CAPÍTULO IDe Farrockaway al M.I.T.
CAPÍTULO IILos Años de Princeton
CAPÍTULO IIIFeynman, la Bomba y los Militares
CAPÍTULO IVDe Cornell a Caltech, con una pincelada de Brasil
CAPÍTULO VEl mundo de un solo físico
Datos Vitales
Algunos hechos sobre mi vida: nací en 1918, en una pequeña villa llamada Far Rockaway, justo en las afueras de Nueva York, cerca del mar. Allí viví diecisiete años, hasta 1935. Estudié cuatro años en el MIT, y después, fui a Princeton, a mediados de 1939. Estando en Princeton comencé a trabajar en el Proyecto Manhattan, y finalmente me trasladé a Los Álamos en abril de 1943, donde estuve hasta algo así como octubre o noviembre de 1946, en que ingresé en Cornell.
Me casé con Arlene en 1941. Murió de tuberculosis en 1946, estando yo en Los Álamos.
Permanecí en Cornell hasta 1951. Visité Brasil en 1950, y pasé medio año allí, en 1951; después ingresé en Caltech, en donde he permanecido desde entonces.
Visité Japón durante un par de semanas, a finales de 1951, y otra vez algunos años más tarde, cuando me casé con mi segunda esposa, Mary Lou.
Ahora estoy casado con Gweneth, que es inglesa, y tenemos dos hijos, Carl y Michelle.
R.P.F.
Introducción
Confío en que no serán éstas las únicas memorias que publique Richard Feynman. Sin duda, las reminiscencias aquí presentadas nos pintan, real y genuinamente, gran parte de su carácter —su necesidad, casi compulsiva, de resolver problemas, su provocativa malicia, su indignada impaciencia ante la falsedad y la hipocresía, y su talento para quedar por encima de quien trate de imponérsele. Es libro éste muy grato de leer. Escandaloso, chocante, y empero, cálido y muy humano.
Por todo ello, tan sólo toca de pasada la que ha sido y es piedra angular de la vida de Feynman: la ciencia. Ciencia que en el libro solamente vemos acá y allá, a modo de telón de fondo de una anécdota o de un acontecido, pero nunca como el punto focal de su existencia, como bien saben generaciones de alumnos y colegas suyos. Tal vez no haya otro remedio. Tal vez no haya otra forma de construir una serie de sabrosas historias sobre sí mismo y sobre su obra como ésta: el reto y la frustración, la excitación que produce la visión, la hondura del gozo que la comprensión científica produce, y que ha sido la fuente de felicidad de su vida.
Recuerdo, de cuando fui alumno suyo, lo que pasaba cuando íbamos a recibir sus lecciones. Se plantaba en la parte delantera de la sala, sonriéndonos conforme íbamos entrando, tabaleando con los dedos ritmos complicados sobre la negra superficie de la mesa de experimentos que corría de un lado a otro del aula. Mientras los rezagados iban ocupando sus asientos, cogía la tiza y la hacía girar rápidamente entre sus dedos, lo mismo que un jugador profesional con una ficha de póquer, sonriendo todavía feliz, con la sonrisa de esa broma que sólo uno mismo conoce. Y después, sonriente aún, nos hablaba de física, ayudándonos con sus ecuaciones y sus diagramas a compartir su comprensión. No era ninguna broma secreta lo que traía a sus labios la sonrisa y lo que hacía chispear sus ojos; era la física. ¡El gozo de la física! Este gozo era contagioso. Grande ha sido la fortuna de quienes nos hemos contagiado. He aquí, lector, su oportunidad de verse irradiado por el gozo y alegría de vivir, al estilo de Feynman.
ALBERT R. HIBBS
Senior Member of the Technical Staff
Jet Propulsion Laboratory
Instituto Tecnológico de California
Prefacio
Las historias y anécdotas relatadas en este libro han sido recopiladas de manera intermitente e informal a lo largo de siete años de tocar muy placenteramente el tambor con Richard Feynman. Me ha parecido que cada una de las historias, tomada por sí misma, es divertida. Pero lo verdaderamente asombroso es el conjunto: a veces cuesta creer que a una sola persona le hayan podido suceder tantas cosas, a un tiempo descabelladas y maravillosas. ¡Qué una persona haya podido inventar por sí sola tantas inocentes diabluras en tan sólo una vida ha de servirnos, sin duda, de inspiración!
Ralph Leighton.
RICHARD PHILIPS FEYNMAN nació en la ciudad de Nueva York, EEUU, el 11 de mayo de 1918. Fue un niño travieso y así siguió siempre. A los 10 años empezó a coleccionar aparatos de radio viejos para su laboratorio de electrónica y a los 12 ya montaba sus propios aparatos.
Estudió física en el Massachussets Institute of Technology, continuando su carrera en la Universidad de Princeton.
Siendo estudiante en Princeton siguió con su ansia investigadora. Por ejemplo, con los elementos procedentes de un microscopio realizó observaciones sobre las costumbres de las hormigas que entraban en su habitación e ideó experimentos para determinar como descubren las cosas.
Obtuvo el grado de doctor en Física en 1942, con un trabajo sobre las ondas electromagnéticas supervisado por el físico nuclear estadounidense John Wheeler. Entre la audiencia se encontraban científicos como Einstein, Pauli y Von Neumann.
En 1945 se desplazó a la universidad de Cornell como profesor de física teórica. Colaboró en el Proyecto Manhattan en un laboratorio secreto en Los Álamos, saltándose la disciplina militar con una serie de actuaciones que ponían en evidencia la seguridad del lugar donde EEUU desarrollaba la bomba atómica.
Posteriormente fue invitado como profesor visitante por la universidad de Río de Janeiro (Brasil). Allí compaginó durante un tiempo sus clases de física con la preparación para participar en el Carnaval de Río.
Seguidamente fue profesor de física teórica en el Californian Institute of Technology, centrando sus investigaciones en la electrodinámica cuántica, disciplina en la que desarrolló la teoría del campo cuántico. Inventó una representación sencilla y ampliamente usada, los llamados diagramas de Feynman.
Por sus contribuciones, en especial la «renormalización», en electrodinámica cuántica, en 1965 fue galardonado con el Premio Nobel de Física, junto con Shin-Ichio Tomonaga y Julian Schwinger.
Feynman también colaboró con el físico Murray Gel-Mann en la teoría de la interacción nuclear.
Feynman era un enamorado de la naturaleza. Le gustaba saber cómo y por qué ocurrían las cosas y encontraba en la esencia de la naturaleza una belleza y un placer que estaba reservado a quienes hacían el esfuerzo por entender sus mecanismos.
Desde niño dio muestras de su escepticismo, como el alivio que sintió al descubrir que Papá Noel no era real, ya que la verdad era mucho más sencilla de entender a la hora de explicar por qué tantos niños reciben regalos.
En el año 1975 supo de una persona que se le suponía capaz de doblar cucharas con la mente, se trataba de Uri Geller. Dado su escepticismo sobre cualquier hecho que no se explicara de forma racional, consiguió reunirse con él en un hotel de Hollywood. El encuentro resultó un rotundo fracaso para Geller, que no logró mostrar sus aptitudes supuestamente paranormales.
Feynman fue un genio capaz de ver la simplicidad de las cosas aparentemente complicadas. Poseía una capacidad fuera de lo normal para apreciar lo evidente. Era incapaz de resolver nada mientras no lo entendiera hasta sus más mínimos detalles, y sobre todo era incapaz de quedarse quieto si descubría que no entendía algo.
Pocas personas en la historia han sido Premio Nobel por sus logros en física teórica, han pintado por encargo una mujer torera desnuda, han reventado cajas fuertes del ejército, han explicado física a Einstein, han tocado la frigideira en Brasil y han sido declarados no aptos para el servicio militar por incapacidad mental. Todos los que lo conocieron recuerdan su sencillez, honestidad, sentido del humor e ingenio.