Alimentos Genéticamente Modificados
CAMBIANDO
LA NATURALEZA
DE LA NATURALEZA
Martin Teitel, Ph.D. y Kimberly A. Wilson
Prólogo de Ralph Nader
Inner Traditions en Español
Rochester, Vermont
Lasser Press
Mexicana, s.a. de c.v.
México, D.F.
Reconocimientos
Q ueremos agradecer a las muchas personas que nos ayudaron en este proyecto. El Consejo de Genética Responsable proporcionó un apoyo especial. Sus dos pasantes de verano, Terry L. Baynes de la Universidad de Harvard y Bernadette M. Lake-Willcutt de la Universidad de Mt. Holyoke, pasaron muchas semanas ayudándonos en cada frase que se escribió en el libro original. La edición corregida y aumentada del libro, fue apoyada por la diligente y minuciosa investigación de las otras dos pasantes del CGR, Laura Horn de la Universidad Amherst, y Megan Prokorym de la Universidad Cornell. Aunque estas estudiantes tan trabajadoras, contribuyeron mucho en la nueva edición, cualquier error que pudiera haber existido a lo largo del camino de esta obra, es responsabilidad de los autores.
Durante los meses que trabajamos en este libro, nuestra amiga y colega, Sophia Kolehmainen, J.D., quien dirige el Programa de Genética Humana de CGR, animadamente aceptó mil y una tareas para que nosotros nos liberáramos, y pudiésemos hacer la investigación y escribir. Este proyecto hubiera sido imposible sin la constante ayuda de Sophia.
La docena de eminentes y ocupadas personas de la Dirección del Consejo para la Genética Responsable, proporcionaron una abundante información y ayuda; muchos de ellos leyeron el manuscrito en su totalidad o en parte. Es importante hacer notar que, aunque estas personas nos ayudaron de muchas maneras, la responsabilidad de este manuscrito y de cualquier error que sin advertirlo se hubiera arrastrado, descansa únicamente en los autores. El Consejo de CGR está formado por Phillip Bereano, J.D.; Paul Billings, M.D. Ph.D.; Rev. Colin Gracey, D.Min.; Debra Harry, M.A.; Martha Herbert, M.D., Ph.D.; Ruth Hubbard, Ph.D.; Jonathan King, Ph.D.; Sheldon Krimsky, Ph.D.; Claire Nader, Ph.D.; Stuart Newman, Ph.D.; Devon Peña, Ph.D. y Doreen Stabinsky, Ph.D.
Mucha gente apoya al Consejo para la Genética Responsable, donando su tiempo y contribuyendo con dinero. Nosotros también recibimos ayuda financiera de varias fundaciones, cuya asistencia es crucial para nuestro trabajo, incluyendo CS Fund, HKH Foundation, Sun Hill Foundation, Solidago Fund, Safety Systems Foundation, la Philanthropic Collaborative y la Foundation for Deep Ecology.
También necesitamos mencionar la gran deuda que tenemos con muchos colegas y activistas, que están trabajando sin descanso en el problema de los alimentos genéticamente manipulados. Estamos orgullosos de formar parte de un creciente movimiento social, que hace que nuestros esfuerzos sean efectivos y agradables.
Nuestro editor en Park Street Presss, Rowan Jacobsen, es, hasta donde podemos decir, el mejor editor con el que se puede trabajar, con la única excepción de su tendencia a favor de perder los juegos de baseball.
Esta publicación, revisada y aumentada, fue editada por Susan Davidson de Park Street Press. Su edición contribuyó inconmensurablemente con la coherencia y legibilidad de este libro. La genuina experiencia de Susan sobre el objeto de la materia, combinada con su inagotable paciencia, ingenio y atención transformó la revisión del libro de una tarea a un placer.
Finalmente, cada uno de nosotros deseamos expresar nuestra profunda gratitud a nuestros familiares y amigos cercanos, quienes nos dieron una cierta holgura, que necesitábamos para conseguir hacer el trabajo. Un agradecimiento especial a la esposa de Marty, la Rev. Mary Harring-ton, quien escribió la oración que se incluye en el capítulo 7.
Prólogo
L a ingeniería genética —de alimentos y otros productos— ha rebasado, por mucho, a la ciencia, que debe ser su primera disciplina dirigente. Ahí estriba el peligro, el riesgo y la temeridad. Los científicos que no reconozcan esta trampa, pueden estar practicando la “ciencia corporativa” manejada por las ventas, las ganancias, los secretos de propiedad y el influyente proselitismo político.
La ciencia buena es abierta, vigorosamente inspeccionada e intolerante a la represión comercial, conforme se encamina hacia verdades empíricas. El apremio por los alimentos genéticamente manipulados está dejando atrás a tres áreas de la ciencia: (1) ecología, a menudo académicamente definida como el estudio de la distribución y abundancia de los organismos; (2) las dinámicas de la nutrición-enfermedad y (3) la genética básica molecular en sí misma. Aún es escaso el alcance científico sobre las consecuencias de los organismos genéticamente alterados, en formas no encontradas en la naturaleza.
Sin los adecuados avances en estos terrenos, la caprichosa liberación de productos genéticamente manipulados es equivalente al vuelo a ciegas. La naciente ciencia de la ecología, no cuenta con el equipo para predecir las complejas interacciones entre los organismos alterados y los ya existentes. También, en lo que se refiere a los efectos nutricionales, nuestro conocimiento es profundamente inadecuado.
Finalmente, nuestra imperfecta habilidad para alterar la genética molecular de los organismos, supera por mucho nuestra capacidad para predecir las consecuencias de estas alteraciones, aún en el nivel molecular. La inserción de un gen ajeno puede cambiar la expresión de otros genes, en formas que no podemos predecir. Por otra parte, como Matin Teitel y Kimberly Wilson señalan en este libro, las mismas técnicas usadas para ocasionar la incorporación del material genético ajeno en las plantas tradicionales de alimento, vuelven a aquellos genes susceptibles a tener más cambios no deseados con otros organismos. No obstante, la desmedida arrogancia de los ingenieros en genética asciende, a pesar de un enormemente complejo grupo de incógnitas.
Los promotores corporativos, tales como la corporación Monsanto, se están dando prisa por ser los primeros en sus mercados. Usando técnicas de tanteo, cruelmente limitadas, están jugando un juego de adivinanza con el medio ambiente de la flora y la fauna, con organismos genéticos enormemente confusos y por supuesto, con sus clientes, en las granjas y en las tiendas de víveres. Por esta razón, estos comercializadores no pueden contestar las muchas preguntas esenciales que surgen en este libro. Simplemente, aún no tienen la ciencia con la cual proporcionar aunque sean respuestas preliminares.
Despreocupada por la necesidad de un desarrollo paralelo de nuestro conocimiento de las consecuencias, la ingeniería corporativa selectiva puede producir desastres. Los costosos errores que involucran técnicas pasadas y actuales —desde los vehículos de motor, los reactores atómicos de poder y sus productos de desperdicios, hasta la bacteria resistente a los antibióticos— deberían guiarnos.
¿Cuáles son los beneficios comprobados de los alimentos modificados genéticamente, que pudieran compensar estos multifacéticos riesgos? Como los autores señalan, los alimentos genéticamente modificados “no saben ni se ven mejor, ni proporcionan más nutrimentos, ni cuestan menos”. Entonces, ¿por qué debería una persona correr el riesgo al usarlos, sin importar lo grande o pequeño que éste sea, cuando se cuentan con alternativas seguras?
Si hasta el momento, las trabas de la ciencia y de los científicos han estado bloqueado la industria biotecnológica, ¿cuáles son las otras fuerzas precautorias y olvidadas? Sobre este recuento, el registro también es deprimente. El gobierno federal se ha convertido en el primer ayudante e instigador, ya que es el motor de la investigación masiva, los subsidios de desarrollo y las transferencias de tecnología a esta industria. Además, el gobierno ha adoptado una política no-normativa, renunciable, dirigida muy probablemente y tal y como están las cosas, a una industria que modifique el mundo natural en el siglo XXI. Cuando se trata de la biotecnología, en Washington la palabra no es regulación; si no, “pautas”, y aún entonces, en la manera más tardía e incompetente. El 15 de agosto de 1999, el
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