El currículum de la Puerta del Sol, su biografía, pertenece al genoma de la Historia española. Por eso es una plaza emblemática, un símbolo de lucha, libertad y encuentro. Ámbito singular que arrastra un sentimiento hondo, inexplicable.
Todos conocemos la madrileña Puerta del Sol. La hemos vivido y transitado. Hemos vibrado con las campanadas de Fin de Año y también en fiestas populares o celebraciones deportivas. La hemos visto clamar con pasión, a favor o en contra de algo. Pocos sabemos, sin embargo, lo que ha vivido esta plaza convertida en el corazón de Madrid y kilómetro cero de España.
Fueron los comuneros quienes la pusieron en el mapa de Madrid, cuando la villa se amuralló contra los imperiales de Carlos V, y fue la Primavera Española, el 15M, la que mostró la Puerta del Sol de la capital española en las portadas mundiales de prensa y televisión.
Sirva esta obra como tributo literario al carisma de la Puerta del Sol y a sus miles de amantes.
Biografía de la Puerta del Sol
Ignacio Merino
Título: Biografía de la Puerta del Sol
© 201X, Ignacio Merino
© 201X de esta edición: Kailas Editorial, S.L.
Calle Tutor, 51, 7. 28008 Madrid
Diseño de cubierta: Rafael Ricoy
Realización: Carlos Gutiérrez y Olga Canals
ISBN ebook: 978-84-16523-71-9
ISBN papel: 978-84-16523-49-8
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Índice
A Cristina Caro, la Duquesa, musa inextinguible,
junto con el pintor Fausto Domecq (d.e.p.)
A Carlos de Santiago Snoopy, artista y chulapo posmoderno,
junto con el escritor Vicente Carretón (d.e.p.)
A Paloma Aznar Vampirella, periodista del abismo,
junto con el poeta Leopoldo Alas (d.e.p.)
Mis ojos y mi memoria de un Madrid auténtico,
junto con mis evocaciones más genuinas.
Y eternas.
Y muy especialmente,
a mi querido amigo y excelente editor Ricardo Artola,
que me publicó en su día la Biografía de la Gran Vía
y me pinchó para que escribiera también esta de la Puerta del Sol.
En reconocimiento de su comprensión, solidaridad,
fina inteligencia y humor;
cualidades imprescindibles para quien quiera ser editor.
Auténtico.
«La Puerta del Sol es el laboratorio político-cortesano,
económico-social, científico y literario de Madrid».
Mesonero Romanos
El antiguo Madrid, 1861
«Una pedrada en la Puerta del Sol mueve ondas
concéntricas en toda la laguna de España».
Ramón Gómez de la Serna
Greguerías
«La Puerta del Sol es el zoco y la ceca donde se acuñan
los hombres del 98, siendo Valle el más visible por
la chistera o la melena y Maeztu el más inquieto:
llegaría a atravesar a gatas toda la plaza».
Francisco Umbral
Los botines blancos de piqué
Prólogo
Una biografía es el relato de la vida de una persona, pero también puede aplicarse a un país, una ciudad o un lugar emblemático como la Puerta del Sol. Y de esta manera nació la idea de este libro, como una historia viva que recorre los orígenes y transformaciones, la presencia y destrucción de edificios que formaron no solo el escenario sino el hilo argumental de un pedregal a las afueras de un burgo de fundación musulmana y desarrollo medieval.
La Puerta del Sol como espacio patrimonial del pueblo de Madrid nació con la revuelta comunera, a principios del siglo XVI. No se dejó atrapar por el afán posesivo de las parroquias y creció libre hasta que los comuneros la cerraron con una empalizada de madera. Cuando los imperiales vencieron y Carlos V retornó, no solo se reconcilió con la ciudad sino que la hizo una de su predilectas, reformó el alcázar y levantó la única puerta monumental que ha tenido la plaza y que duró solo treinta años, hasta que su hijo Felipe amplió la cerca urbana.
Había superado su origen de arrabal sin convertirse en mercado, como le ocurrió a la plaza Mayor. Fue la encrucijada ancha que reunía a gentes muy diversas, pero mantuvo su condición de sede asamblearia, sitio en el que manifestar públicamente ira o alegría, punto crucial de motines y algaradas. Con Felipe II se convirtió en plaza conventual porque esa era la mentalidad del Barroco, que los conventos presidieran los espacios públicos para insuflarlos de vida virtuosa. Pero fue solo un disfraz. Con los Austrias menores, el pueblo fue tomando los puntos estratégicos para recuperarla: el Mentidero profano y conspirador de San Felipe, la fuente de La Mariblanca rodeada por una pléyade de aguadores castizos y deslenguados, pillos, mujeres de lengua suelta y pícaros de todas clases, frente al mentidero cortesano, burlesco, declamador de versos y coplillas que se instaló en el atrio del Buen Suceso, mientras del lado norte y en el callejón de Oñate las mujeres de vida alegre seducían a los combatientes ociosos de los tercios para fundirles la soldada.
Con los Borbones la cosa cambió. El reformismo ilustrado sentó sus reales y levantó edificios nobles. La acera de la Casa de Correos se convirtió en paseo de aristócratas para dejarse ver. Los nuevos funcionarios, la Casa de Postas, la Aduana, Bellas Artes, alteraron la fisonomía de la encrucijada hasta convertir a los madrileños en ciudadanos. La Revolución de 1808 devolvió el cetro al pueblo y los majos reinaron. Después llegaron los liberales y los intelectuales, pero aquello fue más un adorno del espíritu, un añadido que no alteró el ser de la plaza sino que lo enriqueció.
Los madrileños compartieron la plaza con los visitantes y estos la hicieron también suya. Allí se iba para tomar la posta y salir de viaje o echar una carta, languidecer en un café, conspirar o amotinarse, pasear a lo chipén y vender flores a los señoritos, alojarse, hacer negocios, divertirse en un café cantante, emborracharse, distraer carteras o interpretar el tocomocho una vez más con cualquier isidro tan codicioso como ingenuo, en fin, cualquier cosa que cupiera en el teatro-mundo de una ciudad extrovertida como Madrid que encontró el cénit de su alegría y su casticismo en esta plaza que, a pesar de todo, acabó tan elegante como si fuera parisién.
Al despuntar el siglo XX la Puerta del Sol seguía viva y peleona. Había sorteado las fases de su crecimiento sin quedarse anclada en ninguna. Popular y cosmopolita, paseante y viajera, festiva y trágica, seguía siendo el corazón de los Madriles. En ella resonó el grito de alegría de la proclamación de la Segunda República y allí las tropas franquistas conocieron también su apoteosis.
Y aún quedaba el despertar del siglo XXI, cuando la palabra Sol, junto con fotografías de la plaza abarrotada y cubierta de tiendas de campaña, apareció en la prensa de todo el mundo anunciando la Primavera Española.
I
Asamblea del Pueblo Soberano
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