Ignacio Merino - Serrano Suñer, valido a su pesar
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- Libro:Serrano Suñer, valido a su pesar
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2013
- Índice:4 / 5
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Serrano Suñer, valido a su pesar: resumen, descripción y anotación
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El escritor Ignacio Merino, que lo conoció y lo trató asiduamente durante la última década de su vida, ofrece en Serrano Suñer, valido a su pesar una visión psicológica de su personalidad desvelando las claves de su conducta.
Una personalidad en la que convergen el brillante abogado, el hombre culto y sagaz conversador, el fiel amigo de José Antonio, el opositor al servilismo imperante alrededor de Franco y el ministro que evitó que España se posicionara al lado de Hitler, pero también el llamado cuñadísimo que apoyó la construcción del represivo régimen franquista tras el impacto psicológico que le produjo la muerte de sus dos hermanos durante la Guerra Civil.
En el verano de 1942 Serrano Suñer cesó en el gobierno por la presión política de los neofalangistas, los militares franquistas y la astucia de Carrero Blanco. También por las exigencias de Carmen Polo, hermana de su mujer, Zita, indignada ante la evidente paternidad de la niña Carmen Díez de Rivera, fruto de la apasionada relación entre Serrano Suñer y Sonsoles de Icaza, la bellísima y elegante marquesa de Llanzol.
«Con su prosa de enorme potencia y castellano impecable, llena de gracia y fluidez», en palabras de Paul Preston, el autor nos hace revivir la epopeya de un personaje singular y sugerente que estuvo en el proscenio de la Historia.
Ignacio Merino
ePub r1.0
Titivillus 07.03.15
Ignacio Merino, 2013
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
A Joselito Serrano Suñer
von Cramer Klett,
en cuya mirada e inteligencia
encontré la huella de su abuelo.
IGNACIO MERINO (Valladolid, 1954) es licenciado en Filología inglesa y diplomado en Psicología y Filosofía Pura. Fue jefe de Prensa en la embajada de España en Londres y corresponsal de la agencia periodística internacional United World. Escritor y periodista apasionado por los escenarios históricos, colaboró con el diario El Mundo en la obra colectiva El reportaje de la Historia, dirigió en Radio Intercontinental el programa Claves de la Historia y firma asiduamente artículos en revistas como Historia y Vida o La Aventura de la Historia.
Ha publicado novelas con fondo histórico, escritas desde una perspectiva psicológica sobre los personajes y los acontecimientos, tales como Amor es rey tan grande (ficción de la pasión y martirio de Leonor de Guzmán), La ruta de las estrellas (sobre el explorador del Nuevo Mundo Juan de la Cosa) y Por El Empecinado y la libertad (intensa peripecia vital de este guerrillero liberal), esta última será llevada al cine próximamente. En La Esfera publicó la novela El druida celtíbero.
Vive en el barrio de los Austrias de Madrid. Actualmente es director de contenidos del canal de televisión online Literalia.tv.
[1] En el exterior lo sería Salvador de Madariaga.
[2]El franquismo sin mitos. Conversaciones con Serrano Suñer, con prólogo de Hugh Thomas, Editorial Grijalbo, Barcelona, 1981.
[3]Serrano Suñer. Historia de una conducta, con prólogo de Paul Preston, Planeta, Barcelona, 1996.
[4]Boletín militar de Cochabamba, Bolivia, 1966.
[5] Luego supe que ella era una de sus clientes favoritos, por su talle y en especial por su largo cuello, que permitía airosos escotes.
[6] Armero, el hombre polifacético que tuvo un papel relevante en la Transición, moriría un año después.
[7] En la edición de Historia de una conducta de Planeta aparece la anécdota, pero no los nombres de los presentadores. Diecisiete años después no creo que aquella amable omisión por mi parte tenga ya importancia. Sí la tiene, sin embargo, nombrar a los interfectos, pues da sentido a la anécdota.
[8] Este club madrileño fue el primero en utilizar el nombre de «casino», cuando se fundó en 1836, gracias a la iniciativa de un grupo de aristócratas y militares. El general Fernández de Córdoba, que inició las primeras gestiones, explicó que no quisieron utilizar «círculo» o «sociedad» para evitar connotaciones políticas, tan habituales en el siglo XIX. La idea nació de la tertulia del cercano café Sólito y los socios ocuparon distintos locales hasta que en 1915 se inauguró la magnífica sede que conocemos hoy.
[9] Rafael Borrás Betriú, Memorias de un editor, vol. I, La batalla de Waterloo, Ediciones B, Barcelona, 2003; vol. II, La guerra de los planetas, Ediciones B, Barcelona, 2005.
[10] Luego supe que la preciosa estatua de Augusto militar revestido de coraza, que está en el museo de Tarragona y se ha convertido en símbolo de la ciudad, la consiguió también él y la donó a la Tarraco imperial, tierra de sus mayores.
[11] El título de marqués de Pedroso de Lara se lo concedió el rey Juan Carlos I un año antes de los hechos que se relatan. No confundir este marquesado con los de Pedroso o de Lara por separado, que son títulos históricos, concedidos por Carlos II y Felipe V, respectivamente.
[12] De hecho, las únicas correcciones que hizo fueron dos y ambas una vez publicado el libro: que lo que yo llamaba «glorieta de Sevilla» en Madrid, era en realidad la calle Sevilla y que el balcón desde donde lanzó el grito de «¡Rusia es culpable!» no era del Ministerio de Educación, sino del edificio contiguo, que pertenecía a la Falange de Madrid y hoy alberga la Secretaría General de Prisiones.
[13] La segunda versión del libro, revisada y aumentada, la publicó Algaba (EDAF) en 2004, con el título de Conciencia y poder.
[14] A partir de ahora, los párrafos con forma de diálogo que empiecen con comillas son extractos literales de las declaraciones de Serrano Suñer.
[15] Fernando García Lahiguera, Ramón Serrano Suñer: un documento para la historia, Argos Vergara, Barcelona, 1983.
[16] El ducado de Villahermosa (no confundir con el de Vistahermosa) lo creó en 1476 Juan II de Aragón en favor de su hijo Alonso de Aragón, hermanastro de Fernando el Católico. El sexto duque añadió el condado de Luna, que quedó aparejado como previo y título de primogenitura, lo que hizo que en el siglo XVIII se intitularan condes duques de Luna. Su patrimonio era extensísimo. En Madrid, su residencia era el actual museo Thyssen-Bornemisza. En Guipúzcoa poseían la casa natal de Íñigo de Loyola y el palacio de Narros en Zaráuz. Pero la raíz era Zaragoza, donde se halla su palacio mayor, del siglo XVII. Descendientes de la casa real de Aragón, emparentaron con grandes linajes a través de los siglos y con frecuencia entre la propia familia, de modo que el marquesito de Estella, en efecto, debió de parecerle poca cosa al XVII duque.
[17] «Hay que acabar con la monarquía».
[18] Un buen ejemplo de ello es que cuando el gran Canalejas riñó la cátedra de Literatura contra el erudito Menéndez Pelayo (veinte y veintiún años tenían las lumbreras) los partidarios de uno y otro llegaron a enfrentarse a puñetazos en la Puerta del Sol.
[19] Curiosamente, Unamuno, decano de todos ellos e incluso el más crítico, no participó en esta iniciativa ciudadana. Claro que don Miguel era un rebelde «a la española»: individualista, poco dado a conformarse y más bien ácrata.
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