Mogadiscio, Somalia, domingo 3 de octubre de 1993. Noventa y nueve soldados de élite estadounidenses están atrapados en medio de una ciudad hostil. Cae la noche y miles de enemigos armados los rodean. Los heridos mueren desangrados. Las municiones y las provisiones se están acabando. Este es el relato de cómo y por qué llegaron allí y de su lucha por salir vivos.
La dramática narración del periodista Mark Bowden, ganador de varios premios literarios, reproduce esta experiencia terrible a través de los ojos de los jóvenes que combatieron en aquella batalla. Bowden reúne aquí los testimonios de entrevistas, retransmisiones radiofónicas y videos considerados secretos.
Una mirada fidedigna, turbadora y profunda del terror y la euforia del combate destinada a convertirse en un clásico de los reportajes bélicos.
Mark Bowden
Black Hawk derribado
La batalla de Mogadiscio
ePub r1.2
minicaja 19.08.15
Título original: Black Hawk Down
Mark Bowden, 1999
Traducción: Sofía Noguera Mendía
Diseño de portada: minicaja
Editor digital: minicaja
(r1.1) Nuevas imágenes añadidas al epílogo y corrección de erratas: el nota
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MARK BOWDEN . Escritor y periodista americano, ha trabajado para medios como Men’s Journal, Rolling Stone, o Vanity Fair.
La obra más conocida de Bowden es Black Hawk derribado, una novela sobre el ejército americano en Somalia, que fue adaptada al cine por Ridley Scott en 2001. Ha escrito también Matar a Pablo Escobar.
Para mi madre,
Rita Lois Bowden,
y en recuerdo de mi padre,
Richard H. Bowden
«No importa lo que piensen los hombres de la guerra», dijo el juez. La guerra no ha dejado de existir. Es lo mismo preguntar a los hombres lo que piensan de la piedra. La guerra siempre estuvo aquí. Antes de que apareciera el hombre, la guerra ya lo esperaba. El oficio más remoto esperando al último trabajador».
Cormac McCarthy
BLOOD MERIDIAN
E L
A S A L T O
B L A C K
H A W K
D E R R I B A D O
A T R A P A D O S
E L
Á L A M O
C. N. N. A.
E P Í L O G O
Notas
[1]Tiza (chalk) hace aquí referencia a un grupo de soldados. (N. de la T.)
[2] Vengadores en español. (N. de la T.)
1
Matt Eversmann rezó un avemaria cuando despegaron. Estaba sentado, apretujado entre los dos oficiales de vuelo, con las rodillas de sus largas piernas a la altura de los hombros. Frente a él, encastrados a cada lado del helicóptero Black Hawk, viajaba su «tiza», doce hombres jóvenes que llevaban chalecos antibalas con bolsillos y compartimientos sobre unos uniformes oscuros de campaña.
Conocía tan bien sus rostros que era como si fueran sus hermanos. Los muchachos mayores de la tripulación, al igual que Eversmann, un sargento mayor que, a los veintiséis años, hacía ya cinco que servía en el Ejército, llevaban años viviendo y adiestrándose juntos. Algunos habían compartido la instrucción básica, la escuela de saltos y la de los Rangers. Habían viajado por todo el mundo, Corea, Tailandia, América Central… se conocían mejor que muchos hermanos. Juntos, se habían emborrachado, metido en peleas, dormido en el suelo de la selva, saltado de aviones, escalado montañas, lanzado por ríos encrespados con el corazón en la boca, se habían tomado el pelo constantemente por las novias o la falta de ellas, habían salido corriendo de Fort Benning en medio de la noche para buscarse en algún baretucho o club de striptease de la Victory Drive después de haberse emborrachado y quedarse dormidos o sacado de sus casillas a algún camarero. Mediante todos estos avatares, se habían preparado para un momento como aquél. Era la primera vez que el sargento larguirucho ocupaba un puesto de mando y estaba muy nervioso.
«Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén.»
Era la tarde del 3 de octubre de 1993. La Tiza Cuatro de Eversmann era parte de un cuerpo formado por Rangers del Ejército de Estados Unidos y operadores de la fuerza Delta, y estaba a punto de saltar de forma inadvertida sobre un grupo de líderes del clan Habr Gidr en pleno corazón de Mogadiscio, la capital de Somalia. Este clan decadente, gobernado por el señor de la guerra Mohamed Farrah Aidid, había provocado a Estados Unidos de América y estaba, sin duda alguna, perdiendo soberanía. El objetivo de aquel día eran dos lugartenientes de Aidid. El plan era capturarlos y encarcelarlos junto con el número creciente de jefes del clan beligerante en una isla situada a la altura de Kismayo, una ciudad de la costa sur de Somalia. La parte que le correspondía a la Tiza Cuatro en esta misión de llegar, ver y vencer era simple. Cada una de las cuatro tizas de los Rangers tenía adjudicada una esquina de la manzana donde se hallaba el objetivo del asalto. Los hombres de Eversmann iban a saltar a tierra deslizándose por unas cuerdas rápidas hasta la esquina noroeste a fin de establecer allí una posición de bloqueo. Con los Rangers en las cuatro esquinas nadie entraría en la zona donde actuaba la Fuerza Delta, y nadie podría salir.
Lo habían hecho docenas de veces sin problema, en las prácticas y durante seis misiones previas del destacamento especial. Eversmann tenía una imagen mental clara de la secuencia de la acción. Sabía qué dirección debía tomar una vez pusiera el pie en tierra y dónde estarían sus hombres. Los que saltaran del helicóptero se reunirían en el lado izquierdo de la calle. Los que bajasen por la derecha se reunirían a la derecha. Acto seguido se dispersarían en las dos direcciones, el médico y los más jóvenes en el centro. El soldado raso Todd Blackburn era el cadete del helicóptero de Eversmann, un muchacho recién salido de un instituto de Florida que ni siquiera había asistido a la escuela de los Rangers. Tendría que vigilarlo. El sargento Scott Galentine era mayor que él pero carecía también de experiencia en Mogadiscio. Realizaba una sustitución y acababa de llegar de Benning. La responsabilidad de estos jóvenes rangers suponía una pesada carga para Eversmann. En aquella ocasión eran dos a quienes vigilar.