Álvaro Cunqueiro - Viajes imaginarios y reales
Aquí puedes leer online Álvaro Cunqueiro - Viajes imaginarios y reales texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1986, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:
Novela romántica
Ciencia ficción
Aventura
Detective
Ciencia
Historia
Hogar y familia
Prosa
Arte
Política
Ordenador
No ficción
Religión
Negocios
Niños
Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.
- Libro:Viajes imaginarios y reales
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:1986
- Índice:5 / 5
- Favoritos:Añadir a favoritos
- Tu marca:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Viajes imaginarios y reales: resumen, descripción y anotación
Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Viajes imaginarios y reales" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.
Viajes imaginarios y reales — leer online gratis el libro completo
A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Viajes imaginarios y reales " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.
Tamaño de fuente:
Intervalo:
Marcador:
Leyendo a Álvaro Cunqueiro todo se resuelve en viajar, pues él es amable guía, propicio siempre a conducirnos por los inabarcables territorios de su sabiduría e imaginación. «Viajamos con nuestras imaginaciones y recuerdos», escribe, «y lo que vamos creando o soñando son memorias y nostalgias. Quizá sea verdad que el fin último de toda cultura es la invención y la melancolía». Si así fuera, tendríamos que reconocer en Cunqueiro al hombre culto por excelencia, incomparable en el arte de fundir un insólito caudal de conocimientos a un talante cordial y humanístico, que hace de sus artículos piezas ejemplares de precisión y amenidad.
El viaje entendido como recorrido de la fantasía, el viaje entendido como experiencia intelectual, cobra en el gran polígrafo gallego una envergadura extrovertida, deliciosamente extravagante, y ello sin caer nunca en la erudición, pues, como el propio Cunqueiro escribe, «yo no soy un erudito, por eso pido perdón si alguna vez me encuentran como tal; a mí lo que me gusta es contar llano y seguido, fantástico y sentimental a la vez; lo que pasa es que a veces está uno distraído».
Álvaro Cunqueiro
ePub r1.0
Titivillus 19.07.17
Álvaro Cunqueiro, 1986
Selección: César Antonio Molina
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
ÁLVARO CUNQUEIRO. Nació en 1911 en Mondoñedo (Lugo). Fue uno de los escritores más grandes de nuestro siglo tanto en castellano como en gallego, durante muchos años dirigió el Faro de Vigo y colaboró toda su vida, con artículos de toda índole, en varias revistas españolas.
Al fallecer, en 1981, dejó tras de sí novelas como Las crónicas del Sochantre (Premio nacional de la Crítica en 1959), Merlín y familia , Cuando el viejo Simbad volviera a las islas , Las mocedades de Ulises , Un hombre que se parecía a Orestes (Premio Nadal en 1968) y La vida y las fugas de Fanto Fantini , así como ensayos gastronómicos y una infinidad de crónicas sobre todo aquello con lo que alimentaba cada día su insaciable curiosidad.
El viaje fue quizás una de las primeras manifestaciones o consecuencias de la pérdida del Paraíso. El castigo más inmediato a causa de la desobediencia del mandato divino. J. García Mercadal afirma que ésta es una de las más remotas actividades de los hombres. El viaje, en sus diferentes y múltiples acepciones semánticas, significa la búsqueda de un cambio interior permanente a través de la variabilidad continua de nuestro entorno. De alguna manera la expulsión de ese útero materno provocó en el individuo la pérdida de sí mismo como medida de lo inmenso. Gastón Bachelard escribe en este sentido: «en cuanto estamos inmóviles, estamos en otra parte; soñamos en un mundo inmenso. La inmensidad es el movimiento del hombre inmóvil». Pero cómo permanecer inmóvil, verdadero estado de aproximación a aquella felicidad perdida, si el viaje, a decir de C. G. Jung, es la manifestación simbólica de la insaciabilidad de un deseo ante su reiterado desencuentro.
La culturización del éxodo, también huida violenta, fue la de entender el viaje como transformación vital, punto iniciático, salida al encuentro de la luz desde el rincón oscuro del castigo. Todo ello se realizó paralelamente a la modificación habitual de las estaciones.
La mayoría de los medios que se utilizan para llevarlo a cabo, pueden intercambiarse simbólicamente con la gruta, la casa, o lo que Bachelard denomina «morada íntima» o «nuestro rincón del mundo». Elíade hace un parangón entre cuerpo-casa-cosmos. La casa constituye, por tanto, «entre el microcosmos del cuerpo humano y el cosmos, un microcosmos secundario, un término medio cuya configuración iconográfica es, por eso mismo, muy importante en el diagnóstico psicológico y psicosocial». Esa idea de la casa, del refugio primero, de la cuna, se traslada a la barca, el carro, o más contemporáneamente al automóvil o el avión, porque otra de las cosas que sacralizan un lugar es su «cierre».
Todo viaje de vivos es un poco un viaje de fantasmas. Bachelard incluso observa en esta manifestación uno de los arquetipos más claros de la muerte. Uno de los pueblos navegantes por excelencia, los fenicios, surcaban constantemente la ruta de Menfis. Allí se iniciaban en el conocimiento de los hierofantes sagrados. Pensaban que así tendrían los suficientes conocimientos como para leer en El Libro de los muertos el viaje a ultratumba. El viaje siempre está amenazado por ese accidente, por la presencia de lo desconocido que nos arrojaría fuera de esa reconstrucción del receptáculo primigenio.
El viajero entonces, en la mayoría de los casos, es un peregrino, o como Álvaro Cunqueiro lo denomina (se autodenomina) en sus artículos, un pasajero. Una de las definiciones más clásicas del mismo nos la ofrece Dante Alighieri, quien, en sus obras, es uno de los autores que más referencias hace del camino de Compostela. Para el autor de La Divina Comedia, el peregrino podría clasificarse de dos formas. En un sentido amplio lo sería todo aquel que «está fuera de su patria». En un sentido más concreto, el título de peregrino sólo lo ostentarían aquellos que iban camino de la «Casa» del Apóstol Santiago, o retornaban de ella.
Si, como hemos visto, parece ser que la mayoría de los estudiosos coinciden en que nuestra patria inicial es el claustro materno, «la vida no es más que la separación de las entrañas de la tierra, la muerte se reduce a un retorno al hogar». Todo ser nacido es, de por sí, un pasajero que deambula camino de su principio-fin, al menos temporal. El autor de esta definición del peregrino, a diferencia de otros coterráneos suyos que acudieron casi de inmediato a este nuevo omphalos, no estuvo nunca en este Finisterre (Dante utiliza además una serie de creencias típicamente jacobeas tales como la costumbre de llamar «Galassia» a la Vía Láctea, el itinerario celeste que conduce directamente a la tumba apostólica. A través de ella se guía a los peregrinos durante la noche, quello bianco cerchio che il volgo chiama la vía di Santo Jacopo. En este sentido es muy interesante consultar el libro de Paolo Caucci, Las peregrinaciones italianas a Santiago, Porto y Cía Editores, 1971). Sin embargo, en el «Paraíso», Canto XXV, evoca el coro de los apóstoles rodeando el trono de Dios. Una luz vibra con especial hálito sobre uno de ellos y Beatrice, susignoray guía, piena de letizia, le dice:
mira, mira: ecco il barone
per cui la giù si visita Galizia.
La traducción de Ángel Crespo es la siguiente:
Después hacia nosotros vino un fuego
de la esfera en que estuvo la primicia
de los nuncios de Cristo; y, con sosiego,
la dama mía, y llena de leticia,
me dijo: «Mira, mira: está llegando
el barón por el cual se va a Galicia».
Pero en este viaje del peregrino habría que ver cuál es el elemento sustitutorio del simbolismo claustral, pues el protagonista de éste es fundamentalmente un caminante ajeno a cualquier medio de locomoción que no sea el de sus propios músculos. Las conchas cumplen esta función. Son la manifestación, para Elíade, de lo acuático, de la sed, del conocimiento, de la fertilidad. Bachelard escribe: «La imaginación no solamente nos invita a volver a nuestra concha para vivir en ella el verdadero retiro, la vida arrebujada, la vida replegada sobre sí misma, todos los valores del reposo».
Tamaño de fuente:
Intervalo:
Marcador:
Libros similares «Viajes imaginarios y reales»
Mira libros similares a Viajes imaginarios y reales. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.
Discusión, reseñas del libro Viajes imaginarios y reales y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.