José María Aznar - Ocho años de gobierno

¿De dónde viene la vocación política de José María Aznar? ¿Cómo vivió el 11 de septiembre? ¿Por qué apoyó la intervención en Iraq? ¿Qué compromisos internacionales ha asumido? ¿Cuál es el papel de España en la nueva Europa? Y otros temas como el terrorismo, la Constitución, etc.

José María Aznar

Una visión personal de España

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Titivillus 26.07.18

Título original: Ocho años de gobierno

José María Aznar, 2004

Editor digital: Titivillus

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Para Ana, mi mujer,

y José María, Ana y Alonso.

Sin ellos nada hubiera sido posible.

Este libro no pretende ser un libro de memorias, ni una autobiografía, ni un ensayo político. Sus pretensiones son otras. Durante los últimos ocho años he desempeñado el cargo de presidente del Gobierno español. Han sido dos legislaturas en las que he vivido intensamente la política, he abordado las grandes cuestiones nacionales e internacionales, y he tenido, en fin, la última responsabilidad en la toma de decisiones que nos afectan a todos. La última parte de este período ha estado caracterizada por mi renuncia a ser candidato a la Presidencia del Gobierno y mi abandono paulatino de la vida pública. Estos meses han sido, pues, meses de despedida, durante los que inevitablemente he repasado los asuntos que más me han preocupado durante mi carrera política.

De forma que me ha parecido oportuno recopilar algunas notas de urgencia que plasmen mis opiniones sobre algunos asuntos que me han ocupado y que ocuparán la vida de los españoles durante los próximos años.

Así que durante los últimos meses he grabado una buena cantidad de cintas magnetofónicas cuyo fondo se corresponde con las circunstancias en que he podido hacerlo. En la revisión de las transcripciones, en su ordenación y en el pulido de los textos me ha ayudado decisivamente José María Marco, a quien tengo por buen amigo, excelente escritor e historiador competente, y al que agradezco su profesionalidad, su interés y su paciencia.

La forma en que he podido componer este libro explica mi petición de paciencia al lector, que encontrará y tal vez tropezará con la espontaneidad propia de la expresión oral.

Soy consciente de que mis opiniones o mis puntos de vista generan en algunos actores de la vida política y periodística un rechazo que va mucho más allá de la mera discrepancia. Por lo tanto, imagino el tipo de reacciones que va a suscitar este libro. A pesar de lo que algunos piensen, no es mi intención suscitar esa clase de reacciones en quienes a partir de ahora van a vivir sin tantas tensiones cotidianas. Ahora bien, para mí la condición de ciudadano va asociada al derecho de expresar libremente mis opiniones. Como tengo una vocación pública muy acentuada y que ya va siendo antigua, me considero además en la obligación de expresar mi concepción de los asuntos públicos que atañen a mi país.

El lector comprobará que, al final de esta etapa, me sigue apasionando España. Es el único motivo de este libro. Utilizo diferentes perspectivas, distintas ópticas, pero se trata siempre de saber cómo mejorar la vida de los españoles. España es una gran nación. Tiene consistencia, historia y potencial. Las tentaciones de quebrar nuestra unidad no me molestan por motivos referidos a principios inmutables. Simplemente, constato que los españoles hemos hecho grandes cosas en la historia al trabajar juntos. Peor juicio que los que están en desacuerdo con ello me merecen quienes sólo buscan el rendimiento inmediato, la pacificación de sus filas o, lo que resulta más frecuente, quienes no buscan nada porque no entienden nada. Muchas veces he dicho que detesto la frivolidad en la vida pero me parece intolerable en la política. Los españoles merecen algo más que fuegos de artificio inconscientes de su dirección, ignorantes de sus consecuencias.

España, en fin, tiene asegurado su futuro. Creo haber contribuido modestamente a su situación actual. Lo seguiré haciendo, en la medida de mis posibilidades. Nunca me perdonaría no hacerlo desde el lugar en el que me toque estar.

Un partido de centro

El interés por los asuntos públicos me viene de familia. Mi padre, Manuel Aznar Acedo, era periodista. En casa se seguía puntualmente la información política. Entraban todos los periódicos de entonces, los de los años sesenta. Yo los leía y estaba al tanto de los acontecimientos, de las discusiones, de todo lo que iba ocurriendo. Mis compañeros de colegio no estaban tan interesados como yo en aquellos asuntos. Eso me llamaba la atención. Me parecía natural que todo el mundo estuviera interesado por los asuntos generales, pero no era así.

En la familia había también un gran interés por las cuestiones históricas. Mi padre lo había heredado del suyo, mi abuelo, Manuel Aznar Zubigaray, que era periodista y fue autor de varios libros de historia. Yo le conocí tarde, en 1967, cuando volvió a Madrid después de haber sido embajador en Naciones Unidas. Mi abuelo tenía una larga trayectoria vital y yo le escuchaba con mucho interés.

Cuando terminé la carrera de Derecho, en la Universidad Complutense, en Madrid, decidí que lo que tenía que hacer era procurar arreglar profesionalmente mi vida cuanto antes. Antes se cruzó en mi camino la que sería mi mujer, Ana, y decidimos que nos casaríamos cuanto antes. Para casarnos necesitábamos tener un trabajo estable. Los dos nos dedicamos a preparar las oposiciones. Ana preparaba las suyas, de técnico de Administración Civil del Estado, y yo las mías, de inspector de Hacienda.

Esto fue entre 1975 y 1976. En octubre de 1975 me habían recomendado una academia que preparaba las oposiciones. Me fui allí, le dije al director que quería sacar una plaza de inspector de Hacienda en un año y le pregunté qué era lo que tenía que hacer. Me explicó los temas que debía preparar y las saqué en el plazo previsto. Las aprobé en diciembre de 1976. El 1 de enero de 1977 ya estaba en la Escuela de Inspección Financiera. Son los primeros años de la Monarquía. Como Ana ya había sacado sus oposiciones en abril de 1977, nos casamos en octubre.

Primeros pasos en la política

Estuve en la Escuela hasta mayo de 1978. Entonces llegó el momento del primer destino. El mío fue Logroño. Así que allá nos fuimos. Logroño era una ciudad más pequeña y más familiar que ahora. Ana iba destinada de técnico de Administración al Gobierno Civil, y yo de inspector a la Delegación de Hacienda. Veníamos de fuera, éramos una pareja joven. Total, que nos hicieron la ficha inmediatamente.

Al día siguiente de nuestra llegada fuimos a cenar a un restaurante muy simpático y en el que se comía muy bien, como nos habían dicho. Era el restaurante Cachetero. Estaba regentado por una señora que se llamaba Floren. En cuanto nos sentamos, la señora Floren nos hizo la radiografía de quiénes éramos: el matrimonio que había llegado ayer de Madrid, usted inspector de Hacienda y usted en el Gobierno Civil. Lo sabía todo.

Al poco tiempo de estar trabajando en la Delegación de Hacienda, empezó a acercarse gente de distintos partidos políticos. En Logroño UCD era muy fuerte. De los cuatro escaños que le correspondían a la provincia, UCD había sacado tres en las elecciones de 1977. También había gente del grupo de Areilza, que se llamaba Acción Ciudadana Liberal y estaba en la coalición de Fraga, Coalición Democrática. Y otros de Alianza Popular, que empezaron a hablar conmigo para ver si quería echar una mano.