Elaine Pagels - Adán, Eva y la serpiente
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- Libro:Adán, Eva y la serpiente
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:1998
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Adán, Eva y la serpiente: resumen, descripción y anotación
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Adán, Eva y la serpiente — leer online gratis el libro completo
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La profesora Pagels, ayudada por una beca MacArthur (1980-85), escribió «Adán, Eva y la serpiente: Sexo y política en la antigua cristiandad», que examina el mito de la creación y su rol en el desarrollo de actitudes sexuales en el cristianismo occidental. Documenta el cambio en la historia cristiana cuando los cristianos empezaron a concentrarse en un significado de la historia del Génesis que acentuaba la pecaminosidad de la naturaleza humana y la sexualidad.
En los «Los Evangelios Gnósticos» y «Adán, Eva y la serpiente», Elaine Pagels examina la forma en que las mujeres han sido vistas en la historia del cristianismo, por tanto estos textos han sido importantes en el estudio femenino de la religión.
Elaine Pagels
Sexo y política en la antigua cristiandad
ePub r1.1
Rusli 01.09.14
Título original: Adam, Eve, and the Serpent. Sex and Politics in Early Christianity
Elaine Pagels, 1998
Traducción: Teresa Camprodón
Editor digital: Rusli
ePub base r1.1
A nuestro querido hijo Mark,
que durante seis años y medio
alegró nuestras vidas con su presencia
(26 de octubre de 1980-10 de abril de 1987)
Este libro se basa en una investigación originalmente publicada, en su mayor parte, en revistas especializadas (citadas en nota al principio de cada capítulo), y que he revisado con el fin de hacerla más accesible a un público más general. Durante los ocho años de investigación y redacción he consultado a muchos eruditos y amigos. Estoy particularmente agradecida a los que han leído el original completo y me han ayudado con sus correcciones, críticas y aliento: Thomas Boslooper, Peter Brown, Elizabeth Clark, Linda Hess, Martha Himmelfarb, Bentley Layton, Wayne Meeks, William Meninger, O. C. S. O., Alan Segal, S. David Sperling y Robert Wilken; y a los que me han brindado sus comentarios y críticas sobre algunas secciones de este libro mientras se estaba gestando, en especial a Harry Attridge, Glen Bowersock, Bernadette Brooten, Mary Douglas, Theodor H. Gaster, John Gager, Marilyn Hartan, Dennis MacDonald, Birger Pearson, Gilíes Quispel, Morton Smith y Lewis Spitz. Helmut Koester, en otro tiempo mi director de tesis, continúa siendo para mí, como para tantos otros, un respetado y querido mentor y amigo. También quiero dar las gracias a aquellos amigos y escritores que no sólo han participado de algún modo en el proceso de la obra, sino que también han leído el original y me han ayudado con sus críticas: Lydia Bronte, Elizabeth Diggs, Nick Herbert, Ralph Hiesey, mi hermano, Emily McCulley, Richard Ogust y Sharon Olds.
Poco después de haber iniciado la investigación de este libro, la John D. and Catherine T. MacArthur Foundation me sorprendió con la concesión de una beca (MacArthur Prize Fellowship), proporcionándome el más grato e inesperado de los regalos: tiempo para investigar y escribir. Siempre estaré agradecida a la fundación por eso y por el trabajo constante para con otros beneficiarios. Ellen Futter, presidenta del Barnard College, y Charles Olton, decano de la facultad, me permitieron amablemente abandonar el primer año la plena dedicación a la enseñanza y a la cátedra del Departamento de Religión, de modo que pude dedicar ese tiempo a la investigación. Deseo agradecer a mis actuales colegas del Departamento de Religión de la Universidad de Princeton las conversaciones que tanto han contribuido a la gestación de este trabajo, así como su considerable indulgencia durante los años de investigación y redacción; y agradecer también a los estudiantes, graduados y no graduados, que han trabajado estos textos conmigo.
Nunca habría podido escribir este libro sin la participación de ciertas personas. Ha sido un placer trabajar con Jason Epstein como editor y aprecio profundamente su perspicacia, su ingenio y su pasión por la claridad que ha aportado en la realización del libro, siempre lleno de entusiasmo. Mi colega Tom Boslooper ha participado en todo el proceso de investigación y preparación del original con una ecuanimidad, generosidad y sabiduría que no dejan de maravillarme. John Brockman y Katinka Matson han estado presentes desde el principio en esta investigación y han colaborado de innumerables maneras con su sabio consejo y aliento. Estoy muy agradecida a William T. Golden que me ha prestado un despacho para investigar y redactar, que me ha permitido aislarme de los ruidos de Nueva York; buena parte de este libro fue escrito allí. También quiero agradecer a Richard Lim su experta asistencia en la búsqueda de los materiales de investigación, y a Dotty Holliger y a Carol Shookhoff su cuidadosa mecanografía de algunas partes del original.
Por último agradezco a todos aquellos amigos cuya presencia y ayuda personal, cada uno sabe de qué modo, me han ayudado estos años. Deseo hacer mención especial de Louise y William M. Hiesey, mis padres, Edith Davis, Jean Da Silva, Lita A. Hazen y Joseph H. Hazen, Betsy Herbert, los reverendos Jane Henderson y Hugh Hildesley, Lucy y Robert Mann, Barbara Munsell, Richard Olney y Katy Smith.
Mi más personal agradecimiento a mi marido, Heinz Pagels, no sólo por leer el original y brindarme excelentes críticas mientras él mismo estaba trabajando en su último libro, sino mucho más, por su constante y amorosa presencia durante estos años que abarcan la vida y la muerte de nuestro hijo Mark y la llegada de nuestra hija Sarah.
(capítulos 1-3)
1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2 La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas.
3 Dios dijo: «Haya luz», y hubo luz. 4 Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad; 5 y llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y atardeció y amaneció: día primero.
6 Dijo Dios: «Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras». 7 E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento, de las de por encima del firmamento. Y así fue. 8 Y llamó Dios al firmamento «cielos». Y atardeció y amaneció; día segundo.
9 Dijo Dios: «Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto, y déjese ver lo seco»; y así fue. 10 Y llamó Dios a lo seco «tierra», y al conjunto de las aguas lo llamó «mares»; y vio Dios que estaba bien.
11 Dijo Dios: «Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra». Y así fue. 12 La tierra produjo vegetación: hierbas que dan semilla, por sus especies, y árboles que dan fruto con la semilla dentro, por sus especies; y vio Dios que estaban bien. 13 Y atardeció y amaneció: día tercero.
14 Dijo Dios: «Haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche, y 15 valgan de señales para solemnidades, días y años; y valgan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra». Y así fue. 16 Hizo Dios los dos luceros mayores; el lucero grande para el dominio del día, y el lucero pequeño para el dominio de la noche, y las estrellas; 17 y púsolos Dios en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra, 18 y para dominar en el día y en la noche, y para apartar la luz de la oscuridad; y vio Dios que estaba bien. 19 Y atardeció y amaneció; día cuarto.
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