos nos ofrece de la vida de Jesús. Algunas veces, este versículo me ha perseguido y me ha declarado culpable. En otras ocasiones me ha animado. Cuando lo he usado como base para evaluar el liderato, por lo general, he quedado a la vez sorprendido y sobresaltado. Muy a menudo, la verdad de este versículo está notablemente ausente de la vida diaria. Y entre aquellos que esperaríamos verla mejor demostrada —la comunidad cristiana— no es raro hallar que raras veces se demuestra.
¿Cuál es el versículo? Marcos 10:45:
Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
¿Cuál es la verdad? La auténtica condición de un siervo.
Lea usted de nuevo el versículo, esta vez en alta voz. Cuando Jesús se tomó tiempo para explicar la razón por la cual vino a estar entre nosotros, lo hizo de una manera simple y directa: para servir y dar. No para ser servido. No para apoderarse del puesto más destacado. No para ganar buen nombre, ni para atraer la atención, ni para tener éxito, ni para ser famoso, ni poderoso, ni idolatrado. Muy francamente, no; esas fruslerías lo contrariaban. El mundo del primer siglo estaba lleno y rebosante de dogmáticos que tenían gran fuerza de voluntad. Se podía comprar una docena de autoridades a un precio muy barato (como siempre). Había Césares y Herodes y gobernadores y otros pomposos tipos competidores en abundancia. Algunos, como los fariseos, los saduceos y los escribas, con quienes Jesús chocó desde los primeros días de su ministerio, usaban aun la religión como palanca para controlar a los demás. ¿Pero había siervos? Quiero decir, ¿había personajes auténticos que genuinamente se entregaban a sí mismos, sin que les preocupara quién recibiría la gloria? ¡No se hallaban!
Pero antes que nuestras lenguas comiencen a dar chasquidos y nuestras cabezas a menearse a causa de aquellos individuos, a través del túnel del tiempo, antes de dedicarnos a criticar al mundo romano por su presunción y arrogancia, tenemos alguna tarea que poner al día en nuestro tiempo. La asombrosa comprensión de este hecho, a lo largo de dos años, me obligó a detenerme y pensar seriamente en lo que significa ser siervo. Eso no quiere decir que nunca había oído tal palabra, o que no la había estudiado de vez en cuando... pero sinceramente, nunca había hecho el esfuerzo consciente de examinar el concepto del servicio, ni en la Biblia, ni en la vida diaria. Ciertamente, yo no había sido un modelo de siervo; para vergüenza mía tengo que admitirlo. Francamente, aún estoy luchando. Eso de servir y dar no es algo que viene naturalmente. ¡La vida altruista es un arte!
El beneficio que he recibido como resultado de mi investigación de dos años no se puede describir con palabras. El dedo del Espíritu de Dios me llevó de pasaje en pasaje en la Biblia. Luego, me proveyó percepción en la interpretación, una percepción que está fuera de mi capacidad, y finalmente me ayudó a aplicarme los principios que surgieron de las páginas de su Libro. Con notable regularidad, el Señor encendió las luces sobre aquellas esferas que habían estado oscuras en mi pensamiento a través de toda mi vida cristiana. Las grandes piedras que habían bloqueado mi visión y mi avance fueron empujadas hacia un lado. El discernimiento comenzó a tomar el lugar de la ignorancia. Eso de llegar a ser siervo comenzó a ser algo bello, sí, esencial; y no algo horrible y fatal. No sólo tuve el deseo de este conocimiento para mí mismo (proceso que aún continúa), sino que quise compartir con otros lo que Dios me estaba indicando.
Simplemente, eso fue lo que hice. Domingo tras domingo prediqué con mi corazón abierto a la congregación más educable y receptiva de que jamás pudiera disfrutar un pastor. La serie creció y pasó del púlpito de la Primera Iglesia Evangélica Libre de Fullerton, California, a nuestros amigos en todo el mundo que oyen nuestros programas radiales Insight for Living (Discernimiento para la vida) día tras día. También he hablado sobre este tema en colegios universitarios cristianos, seminarios, banquetes, y en otras reuniones en iglesias, en programas radiales y en conferencias cristianas. Casi sin excepción, los que han oído estos mensajes me han animado a que escriba un libro que comunique este material en forma escrita.
Mientras yo procuraba decidirme, Floyd Thatcher, vicepresidente y director editorial de la casa publicadora Word Books, me expresó un sincero interés en el tema, y me invitó a publicar estos capítulos que usted está a punto de leer. Expreso ampliamente mi gratitud a Floyd tanto por su visión como por su determinación de hacer que este sueño se convirtiera en una realidad. Su contagioso entusiasmo fue como pedernal que continuamente dio la chispa que yo necesitaba para permanecer en la tarea de escribir mis pensamientos.
Y para usted, estimado lector, agregaré sólo un comentario final. Este es un libro para aplicarlo. Usted no tiene que ser un individuo brillante ni dotado para poner en práctica las verdades de este libro en su vida. Pero usted tiene que querer hacerlo. Para que la tinta de estas páginas pueda transferirse permanentemente para un cambio, primero en su pensamiento y luego en su vida, tiene que haber un espíritu dispuesto que diga: “Señor, muéstrame... enséñame... ayúdame... a servir y dar”. Si permite que ésa sea su actitud, el proceso mediante el cual llega a ser más parecido a Cristo mismo será mucho más suave, mucho más rápido y mucho menos doloroso.
Charles R. Swindoll
Fullerton, California
La idea de llegar a ser un siervo me parecía errónea o fatal. Ahora comprendo que la rechazaba a causa de que el concepto que yo tenía de siervo era algo que estaba entre un esclavo africano llamado Kunta Kinte, de la película Raíces, y los millares de obreros migratorios que, en el tiempo de la cosecha, llegan a trabajar en las tierras de cultivo de los Estados Unidos de América. Las dos clases representaban la ignorancia, eran objeto de maltrato, tenían una vulgar ausencia de dignidad humana, y eran el epítome de muchas de las cosas a las cuales se opone el cristianismo.
Esta imagen mental me desalentaba por completo. En mi cabeza había una caricatura de una criatura que virtualmente no tenía voluntad ni propósito en la vida... encorvada, abrumada de espíritu, sin estima de sí misma, sucia, arrugada y cansada. Usted me entiende, cierta clase de mula humana que, con un suspiro, se arrastra y camina pesadamente por los largos callejones de la vida. Por favor, no me pregunte por qué; pero ésa era la idea que me venía cada vez que oía la palabra
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