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Christian Jacq - El enigma de la piedra

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Christian Jacq El enigma de la piedra
  • Libro:
    El enigma de la piedra
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2017
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El enigma de la piedra: resumen, descripción y anotación

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El llamamiento a los vivos

Toda persona que viaja a Egipto con la loable intención de visitar las magníficas tumbas de Saqqara y de Tebas, debería conocer este texto, que con frecuencia se halla inscrito en un muro exterior de la capilla y que está dirigido a los vivos:

Amón señor de Karnak He aquí un breve texto que los visitantes de los grandes - photo 1

Amón señor de Karnak He aquí un breve texto que los visitantes de los grandes - photo 2
Amón, señor de Karnak

He aquí un breve texto que los visitantes de los grandes templos de Karnak y Luxor podrán distinguir fácilmente en los muros:

La traducción del obelisco de la plaza de la Concordia El obelisco que se alza - photo 3

La traducción del obelisco de la plaza de la Concordia El obelisco que se alza - photo 4

La traducción del obelisco de la plaza de la Concordia

El obelisco que se alza en la plaza de la Concordia (23 m de altura y 227 toneladas de peso aproximadamente) procede del templo de Luxor, en el Alto Egipto.

Se encontraba delante del pilón, lado oeste, que señalaba la entrada al lugar santo. El pilón estaba flanqueado por dos obeliscos, el segundo de los cuales ha permanecido en su lugar de origen.

El traslado del obelisco desde Luxor hasta París se debe a Jean-François Champollion (1790-1832), genial descifrador de la lengua jeroglífica y salvador del genio faraónico.

En 1829, mientras se encontraba en Egipto, Champollion tuvo noticias de que los ingleses querían comprar varios obeliscos al todopoderoso señor de Egipto, Mehmet-Alí. Se iniciaron conversaciones. El egiptólogo se transformó en hombre de negocios.

Para salvar al menos uno de los obeliscos de Luxor, que consideraba como una obra maestra amenazada de destrucción, Champollion propuso, por la suma de 300.000 francos, trasladar el monolito de Luxor a París. Levantar un monumento semejante en la capital de Francia se correspondía con el deseo manifestado por Napoleón y era conforme al honor nacional.

Las autoridades francesas y egipcias se pusieron de acuerdo y aprobaron la elección de Champollion, que dio a conocer sus condiciones: que el hombre encargado de llevar a buen término esta empresa no fuese un erudito sino un arquitecto de espíritu práctico.

Poco antes de la partida de Champollion hacia Francia, en noviembre de 1829, Mehmet-Alí confirmó al padre de la egiptología que el obelisco que había escogido iría a París. El barón Taylor, enviado por Carlos X, llegó a Alejandría en 1830 para cerrar el trato. Puesto que las relaciones franco-egipcias corrían el riesgo de deteriorarse, decidió no perder tiempo. Una vez entregado el dinero a Egipto, un ingeniero, Jean-Baptiste Apollinaire Lebas (1797-1873), se encargó del traslado.

Se construyó un barco especial, el Luxor, que partió de Tolón en abril de 1831 y salió de Egipto con su precioso cargamento en abril de 1833. Atracó de nuevo en Tolón tras una travesía de cuarenta días.

Pero el obelisco sólo sería depositado en París, vía Cherburgo, a fines de diciembre de 1833, y hasta el 25 de octubre de 1836 no sería erigido en la plaza de la Concordia, en presencia de una multitud de unos doscientos mil curiosos. Hasta el último momento, Lebas temió lo peor. Al ver que las cuerdas de un extremo amenazaban con romperse, un espectador, cuya identidad se desconoce, lanzó la orden: «¡Mojad las cuerdas!». La operación tuvo éxito y la aguja de piedra se levantaría, para su segundo nacimiento, bajo el cielo de París.

El obelisco de la Concordia es el monumento más antiguo de París. Consagrado por Rameses II, convierte a éste, «el faraón triunfante», en el más antiguo protector de la capital.

En la lengua sagrada de los antiguos egipcios, «obelisco» se dice TEJEN. El término es sinónimo de «protección», «defensa». La gran aguja de piedra tiene por función perforar las nubes y dispersar las fuerzas negativas que siempre amenazan con acumularse, bajo la forma de tormentas visibles o invisibles, por encima del templo.

El primer obelisco de todos y su modelo fue el de la ciudad santa de Heliópolis, «la ciudad del pilar», centro espiritual de Egipto.

Bajo el Imperio Antiguo, poco después de la época de las grandes pirámides de Guiza, fue construida en el paraje de Abu-Gorab, al norte de Saqqara, un templo del Obelisco. Bajo el Imperio Nuevo, el más famoso de los obeliscos fue erigido en Karnak-Este. Se trataba del más alto conocido, que actualmente se encuentra en Letrán, Roma. Por regla general, los obeliscos se erigían por parejas y servían para proteger mágicamente el templo. Era tal su fama que su traslado comenzó en la Antigüedad. Hay obeliscos en Roma (récord del mundo: 13), en Estambul, Nueva York, Londres y París.

Cada lado del obelisco presenta una escena grabada sobre la base del piramidión y tres columnas de texto vertical.

El piramidión es el remate del obelisco. Simboliza la piedra de los orígenes, que emergió del océano primordial en la primera mañana del universo. Estaba recubierto de oro, metal del que los egipcios afirmaban que era la «carne de los dioses».

Hay que destacar que los nombres de Rameses II están inscritos en «cartuchos», óvalos alargados que terminan en un nudo y que evocan el universo sobre el que el faraón ejercía su poder.

Lado Campos Elíseos

El piramidión

La escena representa al faraón realizando la ofrenda del vino a Amón, el principio oculto.

Palabras pronunciadas por Amón-Re, señor de los tronos de las Dos Tierras (la totalidad de Egipto).

Palabras que hay que pronunciar: te doy toda coherencia.

Palabras que hay que pronunciar: te doy toda la grandeza de corazón.

Textos inscritos encima del rey:

El dios perfecto, el señor de las Dos Tierras, User-Maat- Re, Rameses amado de Amón, el que está dotado de vida, como la luz divina (Re), eternamente.

Textos que comentan el gesto de la ofrenda:

Dar el vino a Amón-Re.

Texto vertical de la izquierda, mirando al obelisco:

El Horus

El toro poderoso, de poder abundante, soberano vigoroso por su poder, que se adueña victoriosamente de todo país extranjero.

El rey del Alto y del Bajo Egipto, User-Maat-Re, el elegido de Re.

El hijo de Re:

Rameses amado de Amón. Viene hacia él todo país extranjero, cargado con sus productos.

El rey del Alto y del Bajo Egipto, User-Maat-Re, el elegido de Re.

El hijo de Re, Rameses amado de Amón, que viva eternamente.

Texto vertical central, mirando al obelisco:

El Horus:

El toro poderoso, amado de Maat.

El que protege a Egipto, el que se adueña de las regiones extranjeras.

El Horus de oro:

Rico en años y en grandes triunfos.

El rey del Alto y del Bajo Egipto:

User-Maat-Re, príncipe de los príncipes, semilla de Atum y que forma con él un único ser para erigir su realeza sobre la tierra, eternamente, a fin de proveer de alimentos vitales el templo de Amón. Así ha actuado ritualmente para él el hijo de Re, Rameses amado de Amón.

Que viva eternamente.

Texto vertical a la derecha, mirando al obelisco:

El Horus:

Toro poderoso, amado de Re, el que gobierna, de gran furor y gran poder, el que hace temblar toda región por su prestigio.

El rey del Alto y del Bajo Egipto, User-Maat-Re, el elegido de Re.

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