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Liderazgo imperfecto
Educando a los líderes del siglo XXI
Prólogo de Sergio de la Calle Asensio
Jordi Alemany
Índice de contenido
Portadilla
Legales
Prólogo
Prefacio
1. Capítulo I: Introducción
1.1 La historia detrás de este libro
1.2 Paralelismos entre educación y liderazgo
1.3 Una cuestión de mentalidad
1.4 ¿Qué vas a encontrar en este libro?
2. Capítulo II: ¿Para qué necesitamos líderes?
2.1 Liderazgo primate
2.2 Necesidad de protección
2.3 El miedo manda
2.4 La cultura del miedo y sus consecuencias
3. Capítulo III: Desmontando falsos mitos
3.1 Jefe malo, Líder bueno
3.2 El vendedor de helados
3.3 ¡Los superlíderes NO EXISTEN!
3.4 El mejor maestro
3.5 Fracasar nunca es antónimo de triunfar
4. Capítulo IV: Veni, vidi, vici
4.1 La escalera de la visión
4.2 Mentalidad de conexión
4.3 Mentalidad de crecimiento
4.4 Mentalidad de construcción de confianza
4.5 Mentalidad de juego infinito
4.6 Los pequeños asesinos del liderazgo
5. Capítulo V: ¿Cómo serán las empresas del futuro?
5.1 Control vs. Autonomía
5.2 Gestión de personal vs. Experiencia del empleado
5.3 Clonación vs. Diversidad
5.4 Rentabilidad vs. Propósito
6. Capítulo VI: Retorno al liderazgo tribal
6.1 Educación tribal
6.2 Liderazgo tribal
6.3 Relaciones simbióticas
6.4 El caso STEAM
6.5 ¿Hora de reflexionar?
7. Capítulo VII: Conclusiones
Liderazgo Imperfecto
Educando a los líderes del futuro
Jordi Alemany
© 2022 Jordi Alemany
© 2022, de la presente edición:
Experimenta Editorial
Calle Investigación, 7, Pol. Ind. Los Olivos.
28906 Getafe, Madrid, España
www.experimenta.es
Dirección editorial: Marcelo Ghio
Corrección: Ana Briz
Diseño: Jorge Casella
Diseño de cubierta: Arda Kissoyan / Marcelo Ghio
Digitalización: Proyecto451
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ISBN edición digital (ePub): 978-84-18049-82-8
Prólogo
«Mi jefe es bastante bueno. Pero hasta al mejor de los jefes hay que colgarlo de un árbol por los cojones».
Eso me dijo, una vez, un compañero de trabajo.
Un comentario muy burdo que me permití traducir como «no hay jefe del todo bueno».
Diría que ese es un pensamiento muy extendido. Cuando miro hacia atrás y pienso en mis responsables directos, coincido: de un total de doce, un par fueron excepcionalmente malos, la gran mayoría, «reguleros» y tres, muy buenos. Pero ninguno perfecto.
Seguro que si tú, lector, echas cuentas, no serán muy diferentes a las mías. Y curiosamente, los que lideramos equipos no nos conformamos con ser buenos: queremos ser perfectos.
¿Por qué ese afán?
Supongo que nos creímos esa imagen de líder que nos han vendido los libros de las escuelas de negocios y las más prestigiosas consultoras. De todos ellos, los que más daño han hecho, sin duda, han sido los escritores de libros de liderazgo. Yo puedo decirlo porque he escrito tres. Las obras más preocupantes son aquellas en las que se promueve la idolatría a determinados líderes de empresas, estilo Welch, Jobs, Hastings o Musk. Todos hicieron grandes cosas y se merecen admiración…, pero, como tendrás ocasión de descubrir más adelante en este libro, se quedaron lejos de ser perfectos. Como todos, tenían áreas de mejora. Y es importante que esas carencias sean igualmente objeto de análisis para desmitificar su figura o, dicho en otras palabras, humanizarla. Lejos de perder valor, lo ganarían, pues serían una referencia más accesible y, por tanto, más útil para otros.
Asumí mi primera responsabilidad como líder de un equipo en 2007. «Me sorprende que haya gente que todavía se presenta voluntariamente para estos puestos —me dijo mi entonces responsable—. Sois como esos exploradores de antes que se sumergían en la jungla, llena de salvajes, sin saber lo que se podría esperar». Inocente de mí, yo iba muy tranquilo. ¿Por qué habría de estar intranquilo si me había leído a los clásicos? Iba dopado con los libros de Covey, tal y Pascual. «¡Colaboradores a mí! Os inspiraré, os desarrollaré y por fin, bajo mi liderazgo, alcanzaréis todo vuestro potencial y encontraréis eso que llaman «vuestra mejor versión».
Pero hubo coitus El equipo quería otra cosa por mi parte. En pocas palabras, claridad sobre lo que tenían que hacer, autonomía para hacerlo, apoyo cuando se requiriera, reconocimiento cuando se mereciera y aprender por el camino. Yo le sumé el pasarlo bien. Y debo decir que me funcionó razonablemente…, pero nunca había leído a ningún autor que hablara con un lenguaje tan coloquial y aplicando tanto sentido común. Había sido víctima de la progresiva «sobreingenierización» del concepto de liderazgo hasta que rozó lo esotérico (lo creas o no, leí en una ocasión un artículo que hablaba de «La mística del liderazgo»). Se envolvió en tantas capas de metafísica que la figura del líder había perdido lo más importante de su ser: la humanidad.
Digo lo anterior desde la autocrítica, pues yo, como autor, también he caído en la trampa de argumentar mis teorías citando a estas figuras sacrosantas del En mi descargo, escribo para defender determinados valores. No me disculpa del todo porque al final añado potenciadores de sabor a un guiso simple que, como explicará Jordi Alemany en estas páginas, tiene tan solo cuatro ingredientes. La receta base la encontrarás en este libro y después hay variaciones que aportan valor, pero, estrictamente hablando, no son esenciales. Y, lamentablemente, hay algunas especias que complejizan innecesariamente la receta y confunden el paladar.
Es divertido pensar que muchos de estos autores de liderazgo, incluso algunos de los más reputados, no tienen experiencia sobre el terreno. A riesgo de lapidación virtual, me atrevo a poner de ejemplo a uno de los expertos de management y liderazgo más notorios actualmente: Simon Sinek. Su charla TED «The golden circle» es una delicia, igual que su libro que desarrolla el tema. Le leo en todas las redes sociales (de hecho, solo entro en Instagram a ver sus vídeos) y siempre saco algo… Pero ¿tú sabes en cuantas empresas ha trabajado Sinek? ¿Cuántos proyectos transversales ha liderado de esos en los que hay que influenciar hacia los lados y hacia arriba? Ninguno. Trabajó en un par de agencias de publicidad y enseguida encontró el éxito con su seductora forma de ver las cosas y de transmitirlas. Su claridad de ideas, su increíble capacidad de comunicación y su forma de vehiculizar los mensajes le hacen, sin duda, uno de mis pensadores favoritos. Pero habla, sobre todo, desde la teoría. O, si lo prefieres dulcificar, desde la observación erudita de la realidad.
Jordi Alemany habla desde la experiencia de haber liderado equipos en empresas medianas, grandes y muy grandes. En capa país, regional y global. En tres países con culturas diferentes. Creo que eso tiene un valor. Un valor que se acrecienta porque nunca presume de estos logros ni de los cargos directivos que ha ocupado. La primera vez que hable con él fue en el marco de su pódcast «En tres puntos» (que, por cierto, recomiendo), y charlamos sobre cultura organizativa. Reconozco que me perdió la verborrea porque es un tema que he trabajado… y semanas después me enteré de que Jordi tiene un máster en Standford de Liderazgo, Cultura, Organización Estratégica ¡y no lo mencionó en ningún momento de la conversación! Más tarde lo incorporó a su perfil de LinkedIn por insistencia mía. Menciono la experiencia y formación de Jordi porque es capaz de sazonar su experiencia propia con la de otros líderes y, adicionalmente, con los mejores modelos de las escuelas de negocio.