• Quejarse

Javier Sádaba - Porque soy libertario

Aquí puedes leer online Javier Sádaba - Porque soy libertario texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2019, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Javier Sádaba Porque soy libertario
  • Libro:
    Porque soy libertario
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2019
  • Índice:
    3 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 60
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

Porque soy libertario: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Porque soy libertario" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Javier Sádaba: otros libros del autor


¿Quién escribió Porque soy libertario? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Porque soy libertario — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Porque soy libertario " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
Capítulo 1. Anarquistas, pensamiento libertario, librepensadores y libertinos

Capítulo 1

Anarquistas, pensamiento libertario,

librepensadores y libertinos

Comenzaré con el anarquismo. La palabra parece que la utilizó por primera vez Proudhon, quien fue martirizado después por Marx como si se tratara de un mero diletante incapaz de subirse al carro blindado de la ciencia. Pero, antes de seguir, permítaseme añadir que el anarquismo no es un invento o práctica política solo occidental, sino que se lo debemos a Oriente también. Piénsese en el taoísmo; por algo ha sido la más reprimida de todas las sabidurías orientales. Por otro lado, y aunque suene extraño a muchos oídos, el anarquismo baña poéticamente la vida política como no lo ha hecho nunca otra corriente de pensamiento político. Y, como pocos, nos ha enseñado que es mejor confundirse solo que autoengañarse por copiar a los demás. El anarquismo, además, tiene muchas alas; no se ciñe a una idea, no puede encogerse, atraparse, delimitarse, conquistarse. Es precisamente por esto último por lo que voy a empezar.

Antes diré que, desde un punto de vista etimológico, el término anarquismo proviene del griego y quiere decir «sin origen, sin causa, sin poder». En sus primeros pasos, ya cerca de nuestro siglo, se le repudió como algo caótico, desordenado, fuera de una constructiva revuelta. El citado Proudhon lo rehabilitó. Hay quien hace a Rousseau el abuelo del anarquismo actual y otros, no sin razón, le hacen padre del totalitarismo. Hay aspectos, sin embargo, que dan el tono de lo que es el anarquismo si lo contrastamos con otra tendencia que se le opone. No ve al ser humano como un niño al que hay que tutelar durante toda la vida, sino como un ser dispuesto al bien. Los otros, sus contrarios, siempre van corriendo detrás, con controles, políticas en las que funcionarios y comisarios fiscalicen y, por supuesto, pregonando la democracia representativa frente a la directa. Es el eterno despotismo de unos pocos y que comienza con Platón, frente a un agradable y descuidado bienestar.

Si uno tiene que citar algún nombre con derecho de fundador habría que recordar a Godwin, Toureau, Proudhon o Stirner antes de llegar a Bakunin. Aunque, para mí, la frase que mejor revela la esencia anarquista es la de «haz lo que te dé la gana» de Rabelais. Tiene gracia que este perseguido personaje fuera primero franciscano y después benedictino. Si yo tuviera que traducir la frase a una especie de proverbio diría: «La palabra obediencia no forma parte de mi vocabulario». En todos ellos el individuo es la base de cualquier construcción social. Y su cúspide. Toureau pasó a la historia por decir que lo más sensato es un pueblo sin gobierno. Proudhon por afirmar que la propiedad es un robo. E interpretar aquella especie de manual que escribió Stirner con el título El uno y su propiedad es complicado. Para algunos ese impulso de individualismo en donde proclama la «unión de los egoístas» es el eje del anarquismo. Para otros roza el abismo. Se discute si influyó o no a Nietzsche. Más aún, contemplan a Nietzsche, con su idea del Superhombre, como el complemento de Stirner. Lo conociera o no, no le cita nunca. Acoplar un autor a otro siempre es peligroso. Parece que Hitler de joven llevaba un libro de Schopenhauer bajo el brazo. De ahí no se sigue que Hitler completara a Schopenhauer. Stirner siempre tendrá un hueco en el corazón de aquellos que desprecian las presiones, tantas veces injustas, que nos impone la sociedad y su último bastón, que es la política. Quería al individuo desnudo, solo con él mismo, sin cargas, sin gangas, in puris naturalibus. Tal vez un imposible o un descalabro para la convivencia pero, al mismo tiempo, la lucha y la rabia contra todos los aparatos ortopédicos que nos colocan para sujetarnos y dominarnos. Y un dato filosófico de cierta importancia: Stirner, que colaboró con el Marx más joven en la edición de una revista, pertenecía a la llamada izquierda hegeliana. Suena extraño, puesto que Hegel es el guardián del Estado y se mueve en las nubes de una a veces ininteligible maraña de conceptos. Pero de él sacó la importancia de una conciencia individual creadora y la visión de la realidad como algo móvil y trasformador. Es la herencia hegeliana que recibe el nombre de dialéctica.

Si damos un gran salto, nos topamos con quien pasa por ser la figura central del anarquismo. No es otro sino el aristócrata de origen Bakunin, sobre el que se han tejido multitud de bulos y sospechas. Pronto fundó en Italia la asociación Fraternidad, a la que rodeó un aura de secretismo que siempre resultó sospechosa a sus enemigos. Su momento cumbre fue el enfrentamiento con Marx en la que, de manera muy resumida, podemos llamar Primera Internacional (PIT). Su disolución fue la contraposición total entre las tesis de Marx y las de Bakunin. No fue, sin más, una pelea de gallos. El marxismo opta por la toma del poder por parte del proletariado para transformar el mundo. El anarquismo, con la figura de Bakunin ya en el centro, lo que desea es la destrucción del poder. En el primer caso se necesitará una estructura fuerte y organizada. Los segundos aseguran, y no se confundieron, que el poder es tan contagioso que acabará entronizando un Estado tan opresor como aquel al que dicen querer derrotar. Dicho en términos más simples: o transformación autentica desde dentro del Estado o desde fuera. Las espadas siguen en alto. A la Primera Internacional, que mostró las dos posturas que llegan hasta nuestros días, le siguieron tres más. Lo importante no es cuántas fueron, sino qué es lo que ha resultado de todo ello.

Antes de que continuemos con el anarquismo y de discutir si las internacionales que siguieron a la Primera fueron tres o cuatro, conviene que digamos algo sobre los dos movimientos no anarquistas que han llegado hasta nuestros días. Es habitual escuchar de los labios de gente que se autodenomina progresista y de izquierdas que es socialdemócrata. Mejor no preguntar más porque, si es en España, te contestará que no solo no es del PP, sino que está en su contra. Sabemos desde Aristóteles que las definiciones negativas poco explican, pero ellos se quedarán satisfechos. Una muestra más de la ignorancia política que corre por nuestras calles. Y es que es de cultura general conocer lo que diré a continuación y que, después, habría que aplicar a nuestras respectivas vidas. Descartados los anarquistas, los socialdemócratas —que es como se llamaron hasta Lenin— padecieron una profunda división. Unos (los nombres de Kautsky, Bernstein y O. Bauer son decisivos) pensaron que el objetivo de una sociedad comunista como la propuesta por Marx estaba muy lejos y que había que aliarse, en un periodo intermedio, con la burguesía. Para Lenin eran unos renegados. Bien distinta fue la postura de R. Luxemburgo, quien, a pesar de que peleó con uñas y dientes contra Lenin, no abdicó ni un ápice del capitalismo ni de mantener las libertades frente a la dictadura del proletariado. Por cierto, también disintieron en la defensa o no de la autodeterminación de los pueblos. R. Luxemburgo estaba en contra mientras que Lenin, como después Stalin, a favor. Tal vez el problema estribaba en cómo miraban en aquel momento a Polonia; una cuestión de hecho y no de derecho.

Los resultados los conocemos. La socialdemocracia ha ido recortando sus uñas de tal manera que se ha convertido en fiel escudera del capitalismo. Le ha dado a este el rostro humano que tanto le beneficia. En algunos países ha ido escorándose tanto hacia lo que, en el perverso juego de las convenciones, se llama derecha, que no les ha quedado un gramo de izquierdismo. Es el caso de Portugal. O recientemente de Holanda, en donde su política migratoria es semejante a la de cualquier partido ultraderechista. O en su tiempo en Italia, donde el Partido Socialista del astuto Nenni les olía a comunista. Cierto es que ya en los años veinte los socialdemócratas suecos quisieron equilibrar la balanza y pusieron en práctica el supuesto «Estado de bienestar», con un muy igualitario reparto de los recursos. Pero siempre dentro de la matriz del capitalismo de última hora y que es el furiosamente financiero. Una excepción. El resto ni siquiera se reconoce en Keynes o en la escuela de economía austriaca. Vive de las migajas de quien manda. Y, para rematarlo, en 1959, en el Congreso de Bad Godesberg, se eliminó la palabra

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Porque soy libertario»

Mira libros similares a Porque soy libertario. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Porque soy libertario»

Discusión, reseñas del libro Porque soy libertario y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.