Guido Cavalcanti - Salomón, rey de reyes
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- Libro:Salomón, rey de reyes
- Autor:
- Editor:ePubLibre
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- Año:2000
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Salomón, rey de reyes: resumen, descripción y anotación
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GUIDO CAVALCANTI (Florencia, h. 1260 - Sarzana, actual Italia, 1300), poeta italiano, de familia noble y próxima al partido de los güelfos. Se casó con Beatrice, hija del jefe gibelino Farinata degli Uberti, demostrando su escaso interés por las luchas partidistas de la época. Estudió retórica y filosofía, recibiendo en especial la influencia del averroísmo.
«…la sabiduría de Salomón superó la de todos los orientales y egipcios… compuso tres mil proverbios, y sus poemas fueron mil cinco. Habló de las plantas, desde el cedro que crece en el Líbano hasta el hisopo que surge del muro; habló de los animales, de los pájaros, de los reptiles y de los peces…».
(LIBRO DE LOS REYES, 4, 26-29)
Título original: Salomón, rey de reyes
Guido Cavalcanti, 2000
Retoque de cubierta: Skynet
Editor digital: Skynet
ePub base r2.1
Esta obra pone al alcance del lector no solo una visión de la sugestiva figura del rey más destacado del mundo antiguo sino que nos brinda también las peculiaridades de un reinado cuya proyección histórica ha conformado decisivamente la cultura occidental. El libro es una aproximación viva y palpitante a la esencia de nuestra vida religiosa, una pantalla donde se proyecta una información amena y precisa sobre nuestras pautas culturales, un fresco que revela las claves ocultas de una serie de valiosos símbolos que todavía animan la vida del hombre de hoy. La historia apasionante, en fin, del rey Salomón, desde su azarosa coronación a su amargo final, proscrito por Jehová. La vida de un hombre pletórico de fuerza e ideas, rodeado de cientos de esposas y concubinas, que desdeñando las armas para ampliar sus dominios afianza la herencia de su padre David mediante la cultura y una administración sabia y justa.
Reyes y príncipes, poetas y profetas, comerciantes y nómadas, acuden en masa a Jerusalén para contemplar la gloria de un hombre que figura primordial de la realeza, acaba sin embargo convertido en el oprobio de la ortodoxia religiosa. Unificador de las tribus de Judá e Israel, fundador de la nueva capital Jerusalén sobre las ruinas de la legendaria Salem, Salomón es el constructor del primer Templo: el referente principal del judaísmo. Rey lúcido cuyo esplendor y sabiduría atrae a su corte a todos los notables de su tiempo, incluida la legendaria reina de Saba, con la cual según ciertas tradiciones tiene amores y hasta un hijo. ¿Son los Cantares el críptico epitalamio de estos amores? Invitada de excepción en la Casa del Bosque del Líbano, ella no lo revela. En su lugar, la bella Sulamita constata solo la gloria de Salomón: «Bienaventurados sean tus varones, dichosos estos tus siervos que están continuamente delante de ti y oyen tu sabiduría. Jehová tu Dios sea bendito, pues se complació en ti para ponerte en el trono de Israel, porque Jehová ha amado siempre a Israel y te ha puesto por Rey para que hagas derecho y justicia».
Guido Cavalcanti
Apasionante historia del más destacado monarca del Mundo Antiguo, al final proscrito por Jehová
ePub r1.0
Skynet 09.03.2020
HIJO DE DAVID
La meta del hombre ilustrado es la búsqueda del conocimiento, y la finalidad del poder, que teme siempre a todo aquello que desconoce y que por lo tanto no puede controlar, es aniquilar el conocimiento, ya que este, como sinónimo de libertad, permite que los hombres dejen de ser un objeto de fácil dominio en las manos del poderoso. De ahí que resulte altamente anómala la figura de Salomón, ya que el Rey de Jerusalén encarna tanto el poder como el conocimiento. Tan notoriamente anómala es su figura que incluso Jehová no vacilará en reprenderlo y en amenazarlo con desposeerle del gobierno de las tribus de Israel.
Salomón es saludado como el Rey de Reyes. Un título que a ojos de la ortodoxia es un verdadero sacrilegio, pues hasta entonces estaba estrictamente reservado a Dios. Y además, es también el Sabio, el iluminado que sabe regir tanto su reino con justicia como equilibrar armoniosamente las relaciones entre los hombres. Su padre David es el Mesías de Israel —un tratamiento reservado al rey—, pero Salomón desdeña asumir tan alto honor, renuncia a la jefatura honorífica del sacerdocio levita y se limita, mientras prosigue infatigable su camino de conocimiento o sabiduría, a engrandecer más aún el reino que recibiera en heredad de su padre.
David nació en Belén de Judá, allá por el año 1010 a. C. y, de muy joven, entró como doncel en la corte del rey Saúl siendo destinado al servicio de la reina Michal y de su hijo Jonathan, prácticamente de la misma edad que David. Ambos jóvenes se llevan muy bien, la esposa de Saúl distingue al apuesto David con su afecto y hasta el Rey, que ignora que en realidad David ha sido enviado a la corte por deseo expreso del profeta Samuel, lo aprecia también y lo nombra su escudero. Samuel (XVI, 23) nos precisa que «cuando el espíritu de Dios se apoderaba de Saúl, David tomaba el arpa, la tañía y el rey mostraba un gran alivio y bienestar…».
Finalmente, sin embargo, Saúl recela respecto de la verdadera misión de David en su corte y, para librarse de él, lo manda a luchar contra los filisteos. Nunca su decisión pudo ser más fatídica pues, contra toda previsión, David regresa aureolado con una victoria prodigiosa, ya que, de acuerdo con el relato bíblico, vence al gigante Goliath, quien había desafiado a cualquier soldado israelita a entablar un combate singular. La lucha entre el jovencísimo David y el invencible Goliath tiene más de teatral que de histórica, pero el hecho es que a continuación el relato sitúa de nuevo a David en la corte de Saúl, no sin que antes el héroe de la certera pedrada lanzada contra el gigante haya reconquistado varias ciudades ocupadas y haya puesto en fuga a los ejércitos filisteos.
La Biblia, en realidad, da dos versiones de la hazaña de David frente a los filisteos. En la primera, cuando David entra al servicio de Saúl es un perfecto desconocido y, solo más tarde, cuando el rey advierte la influencia de David sobre su esposa y sobre su hijo, empieza a preocuparse por él y a sentir unos celos enfermizos por el vencedor de Goliath. A partir de este punto, ambas versiones coinciden, pues ponen en evidencia los celos y la envidia de Saúl y, como prosiguen ambos relatos, la popularidad del joven guerrero tras su victoria empaña la gloria del Rey y, temiendo este por la seguridad de su trono —o dándose a sí mismo esa excusa—, Saúl no vacila en urdir un complot para asesinar a David.
La situación social y religiosa de Israel, en los albores del primer milenio anterior a nuestra era, es, ciertamente, compleja, pues, pese a la conquista de Josué y al orden impuesto por su sucesor Saúl, la paz estaba lejos de ser estable. Y no solamente en cuanto a la cuestión bélica con sus vecinos sino, sobre todo, respecto de las disputas de orden religioso entre el propio pueblo judío, ya que los seguidores de la línea «yahevista» pretendían controlar la monarquía, a lo cual, como es obvio, además de los elohimistas por cuestión dogmática, los primeros en negarse a tal intervención en el ejercicio de sus funciones eran los propios reyes. Samuel, el profeta que capitaneaba la facción de los yahevistas, no dudó en buscar el apoyo del rústico reino de Judá (que en aquellos tiempos sobrevivía ajeno a la tutela de Israel) para enfrentarse a Saúl. Y, dado que Judá, después del episodio de Sansón, estaba sometida a los filisteos, la huida de Samuel es interpretada por Saúl como si su opositor se hubiese pasado al enemigo.
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