La llamada Gran Recesión ha afectado a más personas que ninguna otra crisis desde la Gran Depresión. En Estados Unidos, las políticas públicas deficientes y una falta de escrúpulos generalizada han favorecido el desastre financiero actual, cuyo contagio al resto del planeta ha sido devastador.
Quién mejor que Joseph Stiglitz para diagnosticar una situación tan compleja de un modo tan accesible. Sus consideraciones acerca del nuevo papel que deben asumir gobiernos y mercados, de la urgente necesidad de regulación y del distinto modo en que se debería gestionar la globalización tienen un peso especial dentro de la batalla de ideas que conformará el «nuevo mundo» destinado a emerger de esta crisis.
Caída libre da voz a todas esas personas que vieron indignadas cómo Wall Street acababa con hogares y empleos; cómo los gobiernos fueron incapaces de frenar la crisis y no dieron más pasos de los estrictamente necesarios; cómo los banqueros se contradecían pidiendo que el Estado les sacara del apuro al mismo tiempo que se oponían a una regulación menos propicia a futuras crisis. Stiglitz ofrece alternativas para lograr una economía próspera y una sociedad moral para el futuro.
Joseph Stiglitz
Caída libre
El Libre Mercado y el hundimiento de la economía mundial
ePub r1.0
3L1M4514502.04.16
Título original: Freefall, America, Free Markets, and the Sinking of the World Economy
Joseph Stiglitz, 2010
Traducción: Alejandro Pradera & Núria Petit
Editor digital: Titivillus
Aporte original: Spleen
ePub base r1.2
A mis alumnos, de los que tanto he aprendido, en la
esperanza de que aprendan de nuestros errores.
JOSEPH EUGENE STIGLITZ (Gary, Indiana, 9 de febrero de 1943, EE. UU.) es economista y profesor.
Ha recibido la Medalla John Bates Clark (1979) y el Premio Nobel de Economía (2001). Es conocido por su visión crítica de la globalización, de los economistas de libre mercado (a quienes llama «fundamentalistas de libre mercado») y de algunas de las instituciones internacionales de crédito como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. En 2000, Stiglitz fundó la Iniciativa para el diálogo político, un centro de estudios (think tank) de desarrollo internacional con base en la Universidad de Columbia (EE. UU.) y desde 2005 dirige el Instituto Brooks para la Pobreza Mundial de la Universidad de Mánchester. Considerado generalmente como un economista de la Nueva Economía Keynesiana, Stiglitz fue durante el año 2008 el economista más citado en el mundo. En el 2012, ingresó como académico correspondiente en la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras de España.
Notas
[1] Sharon LaFraniere, «China Puts Joblessness for Migrants at 20 Million», New York Times, 2 de febrero de 2009, p. A10. El Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la Secretaría de Naciones Unidas estima que entre 73 y 103 millones de personas más permanecerán o caerán en la pobreza en comparación con una situación en la que hubiera proseguido el crecimiento anterior a la crisis. Naciones Unidas, «World Economic Situation and Prospects 2009», mayo de 2009, disponible en
[2] A Alan Schwartz, que dirigió Bear Stearns, el primero de los grandes bancos de inversión que quebró —pero de una forma que todavía le está costando miles de millones de dólares a los contribuyentes— el Comité del Senado para la Banca le preguntó si creía haber cometido algún error: «Puedo asegurarles que es una cuestión sobre la que he pensado mucho. Mirando hacia atrás y analizándolo retrospectivamente, diciéndome: “Si hubiera sabido exactamente las fuerzas que estaban aproximándose, ¿qué acciones habríamos podido emprender por anticipado para haber evitado esta situación?”. Y sencillamente no he sido capaz de encontrar nada… que hubiera cambiado la situación a la que nos enfrentamos». Declaración ante el Comité del Senado para la Banca, la Vivienda y los Asuntos Urbanos, sesión sobre «Turmoil in U.S. Credit Markets: Examining the Recent Actions of Federal Financial Regulators», Washington, 3 de abril de 2008.
[3] Luc Laeven y Fabian Valencis, «Systemic Banking Crises: A New Database», International Monetary Fund Working Paper, WP/08/224, Washington, noviembre de 2008.
[4] George W. Bush sugería en una entrevista que «la economía está en recesión porque hemos construido demasiadas casas». Entrevista con Ann Curry en Today Show, NBC, 18 de febrero de 2008.
[5] Bob Woodward, Greenspan: Alan Greenspan, Wall Street y la economía mundial, Barcelona, Península, 2001.
[6] Hay otra explicación para las diferencias de políticas: Estados Unidos y Europa actuaron de formas que respondían a los intereses de sus electorados; las políticas que se endosaron a los países de Asia oriental habrían sido inaceptables para los estadounidenses y los europeos. Por la misma razón, en Asia oriental, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Tesoro estadounidense estaban, por lo menos en parte, respondiendo a los intereses de sus «representados», los acreedores en sus mercados financieros, que se centraban en que se les devolviera el dinero que habían prestado a esos países, incluso si hacerlo implicaba socializar los compromisos privados. Para un análisis más extenso de estos episodios, véase Joseph E. Stiglitz, El malestar en la globalización, Madrid, Taurus, 2003.
[7] Departmento de Trabajo de Estados Unidos, Agencia de Estadísticas Laborales, disponible en ftp://ftp.bls.gov/pub/special.requests/cpi/cpiai.txt.
[8] Véase Susan S. Silbey, «Rotten Apples or a Rotting Barrel: Unchallengeable Orthodoxies in Science», estudio presentado en la Facultad de Derecho de la Arizona State University, 19-20 de marzo de 2009. El porcentaje de personas que contribuyeron a la crisis, que cruzaron la línea y se dedicaron a conductas ilegales, es pequeño: fueron bien asesorados por sus abogados sobre cómo evitar ir a la cárcel, y sus lobbyists [agentes de los grupos de presión política] se esforzaron para asegurarse de que las leyes les concedieran una gran discrecionalidad. No obstante, la lista de los que se enfrentan a penas de cárcel va en aumento. Allen Stanford se enfrenta a 375 años de prisión si se le condena por veintiún cargos por fraude de varios miles de millones de dólares, blanqueo de dinero y obstrucción. Stanford contaba con la ayuda de su principal directivo financiero, James Davis, que se declaró culpable de tres acusaciones de fraude postal, conspiración para cometer fraude y conspiración para obstruir una investigación. Dos corredores de Credit Suisse fueron acusados de mentir a los clientes, dando lugar a pérdidas de 900 millones de dólares; uno fue condenado por un jurado y el otro se declaró culpable.
[9] Hay una respuesta evidente: las circunstancias son distintas. Si esos países hubieran llevado a cabo políticas fiscales expansionistas, los efectos habrían sido contraproducentes (así rezaba el argumento). Cabe destacar que a los países de Asia oriental que siguieron la receta keynesiana tradicional (Malasia y China) les fue mucho mejor que a aquéllos a los que se obligó a seguir los dictados del FMI. Con el fin de tener unos tipos de interés más bajos, Malasia tuvo que imponer restricciones temporales a los flujos de capital. Pero la recesión de Malasia fue más corta y menos profunda que las de otros países de Asia oriental, y salió de ella con un legado de deuda menor. Véase Ethan Kaplan y Dani Rodrik, «Did the Malaysian Capital Controls Work?», en S. Edwards y J. Frankel, eds.,