• Quejarse

Paul Bogard - El fin de la oscuridad

Aquí puedes leer online Paul Bogard - El fin de la oscuridad texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2013, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Paul Bogard El fin de la oscuridad
  • Libro:
    El fin de la oscuridad
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2013
  • Índice:
    3 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 60
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

El fin de la oscuridad: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "El fin de la oscuridad" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Paul Bogard: otros libros del autor


¿Quién escribió El fin de la oscuridad? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

El fin de la oscuridad — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" El fin de la oscuridad " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Paul Bogard El fin de la oscuridad El ocaso de la noche en una era de luz - photo 1

Paul Bogard

El fin de la oscuridad

El ocaso de la noche en una era de luz artificial

ePub r1.0

Titivillus 02.04.16

Para mi madre y mi padre.

Y para toda la vida que depende de la oscuridad.

Entrar en la oscuridad con una luz es conocer la luz

(luminosidad).

Para conocer la oscuridad, sé oscuro.

Conviértete en ciego y descubre que la oscuridad

también florece y canta

y es atravesada por pies y alas oscuras.

—WENDELL BERRY

Introducción

Conocer la oscuridad

¿Alguna vez has experimentado la oscuridad,

jovencito?

—ISAAC ASIMOV (1941)

AL menos en lo que respecta a la contaminación lumínica lo que pasa en Las Vegas no se queda en Las Vegas. Lo que pasa aquí se filtra a través del desierto alrededor, de modo que los parques nacionales en Nevada, California, Utah y Arizona —encargados de conservar sus características «intactas para el goce de generaciones futuras»— reportan que sus horizontes brillan, que sus oscuros cielos están contaminados. Es justo a uno de esos parques al que me dirijo, la Gran Cuenca —poco más de 400 kilómetros al norte de la carretera estatal 93 de Nevada, subiendo por dos carriles desde la I-15 hacia Ely— para ver con mis propios ojos lo que queda de oscuridad.

La historia es la misma en todo el país: los lugares oscuros están desapareciendo. Las imágenes digitales basadas en una galería de la NASA —que van de la década de 1950 a la de 1970 y a la de 1990— muestran una propagación ininterrumpida de luz a través de la tierra, y la imagen proyectada para 2025 muestra el este del país, desde el río Misisipi, como un sarpullido de luces amarillas y rojas, las áreas más habitadas como ampollas blancas e incluso al oeste del río solo quedan algunos pedacitos oscuros, cada uno de ellos rodeado por una civilización que va corroyendo sus orillas irregulares. Aun así, el este del desierto de Nevada es una de las áreas geográficas más oscuras que quedan en Estados Unidos, y el Parque Nacional de la Gran Cuenca está en su centro. Así que aquí estoy, dejando atrás Las Vegas hacia, quizá, el punto más oscuro de Estados Unidos.

Apenas cae la tarde y todo alrededor del auto en movimiento es tierra cambiante: temperaturas que caen, animales e insectos que comienzan a estirarse y moverse, plantas de sombra que sienten que la vida comienza de nuevo. Las piedras del desierto han reunido mucho calor durante todo el día, expandiéndose ante la luz del sol, enviando hacia el cielo corrientes térmicas que elevan halcones y golpean contra aeronaves que descienden. Pero en la noche, la corriente energética se invierte: la temperatura cae entre 30 y 40 grados y las rocas desérticas brillan por el calor como en una estufa invernal. Montañas enteras se hinchan y caen como el pecho de un hombre dormido, siguiendo el ritmo natural del día y la noche.

Hacia el este, las cordilleras aún conservan el color rosa del atardecer, mientras que hacia el oeste ya comienzan a perder su definición, disolviéndose en siluetas y la oscuridad desciende hacia el plano desértico como largas cortinas que cuelgan desde las faldas de las montañas. Conocemos este momento como el «crepúsculo» y oficialmente hay tres escenarios que corresponden a la unión gradual de la oscuridad con la luz del sol destiñéndose: el civil, el náutico y el astronómico. En esta clasificación del siglo XX, el civil es el momento en que los automóviles deben encender sus luces, el náutico cuando es suficientemente oscuro como para poder ver las estrellas que se usan para propósitos de navegación y el astronómico cuando el cielo se oscurece lo necesario para que aparezcan las primeras estrellas. Extraoficialmente, a mí me gusta la definición del crepúsculo del biólogo Robin Wall Kimmerer: «ese largo momento azul».

Nos gusta pensar que la oscuridad «cae», como si fuera nieve, pero debido a que la Tierra le da la espada al Sol, la oscuridad sube desde el este para inundar las tierras y los mares. Si alguna vez te has quedado al crepúsculo y has visto el atardecer en el horizonte oriental, parece que una tormenta se forma por la cantidad de nubes que se juntan, lo que estás viendo es la sombra de la Tierra al rotar. Lo que nosotros llamamos «noche» es el periodo en el que estamos en esa sombra, la misma sombra que se extiende hacia el espacio como si fuera el cono de un helado terrestre, que es 100 veces más alta que ancha y cuyo vértice está a 1300 kilómetros de la Tierra. El amanecer llega conforme rotamos fuera de esa sombra en las orillas de la luz solar directa. Al manejar hacia el noreste, lejos de lo que queda de esta luminosidad, miro hacia al cielo que está oscureciendo y me pregunto qué revelaciones habrá. La estrella de Venus surge en la ventana del lado del conductor justo encima de la silueta de la cordillera, y después se pueden ver estrellas reales como las de la Osa Mayor, quizá la constelación más conocida en la historia de la humanidad. Una de sus estrellas, Mizar, la segunda en la cola de la Osa, es de hecho una estrella doble, un binario visual, confirmada por un telescopio en 1650 pero observada durante milenios por los astrónomos. Incluso, poder ver a Alcor (la gemela más débil) a simple vista ha sido usado como un examen de visión: mismo que, confieso, repruebo en cuanto aparece el primer pueblo brillante en el camino.

El nombre del pueblo no importa, pues en lo que respecta a contaminación lumínica este lugar es igual a otros diez mil: mientras que sus luces contribuyen solo un poco a la polución que cubre al país, todos los factores del problema están aquí. Por alguna razón las luces no tienen cubierta y así su resplandor se dispara hacia todos lados, proyectándose en la oscuridad con poca razón. Las bardas de madera y cadenas delimitan los vecindarios, pero las luces de cada vecino —aquí como en cualquier lugar de Estados Unidos— pueden rondar por donde quieran sobrepasando los límites: un claro ejemplo de lo que los abogados de la oscuridad llaman la «transgresión de la luz». Estas luces desprotegidas, fijamente instaladas, no solo invaden los jardines de los vecinos y los ojos de los conductores que pasan por ahí, también van directo al cielo, malgastando así su energía. La solitaria gasolinera permanece iluminada incluso después de que sale el sol dejando que la luz que flota debajo del toldo de las bombas de gasolina borre las estrellas de ese pueblo.

Cerca de los confines del pueblo están esas «luces de seguridad»: unas lámparas blancas omnipresentes que abundan en patios, corrales y entradas en todo el país, además de los espectaculares iluminados desde su base que permiten que la luz del anuncio rebote hacia el espacio sin tregua alguna.

En donde el pueblo acaba, los márgenes de la oscuridad envuelven el carro y mis luces confinan al horizonte el mundo iluminado. La tierra desciende a cada lado de la carretera, como si el camino fuera un puente con caídas de más de 300 metros hacia la izquierda y hacia la derecha. De pronto el parabrisas parece un cuadro de Van Gogh con su versión de bichos estrellados. Una liebre en la orilla de la carretera come mientras alza sus largas orejas de manera distraída cuando el carro pasa a toda velocidad. Más adelante, un coyote atraviesa la carretera, con ojos brillantes y una liebre, menos afortunada, en su boca. Una lechuza toma vuelo desde una señalización del camino y bate las alas un par de veces como si adelantara la ruta y después cambia de dirección, desapareciendo en la oscuridad.

En el suburbio de Minneapolis en el que crecí hay un campo de golf con un camino que lo parte por la mitad, con cercas blancas a cada lado. Cuando era adolescente manejaba un viejo Volvo que me permitía navegar a 60 km/h, sin encender los faros, un camino sinuoso e inclinado, iluminado solamente por las luces bajas. La camioneta roja que hoy conduzco es demasiado inteligente y segura para hacer eso: los faros permanecen encendidos lo quiera o no, y supongo que pasa lo mismo con este auto que renté. Pero me equivoco. La tentación de apagar los faros es inmediata e irresistible, y a pesar de que voy a mucho más de 60 km/h en esta carretera recta —casi a 170 km/h— giro la manija.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «El fin de la oscuridad»

Mira libros similares a El fin de la oscuridad. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «El fin de la oscuridad»

Discusión, reseñas del libro El fin de la oscuridad y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.