Esto es para ti, Cynthia.
Después de más de cincuenta años de estar juntos en esta jornada, compartiendo por igual las tristezas y luchas, así como también los logros y placeres, mi compromiso contigo es más fuerte que nunca, mi respeto a ti es más grande que nunca, y mi amor por ti es más hondo que nunca.
C ualquier matrimonio que ha durado tanto como el nuestro incluye a otros—muchos otros—que han desempeñado papeles significativos en nuestras vidas. Primero, Cynthia y yo tenemos que agradecer a nuestros padres, Leslie y Laverne Parker y Earl y Lovell Swindoll, por sus matrimonios duraderos. Al criarnos en nuestros respectivos hogares paternos observamos lo que ellos modelaron y que los mantuvo unidos. Hasta hoy mi esposa y yo a menudo recordamos muchas de esas cualidades y reconocemos la influencia poderosa que ejercieron en nosotros. Cuán agradecidos estamos por nuestros padres fieles. Todos cuatro ya están con el Señor.
Además, ha habido la influencia de nuestros cuatro hijos, ya adultos, y sus respectivos matrimonios. Hemos aprendido numerosas lecciones y recibido muchas nociones muy útiles de todos ellos, y de sus relaciones con sus respectivos cónyuges. Nuestro amor por cada uno de ellos no tiene límites.
También han habido maestros, mentores, colegas y todos nuestros maravillosos amigos que han contribuido tanto con el correr de los años … demasiados para mencionarlos uno por uno. Su estímulo y creencia en nosotros nos han ayudado, de muchas maneras, a perseverar, a soportar los días que bordeaban en lo insoportable, y a disfrutar y celebrar lo mucho más que fue una delicia y diversión.
En cuanto a la decisión en particular de escribir este libro tengo que agradecer al editor, David Moberg de W Publishing Group, por su fuerte estímulo, así como también a Mark Gaither, mi yerno, por sus excelentes habilidades editoriales y ayuda. Debo reconocer a Mary Hollingsworth y su excelente personal de Shady Oaks Studio de Fort Worth, por darle los toques finales a este volumen en inglés, haciéndolo a la vez atractivo y presentable.
Finalmente, a mi novia ya por cincuenta y un años, madre de nuestros cuatro hijos, mi fiel y dedicada compañera en el ministerio, y la que me conoce y me entiende, y con todo me ama más que cualquier otra persona en el planeta; ¿qué más podría decir?
¡Mi agradecimiento de corazón para todos ustedes!
E l 18 de junio de 1955 se casaron dos personas muy jóvenes. Él acababa de cumplir los veinte; ella tenía sólo dieciocho años.
Apenas siete días después de haber salido juntos por primera vez, él estaba convencido de que ella era “la mujer de sus sueños,” así que le pidió que se case con él. Aunque ella tenía sólo dieciséis años para entonces, y todavía en el penúltimo año de secundaria, la jovencita dijo que sí. Un poco más de dieciocho meses después, se casaron y empezaron juntos una jornada que ha durado más de cinco décadas a la fecha. ¡Y qué jornada que ha sido! Cuatro hijos casados, al presente cada uno frisando más de treinta o cuarenta años, y diez nietos que van desde uno que está en segundo grado de primaria hasta uno que acaba de graduarse de la universidad, forman su familia.
¿Quién habría adivinado, allá a mediados de la década de los cincuenta, todo lo que les habría sucedido a ellos y entre ellos … y quién pudiera haber imaginado todas las vidas que ellos tocarían y todas las cosas asombrosas que experimentarían en el transcurso de esos cincuenta y más años? El hecho de que los dos sigan juntos es lo más asombroso de todo; ¡y sólo debido a la gracia de Dios!
A estas alturas usted ya ha adivinado que mi esposa y yo somos esa pareja original.
Mirando hacia atrás a estos muchos años de matrimonio, como lo hacemos de cuando en cuando, Cynthia y yo a menudo suspiramos y a veces sonreímos. Contrario a la opinión popular, no hemos estado exentos de los vientos tormentosos de la vida. Para hacer las cosas incluso un mayor reto, ni ella ni yo hemos sido personas con quien es fácil vivir. A decir la verdad, nuestro matrimonio literalmente ha tocado los extremos: de sobrevivir a prosperar. Pero la buena noticia es que, ¡lo hemos logrado hasta ahora! Mucho de eso se debe a que hemos hallado algunas de las cosas que hacen que un matrimonio funcione, y las hemos aplicado tan a menudo como ha sido posible.
Se me ocurrió que algunas de esas cosas que hemos aprendido valen la pena decirlas; y de allí surgió este libro. Si es de ayuda, me sentiré agradecido. Por favor, comparta con otros lo que usted lee. Si no le ayuda, lo lamento. Por favor, guárdeselo sólo para usted. Detestaría pensar que he empeorado un matrimonio débil.
—C HUCK S WINDOLL
Frisco, Texas
I magínese por unos momentos que usted es un Rip van Winkle moderno. Usted está disfrutando de una vida relativamente normal a mediados de la década de los sesenta, viviendo en su casa con su esposa a su lado, así como con sus hijos, todos menores de diez años. La vida es buena, y sin embargo una sutil intranquilidad ocasionalmente perturba su paz. Después del caos del asesinato de Kennedy, Washington ha vuelto a su pelea acostumbrada con Lyndon Johnson como el trigésimo sexto presidente de los Estados Unidos de América. Todo está tranquilo en Cuba y la Unión Soviética por el momento, pero esa problemática escaramuza en el suroeste de Asia parece estar empeorando.