Isabella Cosse - Mafalda: Historia social y política
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- Libro:Mafalda: Historia social y política
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2014
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Mafalda: Historia social y política: resumen, descripción y anotación
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EL PROYECTO de este libro fue haciéndose casi solo. Me había ocupado de Mafalda en mi tesis de doctorado —sobre los mandatos familiares en los años sesenta—, pero sabía que me debía un estudio detenido. Comencé escribiendo un primer artículo que se alargó y me condujo, luego, a un nuevo desarrollo. El trabajo fue creciendo a medida que constataba la importancia del fenómeno e intuía algo original en mi mirada. Así, lo que empezó siendo un breve desvío fue convirtiéndose en una investigación de más largo aliento. Pude entregarme a esa intuición gracias a mi condición de investigadora de carrera del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) con sede en el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género (IIEGE) de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Disfruté de cada paso de ese recorrido. Mafalda colaboró para que eso sucediera. Las figuras de papel y tinta, creadas por el genio de Quino, invadieron mi cotidianidad. Me encontré riéndome sola, sin poder evitarlo, aun en ocasiones inconvenientes. La historieta también hizo de salvoconducto; me abrió puertas. Hubo, por cierto, tramos exigentes, incluso oscuros, que fueron estimulantes por las potencialidades de superarlos. Pero, también, pude disfrutar esta investigación porque, al hacerla, dialogué con las preocupaciones de colegas y porque me enriquecí con las personas que conocí y que me ayudaron a lo largo del camino. Quiero agradecerles.
La oportunidad para ocuparme de Mafalda se configuró en 2009, cuando, con Karina Felitti y Valeria Manzano, convencidas cada una en nuestros propios recorridos sobre las potencialidades de estudiar el humor y de entrelazar lo político y lo cotidiano, elaboramos un proyecto que fue financiado por el Fondo Nacional de las Artes. En 2010, organizamos unas jornadas de trabajo (“Risas en la historia. Vida cotidiana, familia, género y sexualidades en la Argentina a través del humor, 1910-2010”) que contaron con el auspicio del Programa en Historia de la Universidad de San Andrés, el Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la Universidad Nacional de San Martín y el IIEGE de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Presenté, allí, un primer avance en el que recibí los comentarios de Oscar Steimberg y numerosas preguntas del público, y aprendí de las discusiones colectivas. Ese texto se había nutrido de mi participación en el Programa de Estudios sobre Clases Medias —del Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES)—, el que Sergio Visacovsky, su director, me había invitado a integrar un año antes. Presenté una versión revisada del primer texto en el II Seminario de Discusión: Investigación Histórica y Etnográfica sobre las Clases Medias en la Argentina (Buenos Aires, IDES, 2010), en donde Gonzalo Aguilar, con generosidad, aceptó comentarlo. Me beneficié de su atenta lectura y de las sugerencias de los participantes. En 2013, en el mismo programa, una versión inicial del capítulo II de este libro mereció una discusión profunda con sugerentes comentarios de colegas que han enriquecido, a lo largo de estos años, mi conocimiento sobre la clase media. Esa misma versión había sido discutida, en 2012, en el Seminario de Historia Reciente, del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, coordinado por Eugenia Allier. La lectura de los colegas mexicanos fue de suma importancia para pensar Mafalda a escala latinoamericana. Un avance más extenso de ese desarrollo se benefició con una larga y productiva reunión en el Núcleo de Historia Reciente del IDAES en la Universidad Nacional de San Martín, coordinado por Marina Franco y Valeria Manzano. Recibí preguntas lúcidas y sugerencias de mucho valor a la versión final del capítulo I por parte de los integrantes del Grupo de Trabajo Historia de las Familias y las Infancias, que coordino junto a Carolina Zapiola, en el marco del IIEGE de la UBA y de la Universidad Nacional de General Sarmiento. El argumento desplegado en el primer capítulo cobró fuerza con los requerimientos de los evaluadores anónimos de la Hispanic American Historical Review y en el proceso de factura del artículo publicado en dicha revista, en el que conté con la edición maestra de John D. French y Sean Mannion y la inmejorable traducción y compañía de Laura Pérez.
Mi incursión en el campo de estudio del humor gráfico y la historieta fue amablemente recibida por parte de las colegas que lo están creando. Marcela Gené me ofreció su generosa guía para el análisis de las imágenes gráficas. Florencia Levín compartió conmigo piezas de valor halladas en su propia investigación de doctorado. Laura Vázquez me facilitó contactos y espacios de discusión, y Claire Latxague me permitió leer su tesis inédita al igual que Mara Burkart, quien, además, realizó valiosos comentarios a un avance del capítulo II. Conté, también, con el apoyo entusiasta de Judith Gociol desde mis primeras búsquedas de material, que luego se beneficiaron con la constitución del Archivo de Historieta y Humor Gráfico Argentinos, coordinado por ella. Allí, conocí a José María Gutiérrez, quien me sugirió pistas de gran valor. Aprendí, como tantas otras veces, de la inmensa sabiduría y generosidad de Emilio Burucúa.
No ha sido menos importante el diálogo con colegas de otros campos de estudio, además de los ya mencionados. Puedo reconocer en el empeño de pensar socialmente el humor las muchas conversaciones con Lila Caimari sobre la intersección de lo cultural y lo social. Conté, también, con sus comentarios a una versión inicial del primer capítulo y con su entusiasmo de siempre. Al trabajar, estuvieron presentes las discusiones que había mantenido, tiempo atrás, con Eduardo Míguez, director de mi tesis de doctorado, sobre la clase media, y las conversaciones con Dora Barrancos sobre el desafío de incorporar la dimensión de género para comprender los procesos políticos. Por otra parte, me sentí afortunada por tener la guía de Mauro Pasqualini. Evitó que me perdiera cuando decidí entrometerme con la historia italiana y me tranquilizó con su atentísima lectura del capítulo III. Una ayuda de igual importancia me ofreció Susana Sosenski con sus comentarios a la sección mexicana de ese mismo capítulo y Rebekah Pite con su prolija lectura de un avance inicial del capítulo I.
Quiero expresar mi gratitud a cada uno de ellos por haberme permitido contar con su ayuda inestimable. Me siento dichosa de verme inserta en espacios académicos estimulantes y de disponer de una trama densa de colegas capaces de ayudarme generosamente con ideas, preguntas y sugerencias. Es una satisfacción, también, que este libro sea editado por Fondo de Cultura Económica. Con su entusiasmo por el proyecto, Alejandro Archain me ofreció la seguridad que requería mi trabajo en el impulso final. Asimismo, es una fortuna tener a Mariana Rey, con toda su experiencia, a cargo de la etapa de edición. Mi agradecimiento para ambos.
Los archivos consultados fueron múltiples. Daniel Divinsky, quien aceptó pacientemente que lo entrevistase en tres ocasiones, me permitió revisar el archivo de Ediciones de la Flor. Julieta Colombo me posibilitó acceder a las carpetas de prensa de los años sesenta y setenta del archivo personal de Quino, y Alba Lampón, cuya ayuda agradezco aparte, hizo lo mismo con las carpetas correspondientes a los últimos años. Claudio Martyniuk me habilitó la consulta del archivo del diario Clarín. Sergio Morero me puso en contacto con Patricia Reynal del Centro de Documentación de la Editorial Perfil. Miriam Mohamed me ayudó en el Centro de Documentación del Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación de Córdoba. Andrea Guiu lo hizo en el archivo del diario La Voz del Interior de Córdoba. Antonio Torres, del Club del Cómic, me permitió consultar su colección de revistas y juguetes inhallables. Ana María Alonso, del archivo del diario
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