PRESENTACIÓN
Si la filosofía es vida y, por tanto, el filósofo debe estar en medio de la plaza pública y hombro con hombro con sus semejantes, ¿cómo afronta el filósofo moral el mundo acelerado del siglo XXI en el que nos encontramos? El presente ensayo pretende, modestamente, dar alguna respuesta a esta pregunta fundamental.
Ante una realidad especialmente cambiante e incierta debido, esencialmente, a la revolución tecnológica y científica, que plantea interrogantes sobre nuestra propia identidad como seres humanos a un ritmo vertiginoso, la mirada del filósofo es una mirada preocupada y expectante. Una mirada que pretende abarcar todo el horizonte y adelantar algún tipo de contestación, aunque sea mínima y modesta, a los interrogantes angustiosos e inquietantes que todos tratamos de afrontar.
En este sentido, he querido estructurar este trabajo en una serie de capítulos que, desde la perspectiva de la ética, aborden los retos principales a los que nos enfrentamos. Estos capítulos son:
I. Ética y cultura . Comienzo por la cultura porque ella engloba toda la actividad del ser humano y, al mismo tiempo, describe el conjunto de nuestra realidad. Pero veremos cómo la cultura puede convertirse en un elemento que achique nuestra condición, que reduzca nuestras expectativas, o en una cultura creativa y comprometida que nos lleve a crecer en humanidad.
II. Ética y política . El segundo capítulo se interesa por la política, la política en el sentido amplio aristotélico. La política como la res publica y el interés por el bien común. El panorama político, el que tiene que ver con los partidos políticos y su gestión de lo público, es desolador. En un mundo globalizado, las desigualdades entre el primer mundo y el resto se han hecho abismales, nos amenazan los totalitarismos por todas partes, y los Derechos Humanos son una quimera en muchos lugares. La corrupción se ha convertido en sistémica y lo invade todo. Por eso es importante cuestionarse cómo podría ser esa política realmente preocupada por el bien común.
III. Ética y economía . Este capítulo guarda relación con el anterior, con las profundas desigualdades que apuntaba. El mundo se encuentra regido por lo que se está llamando el «neoliberalismo», término que, en realidad, oculta al capitalismo financiero feroz, ese capitalismo invisible que rige, cada vez más, la política y que está destruyendo el estado del bienestar, conseguido peldaño a peldaño y con tremenda lucha desde los inicios de la Revolución Industrial. El empobrecimiento y la precarización de las condiciones laborales de amplios sectores de la población son una gran amenaza para nuestro mundo. Por eso, una mirada ética sobre la economía se hace tan necesaria e imprescindible.
IV. Ética y feminismo . Si pensábamos que la igualdad de sexos era un logro conquistado en el siglo XX , nos hemos encontrado con que la violencia de género se ha ido haciendo cada vez más visible y con que la situación de la mujer en gran parte del planeta no ha superado la minoría de edad. Por otro lado, es una realidad incontestable que el feminismo ha vuelto a tomar conciencia y a tomar, también, la calle. Las teóricas del feminismo empiezan a hablar de la «cuarta ola» y es otra cuestión que el filósofo moral quiere plantearse.
V. Ética y religión . Desde la Ilustración, Occidente ha ido experimentando una transformación en su relación con la religión. La religión hasta entonces regía el mundo, pero fue perdiendo terreno a partir de Descartes, de manera que en la actualidad Europa se puede considerar un continente laico. No es así en otras zonas del planeta donde perviven estados teocráticos y primitivos con consecuencias globales, como el terrorismo yihadista. Tampoco podemos obviar que, en Occidente, y mucho más en África y América latina, las religiones monoteístas tradicionales se resisten a perder presencia y siguen tratando de tener voto e influenciar a la población en determinadas cuestiones de orden moral. Nuestro país no es una excepción. El capítulo pretende argumentar la definitiva separación de ética y religión.
VI. La ética ante la ciencia . Si hay un ámbito en el que la identidad del ser humano puede estar poniéndose en cuestión y en el que podemos desdibujarnos, es en el campo de las ciencias. Los descubrimientos científicos son de tal índole y llevan un ritmo tan desenfrenado en el campo de la biología y la tecnología, que se nos escapan. Lo que ocurre en los laboratorios sucede en paralelo a una realidad ajena a ellos y regida por patrones quizás ya superados por la ciencia. La respuesta a los avances en biología tiene que darla la bioética, esa ética aplicada cuyo cometido esencial es ese. A lo largo de mi vida me he comprometido muy especialmente en la defensa de la eutanasia; por eso, en este capítulo he querido dedicarle un epígrafe monográfico. Para finalizar, en este capítulo no puede obviar el filósofo los dos últimos grandes retos: la inteligencia artificial y el Transhumanismo. Es ahí donde puede estar naciendo el nuevo ser humano.
Espero haber acertado en mi selección de los grandes asuntos que pueden estar preocupándonos a todos.
I. ÉTICA Y CULTURA
1. LA ÉTICA
La ética o moral consiste, desde una formulación muy general de la que podamos partir, en lograr el mejor modo de vida con uno mismo y con los demás. O lo que es lo mismo, en ser fiel a lo que uno cree y hacer el mayor bien a los otros evitando su mal.
Lo que voy a exponer en este capítulo constará de tres partes. En la primera haré una síntesis de lo que es la ética. Es obvio que se trata de lo que yo entiendo por ética puesto que, como veremos, no todos la conciben de la misma manera. Que se trata de una mera síntesis es también obvio puesto que un cuadro de lo que es la ética se convertiría, si quisiéremos ser precisos, en un tratado. Solo discutir acerca de lo que es el razonamiento ético nos podría llevar horas y horas. En segundo lugar, me detendré en la cultura y ofreceré una serie de distinciones que nos puedan servir para las consecuencias que deseo sacar entre ética y cultura. Finalmente, pasaré a dicha confrontación o complementación sacando las conclusiones que a mí, lleno de dudas como en todo, me parecen más adecuadas.
Antes de entrar en la estructura de la ética, no estará de más realizar alguna observación sobre las diferencias, si existen, entre las palabras ética y moral. Es un hecho que muchas veces las utilizamos como sinónimas (y así las utilizaré yo) de la misma manera que, de forma pedante, los personajes públicos suelen referirse a la ética de forma enfática como si fuera una moral solo que más profunda. Y esto más que aclarar confunde. Dejo sin entrar en detalle la etimología de ambos términos porque se trata de un tema enrevesado. Ética procede del griego y moral del latín. Por otro lado, en griego y solo con el cambio de una vocal ya no se dice lo mismo. Además, el significado de una palabra no es su etimología sino el uso que hagamos de ella en el lenguaje. En este sentido y trasladándonos a nuestros días, yo distinguiría tres usos para la ética. Uno es más antiguo y lo imponen dos grandes figuras de nuestra historia filosófica. Se trata de Kant y de Hegel. Para Kant lo que importa es el deber que se da a sí mismo todo ser racional y que él llama Moralidad ( Moralität ). Para Hegel lo decisivo es el curso de la vida, que acabará en el Estado y que él llama Eticidad ( Etizitat ). Como se ve, dos casos de egocentrismo filosófico y que recuerdan aquello de Humpty Dumpty (Lewis Carroll) de «porque se puede». Otro uso de los dos términos lo encontramos en la filosofía política bien ejemplificado por el tantas veces citado en las últimas décadas, el filósofo estadounidense J. Rawls. La ética consistiría en el mínimo que todos hemos de aceptar dentro de una convivencia democrática. Por ejemplo, ser iguales ante la ley o no discriminar a nadie por datos tan accidentales como el color del pelo o el de la piel. La moral tendría que ver, bajo el paraguas de la ética, con las diferentes formas de vida de cada uno de nosotros. En otros términos, la búsqueda de la felicidad de Pilar o de Alberto o la decisión sobre su vida y muerte.