La historia del pensamiento es un instrumento imprescindible para el conocimiento de los pueblos ya que, al fin y a la postre, el espacio característico de la historia del pensamiento es parte inseparable del marco de la historia en general. En este sentido, las amplias y documentadas referencias que poseemos acerca de la historia del Toledo medieval resultarán insuficientes si no se presta la atención debida a las aportaciones relacionadas con el conocimiento de lo concerniente a la gestación y desarrollo del acontecer cultural, filosófico y científico del Toledo de la Edad Media.
Serafín Vegas González
La Escuela de Traductores de Toledo
en la historia del pensamiento
ePub r1.0
Titivillus 06.11.16
Título original: La Escuela de Traductores de Toledo en la historia del pensamiento
Serafín Vegas González, 1998
Ilustración de cubierta: Copia manuscrita (ss. XIII-XIV) de la traducción toledana del Fons Vitae
Editor digital: Titivillus
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Notas
[1]Vid, acerca de ello, Vegas González, S., Toledo en la historia del pensamiento español renacentista (Toledo, 1985) pp. 11-16.
[2] En su conocida obra sobre la Escuela de traductores de Toledo. Tolède, grande ville de la renaissance médiévale. Point de jonction entre les cultures musulmane et chrétielnne. Le circuit de la civilisation méditerranéenne (Oran, 1944).
[3] Todavía en 1953, Manuel Alonso animaba a los estudiosos a «lograr finalidad tan patriótica» (subr. nuestro) como la de editar las traducciones de Juan Hispalense: cfr. «Juan Sevillano. Sus propias obras y traducciones», en Al-Andalus, 18, 1953, pág. 49.
[4] En su Historia de los heterodoxos españoles (vol. VII de la Edición Nacional de las Obras Completas de Menéndez Pelayo, Santander. 1947, pág. 173), escribía el polígrafo montañés: «con harto dolor hemos de confesar que debemos a un erudito extranjero las primeras noticias sobre los escritores que son asunto de este capítulo, sin que hasta ahora haya ocurrido a ningún español no ya ampliarlas. sino reproducirlas y hacerse cargo de ellas. El eruditísimo libro en que Jourdain reveló la existencia de lo que él llama «Colegio de Traductores Toledanos» apenas es conocido en España, con haberse impreso en 1843». De hecho, fue en 1819 cuando apareció en París la célebre obra de A. Jourdain. Recherches critiques sur l’âge et l’origine des traductions d’Aristote et sur des commentaires grecs ou arabes employés par des docteurs scolastiques. Una segunda edición, con revisiones y ampliaciones notables, de esta obra fue luego publicada en París, en 1843, corriendo su edición a cargo de Ch. Jourdain, al que Menéndez Pelayo confunde con Amable Jourdain.
[5] Ello hace tanto más destacable el interés con que siguen siendo examinadas en nuestro tiempo las aportaciones que en su día ofrecieron historiadores y filósofos medievalistas tan apreciados universalmente como pueden ser el Padre Alonso o Millás Vallicrosa. Lo triste del caso es que, probablemente, no se trata más que de la excepción que confirma la regla a la que estamos aquí aludiendo. Baste pensar. en efecto. que un estudio relativamente reciente sobre los traductores toledanos medievales (el de José S. Gil La Escuela de Traductores de Toledo y sus colaboradores judíos, Toledo. IPIET, 1985), aparte de haber sido gestado en Universidades norteamericanas, sigue estando enfrascado en interpretaciones que desde hace tiempo los autores foráneos han dejado de lado. Puede también recordarse aquí que la tesis doctoral que el P. Rivera de Ventosa dirigió en torno a la obra de Gundisalvo (publicada por la Universidad Pontificia de Salamanca, en 1988, bajo el título de El pensamiento filosófico de Domingo Gundisalvo) fue obra no de un español, sino, ni más ni menos, que de un ¡japonés!, el Profesor Noboru Kinoshita.
[6] Cfr: Minio-PaluelIo, L., Opuscula. The Latin Aristotle (Amsterdam, Adolf M. Hakkert, Publ., 1972) pp. 503 ss. Nuestros más recientes manuales, en efecto, de historia de la filosofía y de la ciencia siguen siendo, por lo general, una muestra evidente de cómo nuestros historiadores y filósofos no parecen tener grandes reparos en continuar repitiendo afirmaciones referidas a la Escuela de traductores de Toledo que desde hace años han venido siendo desmentidas por el avance de las investigaciones que se han venido gestando más allá de nuestras fronteras. Una muestra de aquellos injustificables tópicos, especialmente en lo concerniente a la historiografía científica y filosófica, puede verse en la aportación de José S. Gil al Coloquio internacional de Cassino (15-17 de Junio de 1989): vid. The Translators of the Period of D. Raymundo: Their Personalities and Translations (1125-1187), en Hamesse, J. Fattori, M., eds., Rencontres de cultures dans la philosophie médiévale. Traductions et traducteurs de l’antiquité tardive au XIVe. siècle (Louvain-la-Neuve-Cassino, 1990) pp. 109-119.
[7] Atendiendo al planteamiento de Ch. M. Haskins, en su The Renaissance of Twelth Century (Cambridge, Mass., 1924); 2.ª ed., 1927, reprod. en 1960 y en 1968. Vid., sobre esta caracterización del renacimiento cultural del siglo XII, Benson, R. L.-Constable, G. eds., Renaissance and Renewal in the Twelfth Century (Cambridge, Harvard University Press, 1982); Luseombe, D. E.-Evans, G. R., «The Twelfth Century Renaissance», en Burns, J. H., ed., The Cambridge History of Medieval Political Thought (c. 350-c. 1450) (Cambridge, 1988) pp. 306-338. Un interesante examen de esta cuestión puede encontrarse en Van Moos, P., «Das 12. Jahrhundert. Einer «Renaissance» oder ein «Aufkliirungszeitalter»?», en Mittellateinisches Jahrbuch, 23, 1988, pp. 1-10.
[8]Cfr. Stifel, T., The Intellectual Revolution in Twelfth-Century Europe (London, Croom Helm, 1985).
[9]Cfr. Vegas González, S., Historia del pensamiento castellano-manchego (Toledo, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 1988), pág. 32.
[10] La equivocidad a la que aludimos puede rastrearse remontándonos al trabajo presentado por A. Jourdain al concurso convocado, en 1815, por la Académie des Inscriptios et Belles Lettres sobre el tema de las traducciones medievales de la filosofía y de la ciencia griegas y su influencia en la constitución del pensamiento occidental medieval. El estudio presentado por A. Jourdain para tal ocasión (y que aparecería publicado en 1819) superó las expectativas creadas, dejando en un muy segundo plano la lista de las traducciones medievales que, a partir de las investigaciones de Renaudot, había establecido la Bibliotheca Graeca. de Fabricius (ed. de 1793) y haciendo que la Escuela de Toledo y su labor traductora pasara a ocupar un puesto central en el marco de la historia de la filosofía medieval. Para ello. A. Jourdain consagró la calificación de «escuela» (collège) en lo referente a la producción traductora del Toledo medieval, mezclando indiscriminadamente la acepción amplia y la restringida de aquel término. El éxito alcanzado por aquel trabajo de A. Jourdain (las Recherches historiques…, o. c.) impuso de inmediato la aplicación de «escuela», en su doble acepción, a los diferentes movimientos traductores de la Europa medieval.