PREFACIO A LA EDICIÓN
PARA EL LECTOR
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E N LOS PRIMEROS MESES POSTERIORES a la publicación de este libro quedó claro que habíamos tocado un punto sensible. El libro, que surgió de una conferencia en honor a uno de los más grandes economistas del mundo, Kenneth J. Arrow, estaba dirigido más a una audiencia académica que nuestros escritos más populares. Sin tapujos incluimos complicadas ecuaciones matemáticas: las matemáticas se han convertido en el idioma prevaleciente entre los economistas académicos. Queríamos hablarles a ellos, persuadirlos de que algunos de sus más arraigados preceptos –incluso, las virtudes del libre comercio–, al menos para los países en vías de desarrollo, necesitaban repensarse, una vez que pensáramos con mayor profundidad acerca de lo que verdaderamente había producido los aumentos en los niveles de vida que han marcado los últimos doscientos años, y acerca de la creación de sociedades del aprendizaje. Los gobiernos –argumentamos– deberían enfocarse en los elementos que crean una sociedad del aprendizaje. Algunas de las políticas que tradicionalmente habían defendido los economistas, de hecho, lo impedían.
En las últimas dos décadas se había vuelto tradicional describir la economía hacia la que nos dirigíamos como una economía del conocimiento y como una economía de la innovación. Sin embargo, se había prestado muy poca atención a lo que eso implicaba para la organización de la economía y la sociedad o, incluso, para preguntas todavía más específicas, como qué implicaba eso para las políticas económicas. Sin embargo, nuestro argumento aquí era más general: que el éxito en potenciar los niveles de vida incluso para las economías que estaban muy por debajo de la frontera –que no estaban a la vanguardia en cuanto a los avances en ciencia y tecnología– requería la creación de una sociedad del aprendizaje.
En consecuencia, la recepción que tuvo el libro, no solo en los países avanzados de Europa, sino en los países en desarrollo y en los mercados emergentes –en Malasia, Singapur, Turquía, Jordania, Sudáfrica y en todas partes donde tuvimos la oportunidad de discutir las ideas– fue alentadora. Un importante comité de expertos holandeses, con lazos cercanos al gobierno, emitió un reporte sobre La creación de una economía del aprendizaje (Creating a Learning Economy) : un modelo para que ese país siguiera adelante.
Muchos, tanto en los países avanzados como en los mercados emergentes, nos preguntaron si podíamos producir una versión más corta, enfocándonos en los principales desarrollos teóricos, en los mensajes más importantes, en las prescripciones de políticas centrales. Esta edición responde a esa petición. Durante casi un año desde que terminamos el borrador de la primera edición del libro hemos continuado con nuestra investigación, afinando algunos resultados, clarificando algunas de las complejas compensaciones, vinculando a nuestro marco global algunos de los debates en curso sobre políticas. La edición incorpora algunas de estas nuevas ideas, especialmente en el Capítulo 11.
Los capítulos 5 y 6 que describen la relación entre la competencia y la innovación y discuten la eficiencia del mercado en lo referente a la innovación básicamente fueron reescritos, pero el mensaje es el mismo: La relación entre la competencia y la innovación es compleja; mucho más compleja de lo que nos habíamos percatado anteriormente. Aun así, podemos identificar algunos de los factores fundamentales. Además, no existe la presunción de que el mercado sea eficiente ni en el ritmo ni en la dirección de la innovación. El gobierno tiene un papel que llevar a cabo, y las reflexiones obtenidas a partir de nuestro análisis de los factores que afectan el ritmo de la innovación pueden y deberían ayudar a moldear nuestras políticas de innovación.
En la versión original del libro, la Parte Dos se dedicó a desarrollar el estudio analítico matemático que subyace a la creación de una sociedad del aprendizaje . Sin embargo, las revelaciones básicas pueden transmitirse en palabras, y los capítulos 7 y 8 intentan hacer justamente eso, acompañados por apéndices que brindan sencillas exposiciones diagramáticas de las ideas fundamentales. Los lectores que estén interesados en los modelos formales que subyacen al análisis son referidos a la edición original del libro y a los documentos más extensos que citamos.
La versión original incluyó comentarios sobre la conferencia Arrow impartida por Robert Solow, Kenneth Arrow y Philippe Aghion, un resumen de la discusión que siguió a la conferencia Arrow y un documento complementario sobre políticas industriales escrito por Aghion. Debido a las limitaciones de espacio, todo esto ha tenido que omitirse en esta edición.
Además de los agradecimientos mencionados en el «Prefacio a la edición original», deseamos agradecer la asistencia de Eamon Kircher-Allen y de Feiran Zhang para la preparación de esta edición de La creación de una sociedad del aprendizaje .
J OSEPH E. S TIGLITZ
B RUCE G REENWALD
Nueva York, noviembre de 2014
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E STE VOLUMEN es resultado de la primera de una serie de conferencias para honrar a uno de los más destacados graduados de la Universidad de Columbia, Kenneth J. Arrow, quien recibió su doctorado por parte de Columbia en 1951. Su tesis, publicada posteriormente como Elección individual y valores sociales (Individual Choice and Social Values) , fue un punto de referencia en economía, filosofía y ciencia política. Durante los más de sesenta años que siguieron, Ken avanzó para convertirse en un gigante de la economía, la ciencia política, la teoría de la organización y la investigación operativa.
La Universidad de Columbia ha tenido una larga lista de distinguidos graduados y miembros de su profesorado. La lista de profesores de Economía incluye a Milton Friedman, quien impartió clases en Columbia durante diez años; a Arthur Burns, quien sirvió en el Consejo de Asesores Económicos durante el mandato del presidente Eisenhower de 1953 a 1956 y como presidente de la Junta de la Reserva Federal de 1970 a 1978; y a Wesley Mitchell, quien junto con Burns tuvo un papel fundamental en la fundación de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas, uno de los laboratorios de ideas más importantes del país, el cual se enfocó durante sus primeros años en mejorar la comprensión de las fluctuaciones económicas. Existen muchos otros grandes, que son más conocidos para quienes se encuentran dentro de la profesión económica que para quienes están fuera, incluyendo a Harold Hotelling, Albert Hart y John Bates Clark (cuya medalla que lleva su nombre se otorga cada año al economista menor de 40 años que ha hecho la contribución más significativa a la economía; Arrow fue el quinto galardonado con este honor).