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Olga Nicolaievna - Estoy viva

Aquí puedes leer online Olga Nicolaievna - Estoy viva texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2012, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Olga Nicolaievna Estoy viva

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Las memorias inéditas de la última Romanov Este libro presenta por primera vez - photo 1

Las memorias inéditas de la última Romanov.

Este libro presenta por primera vez y en exclusiva un testimonio inédito y conmovedor escrito por la hija primogénita del zar Nicolás II de Rusia: Olga Nicolaievna.

Porque Olga no fue asesinada con el resto de su familia, como oficialmente se hizo creer, en la madrugada del 17 de julio de 1918 durante la revolución bolchevique. Esta teoría fue una gran mentira mantenida durante años por un pacto de silencio tácito entre el Vaticano, varios poderosos gobiernos y algunas de las grandes casas reales europeas. Estoy viva es una mirada íntima y apasionada que desvela, por fin, toda la verdad. Acompañaremos a Olga a lo largo de sus recuerdos: desde su más tierna infancia por los lugares más recónditos de palacio, pasando por la rebelión que supuso la caída en desgracia de los Romanov, los meses de cautiverio a los que se vieron sometidos, detalles únicos y desconocidos sobre la noche de la controvertida masacre, hasta su vida secreta en Alemania protegida por el káiser Guillermo II, o su incesante huida durante el resto de su vida bajo el nombre falso de Marga Boodts.

Un relato desgarrador y único que permaneció oculto bajo llave durante más de cincuenta años en manos de Maria Grazia Annoni, heredera del legado de la Gran Duquesa, y que por fin ve la luz. Un documento que pone punto final a las innumerables incógnitas que han pesado durante generaciones sobre la última dinastía rusa, los Romanov. Un grito de orgullo y valor de una mujer cuyo único deseo fue ser reconocida y respetada por lo que en verdad fue: la gran duquesa rusa Olga Nicolaievna.

Olga Nicolaievna Estoy viva Las memorias inéditas de la última Romanov - photo 2

Olga Nicolaievna

Estoy viva

Las memorias inéditas de la última Romanov

ePub r1.0

liete13.03.14

Título original: Estoy viva

Olga Nicolaievna, 2012

Traducción: Juan Carlos Gentile Vitale

Editor digital: liete

ePub base r1.0

MARGA BOODTS 18 de febrero de 1895 13 de octubre de 1976 Fue una de las - photo 3

MARGA BOODTS 18 de febrero de 1895 13 de octubre de 1976 Fue una de las - photo 4

MARGA BOODTS (18 de febrero de 1895 – 13 de octubre de 1976). Fue una de las pretendientes que emergieron en todas partes del mundo tras la desaparición de Nicolás II de Rusia y su familia en Ekaterimburgo el 18 de julio de 1918. Sin embargo, fue una de las pocas que dijo ser la Gran Duquesa Olga Nicolaievna. Además de Marga Boodts se le conocía por varias nombres, como el de María Bottcher o María Boodts.

La reclamación de Marga ganó mayor credibilidad a partir de 1957, cuando fue reconocida por el Príncipe Segismundo de Prusia (1896-1978), que era primo hermano de la Gran Duquesa Olga. A su vez le presentó al Hereditario Gran Duque Nicolás de Oldenburg (1897-1970), ahijado del Zar Nicolás II de Rusia, quien le dio ayuda financiera hasta su muerte en 1970. El Príncipe Segismundo reconoció en un testimonio jurado que la reclamación de Marga era auténtica y que ella era la Gran Duquesa Olga y así se lo contó a los periodistas Anthony Summers y Tom Mangold: «hablamos de cosas íntimas, que una persona que no fuese Olga no podría saber, ya que eran cosas que habían sucedido entre nosotros dos».

En el año 1960 Marga reveló que estaba trabajando en sus memorias en colaboración con su gran amiga la Condesa Brigitte von Harrach, el cual describió como: «un libro de unas 300 páginas que contendría un número importante de documentos que probarían, sin ninguna duda, que ella era efectivamente la hija primogénita del Zar». Este libro se publicó el 4 de septiembre del año 2012 en España por la editorial Martínez Roca, con el nombre de Estoy viva: las memorias inéditas de la última Romanov. El libro cuenta con una introducción realizada por la historiadora e investigadora norteamericana Marie Stravlo, quien encontró el manuscrito en Italia en el año 2010, junto con treinta y cinco mil documentos que prueban, supuestamente, que Marga Boodts era realmente la Gran Duquesa Olga. El libro sólo está disponible actualmente en español.

Marga Boodts murió de neumonía el 13 de octubre de 1976, a los 81 años, supuestamente, en una Residencia de Ancianos. Según parece, el dinero para su lápida fue donado por su benefactor anterior, el Gran Duque de Oldenburg, quien murió seis años antes. De acuerdo con el prólogo del libro Estoy viva, siguiendo las instrucciones del Príncipe Segismundo, su lápida no llevó el nombre de Marga Boodts, sino un texto escrito en alemán, que decía: «En memoria de Olga Nikolaievna 1895-1976, hija mayor del emperador Nicolás II de Rusia». Debido a que no hubo descendientes para pagar el mantenimiento la tumba fue destruida en el año 1995. En el epílogo del mismo libro, Marie Stravlo, aclara que los restos de Marga Boodts NO fueron enviados a una fosa común, sino que fueron trasladados a otra tumba, propiedad de la familia italiana que se hizo cargo de Marga hasta su muerte.

PRÓLOGO

R ecuerdo su entrada en la sala de la abuela, a la que ella, desde entonces, siempre llamó «mamaíta», donde la mesa estaba dispuesta como si fuera Navidad. Ella era menos alta que mamá, tenía el pelo blanco muy luminoso y un bellísimo brazalete tintineante de medallas.

Nosotras, las niñas, nos quedamos muy impresionadas; más adelante, con motivo de algún cumpleaños, nos regaló una de aquellas medallas: eran todas monedas de oro con la efigie del zar Nicolás II, según creo recordar.

Yo tenía siete años y me quedan muchos recuerdos de la persona a la que al principio llamábamos «la señora» y que más tarde, con el paso de los años y de los acontecimientos, se convirtió en «tía Olga».

Había llegado a Italia, a San Remo, en 1939, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. No pudo regresar al este de Alemania, donde era propietaria de algunas granjas que le había donado su tío materno, el káiser Guillermo II. Vivió en Stresa durante un brevísimo período y luego en Tremezzo; después se trasladó a Nobiallo, y cuando conoció a tía Marta, ya no se movió de Menaggio.

En los primeros años de su estancia en Menaggio a menudo parecía asustada o, incluso, espantada. Nos hablaba de misteriosos personajes que la seguían a escondidas y de disparos oídos en la noche y dirigidos a las ventanas de su casa. Sabíamos que tenía que presentarse bajo un falso nombre porque su existencia debía mantenerse en secreto, pero en el pueblo era conocida como «la Gran Duquesa» o «la Zarina».

Vivía con tía Marta, hermana de mi madre, que le hacía de secretaria y dama de compañía, y que la seguía a todas partes como una sombra. Nos gustaba muchísimo ir a visitarlas al hermoso chalé a dos kilómetros de Menaggio en el que vivían, porque allí podíamos jugar con sus dos grandes pastores alemanes Wolf y Teufel, que nos reconocían y agasajaban. También nos gustaba porque siempre servía dulces y pastelitos especiales a la hora del té. Tía Olga, mientras su situación económica se lo permitió, era muy generosa y los chiquillos del lugar hacían cola para presentarle sus felicitaciones de Navidad y de Pascua. Regresaban felices a sus casas con los bolsillos llenos de caramelos y bizcochos, y en Pascua con el huevo duro decorado por ella. Eran los años inmediatamente posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial.

Tía Olga amaba la naturaleza y los animales. Pasaba horas enteras en la ventana de su dormitorio admirando nuestras hermosas montañas. Cuando fueron a vivir al chalé justo a la orilla del lago, con muchos árboles, escuchaba extasiada el gorjeo de los pájaros que la despertaba por la mañana. Había una hermosa fuente con pececitos rojos a los que ella alimentaba mientras discurrían por ella.

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