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Juan Saturno Canelón - Miguel José Sanz

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Juan Saturno Canelón Miguel José Sanz

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Juan Saturno Canelón, 1958

Editor digital: Titivillus

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La Fundación Eugenio Mendoza a travez de la Biblioteca escolar facilita - photo 1

La «Fundación Eugenio Mendoza» a travez de la «Biblioteca escolar» facilita esta «Colección de biografías» de autores venezolanos.

MIGUEL JOSÉ SANZ

Juan Saturno Canelón

Juan Saturno Canelón Miguel José Sanz Biblioteca escolar Eugenio Mendoza - 27 - photo 2

Juan Saturno Canelón

Miguel José Sanz

Biblioteca escolar Eugenio Mendoza - 27

ePub r1.0

Titivillus 24.04.2020

ALLÁ EN VALENCIA DEL REY

Por el año de 1748 arriba a Valencia, procedente de las Islas Canarias, el Subteniente Don Francisco Antonio Sanz.

Hombre de sentido práctico, pronto asimila las condiciones del lugar y participa en la vida activa de la pequeña ciudad. En 1752 es elegido Síndico Procurador General del Ayuntamiento y un año después contrae matrimonio con María Máxima Marvez y Roxas, dama valenciana de muy principal figuración. De esta unión nacen cinco hijos que llevan los nombres de Miguel José, José Francisco, José Leocadio, Catalina y Francisca Xaviera. Entre éstos, Miguel José, nacido el 1.º de septiembre de 1756, llega a ser figura relevante en la vida jurídica y cultural de la Colonia y destacada personalidad política de los primeros años de la Venezuela republicana.

Terminados los primeros estudios allá en su ciudad natal, pasa a Caracas, donde cursa Bachillerato en Artes; después se inscribe en la Facultad de Jurisprudencia de la Real y Pontificia Universidad de Santa Rosa. En 1778 recibe el grado de Licenciado en Leyes. Este mismo año viaja a Santo Domingo con el propósito de recibir, de la Real Audiencia de aquella isla, el título de abogado. A su regreso, Sanz se dedica al ejercicio de la abogacía y continúa, metódico y tenaz, en su afán de estudioso. Como abogado conquista merecido prestigio en virtud de sus conocimientos, responsabilidad y fervor profesional. Largas horas de trabajo dedica al examen de las leyes de España y otros países. En su cuarto de estudio se amontonan los más variados textos de Economía, Historia y Derecho. Muchos de esos libros son adquiridos con extrema discreción y sigilo, pues sobre ellos pesa severa prohibición oficial. Sanz observa, fundamentalmente, cuanto ocurre a su alrededor y trata de interpretar las urgencias del medio colonial. Su espíritu se orienta a buscar los medios de transformar la realidad de manera que desaparezca el atraso y se dé cabida al progreso. Ésta es una preocupación constante en su espíritu. Quiere mejorar la enseñanza en todos sus aspectos: la universitaria y la que se suministra en las escasas escuelas para niños. Quiere que surjan nuevas fuentes de riqueza y se transformen los métodos de explotación agrícola.

En 1786 contrae matrimonio en Caracas con doña Alejandra Fernández Andrade. La ceremonia se celebra en la Iglesia Catedral. Sus únicas hijas, María de Jesús y María Micaela, dejarán crecida descendencia, entre quienes se cuentan distinguidos hombres de ciencia y letras. En aquel mismo año muere en la capital de la Provincia don Juan Vicente Bolívar, padre del futuro Libertador, y este hecho trae consigo una mayor vinculación entre Sanz y la familia de los Bolívar. La Audiencia de Santo Domingo, país del cual depende judicialmente Venezuela, designa al Licenciado Curador ad litem del niño Simón, quien ha sido nombrado heredero universal del patrimonio dejado por su pariente el doctor Juan Félix Jerez y Aristeguieta. En ejercicio de sus facultades, Sanz eleva recurso ante la Audiencia y obtiene que la administración de los bienes dejados a Simón pase a manos de la madre doña Concepción de Bolívar. De igual modo Sanz acompaña al pequeño Simón a los actos en que el representante de la Audiencia le hace entrega de los numerosos bienes dejados en herencia, actos de los cuales se deja debida constancia mediante documentos que firma, junto con otros, el Licenciado Sanz, por no saber leer ni escribir todavía el niño Bolívar.

Por estos años se producen rivalidades económicas en la Capitanía. El Cabildo de Caracas se debate por conseguir mejores precios para el cacao, que se ha transformado en fruto de discordias. De igual manera los criollos luchan por mejorar la administración de justicia mediante una reorganización y ampliación de los tribunales. Constantemente se realizan gestiones para crear en Venezuela una Audiencia que conozca de los asuntos judiciales del país y ponga término a la dependencia judicial en que está Venezuela respecto de Santo Domingo, pues aquella situación resulta por demás dispensiosa para la Capitanía y los particulares, entre otras razones, por la demora con que se tramitan los juicios. En estas diligencias que miran al progreso y mejoramiento del país, Miguel José Sanz, conocedor de la materia por virtud de sus experiencias profesionales, juega papel de primer orden. En 1786 se decreta el establecimiento en Caracas de la Real Audiencia, con atribuciones sobre las decisiones de los Alcaldes y Corregidores, causas sobre diezmos, conflictos de competencia entre los tribunales seculares y eclesiásticos, y muchos otros asuntos. Poco tiempo después de constituido, Sanz es nombrado Relator de este Alto Tribunal con sueldo de quinientos pesos por año.

SECRETARIO DE ESTADO

Entre las funciones atribuidas a su cargo está la de servir de órgano de las relaciones internacionales del país. Por eso, Sanz inicia sus labores con una nutrida correspondencia dirigida a los Gobiernos extranjeros en la cual comunica la instalación del nuevo régimen venezolano. En aquellas cartas pondera las ventajas comerciales que los gobiernos amigos, y particularmente Gran Bretaña y los Estados Unidos, pueden derivar del cambio político operado en Venezuela.

En el seno del Congreso se agita la cuestión de la independencia de Venezuela. Frente a ella se alinean las diversas corrientes del Poder Legislativo. Unos consideran que es prematura la declaración de independencia; otros evaden con indiferencia la discusión del problema; otros, los más resueltos, claman por la total separación de España. No hay unidad de criterio ante materia de tan delicada trascendencia. Como contraste, en la calle, la Sociedad Patriótica y el pueblo, agitan con energía la consigna de la independencia. Frente a la vacilante actitud de los congresantes, la tribuna de los jacobinos criollos se yergue altiva y categórica. Sus sesiones son verdaderos torneos oratorios en los cuales se plantean los asuntos más urgentes del país; se vocean reivindicaciones que aseguren el avance social de la Nación, y de manera rotunda se habla de la opresión española, de los monopolios económicos y de la libertad de América. Francisco de Miranda y Simón Bolívar aparecen a la cabeza de los agitadores. Son destacados miembros de la Sociedad Patriótica: Miguel José Sanz, Francisco Espejo, Antonio Nicolás Briceño, Vicente Tejera, los Salias, los Buróz, los Carabaños, los Jugos y otros. Es la época en que Miranda y Sanz se unen en una profunda amistad. El espíritu universal del Precursor despierta la admiración del Licenciado. Juntos se adentran en largas pláticas sobre los más diversos temas. Son los dos hombres unidos por un ideal, enlazados por un destino común y a quienes la vida habrá de someter a tremendas pruebas. Sanz, que siempre ha estado en lucha por superar en sí mismo y en el medio venezolano los prejuicios y atrasos existentes, encuentra en Miranda al criollo de personalidad fascinante que ha recorrido todos los caminos de la tierra. Miranda ve en el licenciado al hombre de mente clara, objetivo y realizador, conocedor del medio social venezolano, idealista y práctico, saturado de nobles aspiraciones revolucionarias y movido por una recia voluntad de hacer. Sin embargo, personas hay que no disimulan su animadversión hacia el Precursor. La llamada gente de orden parece no estar de acuerdo con las bulliciosas manifestaciones de la Sociedad Patriótica ni tampoco con el clima de agitación existente en la Provincia. La larga permanencia en el exterior y el viejo pleito de los mantuanos con su padre don Sebastián, proporcionan los elementos con los cuales los enemigos tejen tupida telaraña de intrigas que poco a poco entraba la acción del generalísimo. Pronto se levanta contra don Francisco la acusación de extranjerizante y sectario, no obstante su actitud muchas veces proclive a encontrar fórmulas conciliatorias. Ante las reticencias de los señores, la amistad de Sanz estará vigilante y erguida para repeler las maniobras y defender al Precursor.

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