Annotation
Realizadas las elecciones libres prometidas tras la gran catástrofe de la guerra contra los ghuros, el nuevo gobierno civil de Valera inicia un gigantesco juicio contra militares y colaboracionistas, que afecta tanto al almirante Juan MacLane como a los miembros de la familia Aznar, identificados popularmente con el régimen de MacLane a pesar de las profundas diferencias que separaban a éste de Miguel Ángel Aznar, mientras elementos incontrolados tolerados por el gobierno de la II República valerana se dedican a perseguir y a asesinar a todos los miembros significados del antiguo régimen.
Pascual Enguídanos Usach
Supervivencia
(Corrección por lectura: Jack!2011)
CAPITULO I.
En la primera sesión del Senado, durante la cual se proclamó solemnemente la II República de Valera, ya se dejó ver cuál iba a ser la actuación inmediata del recién nombrado Gobierno. Los senadores, por una aplastante mayoría, exigían responsabilidades.
La histórica sesión tuvo lugar entre las cuatro y las siete de la tarde. Media hora después de apagar el televisor, estando Miguel Ángel Aznar preparando su solitaria comida, vio por la ventana de la cocina las luces de situación de un aerobote que descendía verticalmente y se posaba en la losa de cemento ante el hangar.
Pensando que serían su hermano o su sobrino, Miguel Ángel se asomó a la ventana y llamó:
—¡Fidel!
Dos hombres bajaron de la aeronave, pero incluso a la escasa luz del jardín pudo ver que no era nadie de la familia.
Miguel Ángel se quitó el delantal y mientras salía de la cocina y atravesaba el salón-comedor sonó el zumbador de la puerta. Abrió.
Eran los almirantes Azpeitia y Valenciano, ambos vestidos con ropas civiles, es decir; aquellas chaquetas largas de corte sobrio, de cuello cerrado sin solapas, con una sola fila de botones y desprovistas de bolsillos, que desde hacia mucho tiempo eran la moda imperante en el planetillo.
—¿Estás solo? —preguntó de sopetón el Almirante Valenciano.
Aznar sé hizo a un lado invitándoles a entrar con un gesto expresivo. Luego cerró la puerta y se quedó mirándoles con aire interrogante.
—Han arrestado a MacLane —dijo el Almirante Azpeitia.
—¿A MacLane? ¿Por qué? —preguntó Aznar sorprendido.
—¿Has escuchado el discurso del Presidente en la sesión de apertura del Senado?
—Sí.
—Lo dijo bien claro, que iban a exigirse responsabilidades. Bueno, pues ya han empezado con las represalias. MacLane ha sido el primero en caer, pero todos estamos comprendidos en esa lista de responsables.
—¿Responsables de qué? —protestó Miguel Ángel Aznar —. Yo no me considero responsable ante nadie. Ni siquiera fui convocado a la reunión en la que MacLane decidió llevar adelante la guerra.
—El Estado Mayor respaldó la iniciativa de MacLane, y tú eras entonces miembro del Estado Mayor igual que nosotros. Pero no es sólo eso. Las responsabilidades a las que aludía el Presidente alcanzan más lejos. Y es lógico que sea así. Todos estábamos de acuerdo en que la reconquista del circumplaneta era vital para el futuro de la Humanidad. No sólo los que estábamos sentados a la mesa del Estado Mayor somos responsables. Aun queriendo, MacLane no habría podido hacer solo la guerra. Nos tenía a nosotros, los almirantes y generales, los jefes y oficiales del Ejército y la Armada, y todos estábamos con él en la aventura. La guerra se perdió. Es una tontería alegar ahora que no tenemos parte de culpa en lo ocurrido. Nosotros colaboramos, luego también somos responsables.
Miguel Ángel Aznar guardó silencio, como reconociendo la verdad de las palabras de su colega.
La conflictiva situación arrancaba de año y medio atrás, cuando el autoplaneta "Valera" regresó a Atolón después de su expedición a la Tierra.
Tras la conquista de la Tierra, y con división de opiniones, el entonces Almirante Mayor, don Miguel Ángel Aznar Polaris, había cedido a la presión de sus más íntimos colaboradores y amigos, dando su aprobación a la tentativa, hasta entonces jamás experimentada, de hacer volar al autoplaneta a través del hiperespacio a mayor velocidad que la luz. Durante su azaroso viaje, "Valera" llegó más lejos de lo esperado, hasta una zona misteriosa y desconocida, el antiuniverso.
Volando a enormes distancias a mayor velocidad que la luz, los viajeros de "Valera" experimentaban el fenómeno ya conocido de la contracción del tiempo. De hecho los cosmonautas habían perdido toda noción del tiempo cuando regresaron a Atolón, esperando encontrar aquí una civilización que debería haberse anticipado en cien mil o doscientos mil años a la época de "Valera".
Todas las previsiones de los valeranos quedaron cortas en el tiempo. No habían transcurrido cien mil ni doscientos mil, sino ¡un millón de años!
¿Qué había sucedido en Atolón durante la larga ausencia de "Valera"?
En primer lugar, no quedaban ni vestigios de la civilización que dejaron al marchar. Probablemente esa civilización existió, se desarrolló hasta alcanzar su máximo esplendor y luego declinó hasta extinguirse, cumpliendo el fatal ciclo de tantas otras civilizaciones.
Hacía un millón de años, cuando los terrícolas descubrieron Atolón, encontraron aquí los restos de una civilización en el ocaso. Tal civilización fue la bartpur, de la cual los terrícolas heredaron algunas de sus realizaciones científicas más notables.
¿Siguió la civilización terrícola el mismo camino que la civilización bartpur? Tal vez no llegara a saberse nunca. El hecho cierto fue que a su regreso, los valeranos se encontraron en una situación parecida a la de un millón de años atrás. Allí estaba el circumplaneta, enorme y lleno de recursos, pero en la ausencia de "Valera", tal vez asestando un golpe definitivo a los últimos restos de la civilización atolonita, un extraño pueblo había llegado de algún lugar desconocido y se apoderó de Atolón.
Este pueblo extragaláctico era el "ghuro".
En el primer encuentro entre valeranos y "ghuros", una división de cruceros que se dirigía a Atolón fue totalmente aniquilada por una escuadra sideral "ghuro". El Almirante Aznar desapareció en la batalla junto con su esposa, y el Almirante MacLane le sucedió en el mando supremo del autoplaneta a título de Almirante Mayor.
Durante un año después, mientras "Valera" permanecía a la expectativa, surgieron en el planetillo graves diferencias de opinión. Mientras una minoría contemplaba el futuro y se manifestaba por la reconquista del circumplaneta, la mayoría de la nación reclamaba la proclamación de "Valera" como estado independiente, la formación de un gobierno representativo, elegido democráticamente, y el abandono de toda aventura colonizadora respecto de Atolón.
Hacía un millón de años, los valeranos que llegaron por primera vez a Atolón eran doscientos millones, y lucharon con grandes dificultades para vencer a las "mantis", insectos gigantes que dominaban" el circumplaneta desarrollando una civilización de tipo feudal.
Actualmente los valeranos sólo eran veintidós millones y los dueños del circumplaneta, los "ghuros", poseían una inteligencia y una tecnología muy superior a la de las "mantis" en tiempos pasados. Realmente las cosas se presentaban muy difíciles para los valeranos. ¡Veintidós millones para conquistar un mundo veintitrés millones quinientas sesenta mil cuarenta y siete veces mayor que la Tierra!
En esta alternativa el Almirante MacLane decidió la guerra de reconquista. Mientras ésta durara (y duraría mucho) el poder seguirla en sus manos, y cualquier acción represiva contra la fuerza de oposición se justificaría en nombre de los supremos intereses de la nación y el futuro de la civilización que "Valera" representaba.