Juan Sebastián Landoni
Empresario institucional
(prólogo por Juan Carlos Cachanosky)
© Juan Sebastián Landoni , ROSARIO, ARGENTINA, 2015
© Editorial Episteme, GUATEMALA C.A., 2015 (edición digital)
Revisión y diagramación: Luis Alejandro Ramos
Diseño de la portada: Julián González Gómez
ISBN: 978-9929677142
1ª edición digital en español
ÍNDICE:
Agradecimientos
Si no fuera por el impulso y la claridad recibidos de Juan Carlos Cachanosky, no hubiese terminado este trabajo. Debo agradecer además, los valiosos comentarios de Gabriel Zanotti, Wenceslao Gimenez Bonet, Martín Krause y Pablo Guido. También el aporte bibliográfico de Ivo Sarjanovic, siempre actualizado y oportuno en sus recomendaciones de lectura.
Por supuesto, la responsabilidad de los errores subsistentes me corresponde.
Finalmente, agradezco el tiempo dispensado por mi familia: mis padres, mi pareja Fernanda y nuestros hijos Vera y Juan Bautista.
Prólogo
La publicación de este libro de Juan Sebastián Landoni fue para mí una gran alegría porque es un tema muy importante para comprender las influencias de los empresarios en los cambios institucionales de las sociedades. Pero, además, J. S. Landoni es un excelente ejemplo del profesor que produce y contribuye al avance y la difusión de la ciencia.
Uno de los dilemas de las democracias, como generalmente son entendidas, es que parecen tener un incentivo perverso: para ganar elecciones los políticos hacen promesas que implican aumentar el gasto público y violar derechos de terceros. No es casualidad que el gasto público haya tendido un aumento continuo respecto del producto interno bruto. Países como los Estados Unidos y Gran Bretaña, que han sido bastiones de la defensa de los derechos de propiedad, se han convertido lentamente en sociedades reguladas y perseguidas por los gobiernos. Un país se deferencia de otro solamente en la “velocidad” con que esto ocurre. Pero la dirección es la misma en casi todos los casos, por no decir que en todos.
Este libro distingue entre “empresarios institucionales” y empresarios destructivos o pseudo empresario. El empresario institucional es el que busca y defiende la libre competencia. Es un verdadero empresario. Es empresario que no tiene miedo a enfrentar la competencia, innova, contribuye a mejorar el bienestar de todos los ciudadanos. El empresario institucional es, como dice Adam Smith, impulsado por una mano invisible a promover el bienestar general y esto requiere de libre competencia. Pero también señala que la gente del mismo negocio, que se reúne por diversión, termina conversando de conspiraciones contra el público para hacer subir los precios restringiendo la competencia. Según Smith (1776) es un absurdo creer que la libertad de comercio pudiese volverse a instaurar en Gran Bretaña debido no solamente por los prejuicios del púbico sino, lo que es mucho peor, debido a los intereses privados de muchos individuos que ofrecen una gran resistencia.
Muchas veces se confunde la defensa de la propiedad privada con el liberalismo, pero esto está muy lejos de ser cierto. La defensa de la libre competencia implica defender la propiedad privada, pero la defensa de la propiedad privada no implica defender la libre competencia. Los empresarios destructivos defienden “su” propiedad a costa de la propiedad o libertad del resto de las personas. Piden protecciones arancelarias, subsidios, monopolios, restricciones a la competencia o viven de hacer negocios con los gobiernos.
Las democracias, sin un gobierno limitado, terminan convirtiéndose en las peores de las dictaduras. Nos dice Charles de Montesquieu que “no hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia”
La historia tiene, lamentablemente, muchos de estos ejemplos, que no son modernos sino que los podemos observar hasta en la Antigua Grecia. Una de las pocas ideas de Karl Marx que parecen ser ciertas es que la democracia es el mejor camino al socialismo. Obviamente, Marx estaba viendo la fuerza creciente del proletariado como “clase social” que iba ganando poder. Pero el problema más profundo es que no son solamente los “proletarios” los que empujan hacia el socialismo. Gran parte de los políticos, educadores, periodistas y empresarios destructivos empujan en la misma dirección sin darse cuenta que están corriendo hacia un precipicio que termina en mayor pobreza y restricciones crecientes de las libertades.
Las sociedades necesitan de políticos y empresarios institucionales que defiendan los principios de una sociedad libre si es que se aspira a un mayor bienestar para todos. Pero lo que parece prevalecer en la mayoría de la gente es la idea de algún ente “superior” debe protegerla. Esta creencia parte del supuesto de que los gobernantes y políticos en general son personas altruistas que no van a usar el poder para beneficiarse a costa de la población y de que tiene la sabiduría para hacerlo. Pero el hecho concreto es que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe totalmente, como señalaba Lord Acton. Los siglos pasan y se sigue creyendo que los gobernantes son ángeles o que las ideas y lealtades van a prevalecer sobre la tentación de ganar dinero a costa de los demás. Las mejores constituciones que defienden los derechos indiviuales, como la estadounidense, no han podido frenar esta “mano invisible perversa”
Si bien es cierto que los “empresarios destructivos” son una fuerza relativamente poderosa para marchar hacia sociedades más y más reguladas, el camino les sería más difícil si los jueces de los países gozaran (1) de independencia total del poder ejecutivo y (2) conocieran más la diferencia entre derecho y legislación.
Tal vez en el futuro se pueda pensar en estado cuyos gobernantes tuviesen incentivos similares a los que hay en algunas sociedades anónimas que cotizan en bolsa. Millones de accionistas tienen que cuidar que los directores de la empresa tomen decisiones que protejan sus intereses. Los intereses de los directivos tienen que estar alineados con los de los accionistas. Esto no ocurre en todas las empresas de este tipo pero hay muy buenos ejemplos de incentivos diseñados para hacer coincidir intereses. En otras palabras, los políticos no son seres humanos distintos a los gobernados, quieren poder y dinero. Esto no tiene nada de malo si no se hace usando la ley para robar (como indica F. Bastiat en La ley ). La remuneración de los políticos podría llegar a estar atada a la creación de riqueza en el país, por ejemplo como evolución del promedio del precio de las acciones en el mercado.
Este libro es, sin duda, una gran contribución para incentivar a empresarios institucionales a innovar para encontrar una solución a la gran paradoja de la democracia como es popularmente entendida y que resulta ser la destrucción de la libertad.
Dr. Juan Carlos Cachanosky
Buenos Aires, Argentina, junio 2015
Introducción
El presente libro es de carácter teórico. Sus temas de estudio son la empresarialidad y las instituciones de economía de mercado. En particular, la relación entre ambos: los efectos de las instituciones en la empresarialidad y, a la inversa, de los descubrimientos empresariales sobre las instituciones.
En términos generales, se enmarca en el estudio del proceso económico de mercado, de las instituciones que lo definen, de la función empresarial y del cambio institucional que los empresarios pueden provocar.
El objetivo principal es el estudio analítico del efecto de la acción empresarial sobre las instituciones que rigen a los individuos en el proceso de mercado. Reconociendo la importancia de las instituciones para incentivar y multiplicar los eventos empresariales, este libro pretende indagar la causalidad contraria, i.e. el impacto de los descubrimientos empresarios en las reglas formales e informales de la sociedad.
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