Pensé en un laberinto de laberintos, en un sinuoso laberinto creciente que abarcara el pasado y el porvenir y que implicara de algún modo los astros.
Introducción: Una revolución en el tiempo
Tigre, tigre, que ardes brillante,
en las selvas de la noche:
¿qué mano u ojo inmortal,
osó trazar tu terrible simetría?
W ILLIAM B LAKE , «El tigre»
Es de noche en Princeton, y nos dedicamos a cazar fantasmas. La ciudad está inquietantemente tranquila; todas las tiendas están cerradas. Una luna llena y fría ilumina el frondoso campus de la universidad.
Hace más de setenta y cinco años —que corresponden más o menos con el inicio de la segunda guerra mundial—, aquí se inició una revolución silenciosa en nuestra manera de comprender la naturaleza del tiempo. Las discusiones entre dos físicos brillantes, Richard Phillips «Dick» Feynman y John Archibald «Johnny» Wheeler, pusieron en marcha una cadena de acontecimientos que fundamentalmente reestructuraron la noción del tiempo y de la historia en la física cuántica. En último término, sus ideas transformaron el concepto de tiempo, desde una única corriente que fluía de forma inalterable en una sola dirección hasta un laberinto de alternativas que se extienden tanto hacia atrás como hacia delante. Al indagar en el pasado de Princeton, queremos descifrar cómo nació este cambio radical y comprender su impacto en la búsqueda contemporánea de una explicación completa de la realidad física.
Empezamos nuestra incursión por la historia científica en el edificio Nassau Hall, el núcleo más tradicional de la universidad. Tigres de bronce, uno a cada lado, protegen su antigua entrada en una maravillosa simetría espacial. Al caminar hacia el norte, pasamos a través
Cuando miramos al otro lado de la calle, en contraste con el elegante equilibrio arquitectónico de los edificios del campus, advertimos una notable asimetría. Hacia el este, a la derecha, está el edificio Lower Pyne, una maravilla del diseño victoriano, modelado al estilo de las casas del siglo XVI en Chester, Inglaterra. Es realmente asombroso. Hacia el oeste, a la izquierda, hay un banco sin ornamentaciones. Frío y austero, con forma de caja, parece un compañero indigno del edificio de la derecha, amable y delicado.
Cruzamos la calle y nos vemos arrastrados por una bruma inesperada. De repente, la noche clara se ha tornado neblinosa. Como un fantasma en la niebla, vemos Upper Pyne, el compañero de Lower Pyne, perdido desde hace tiempo; su característica más prominente es un reloj de sol con el lema en latín Vulnerant omnes: ultima necat : «Todas [las horas] hieren, la última mata». El edificio fue demolido a principios de la década de 1960 para dejar espacio al banco. Pero para nuestros cansados ojos, al menos, parece estar en pie y en buen estado. Se ha restablecido la simetría.
Palmer Square, más al oeste incluso, aparece como un espacio verde y reciente. Sus tiendas se construyeron durante una fase de gentrificación a finales de la década de 1930. Pero, de manera extraña, es como si acabaran de abrir. Un quiosco muestra un titular sobre la invasión de Polonia por Adolf Hitler —que recordamos ocurrió en septiembre de 1939—. Un poster anuncia la película El mago de Oz . Tengo la sensación de que ya no estamos en el siglo XXI .
E L GRADUADO
Después de andar un poco más nos encontramos en la Facultad de Graduados de Princeton, una especie de castillo situado fuera de la parte principal del campus. El complejo es un claustro dentro de otro, que ofrece un ambiente aislado para afanosos graduados. Aquí, los estudiantes residen en dormitorios universitarios sencillos pero confortables, almuerzan y cenan en el comedor central y asisten a elegantes eventos sociales, como bailes y tés.
La mayor parte de los residentes duermen. Pero hay luz en una pequeña y recargada biblioteca, donde un joven de veintiún años, desgarbado, de pelo castaño, encorvado en una silla, con la boca insinuando una sonrisa, mira atentamente un libro de mecánica clásica que sostiene en su regazo. Es un estudiante graduado de primer año que se prepara para un curso inicial en el que desempeñará el cargo de profesor ayudante. Aunque la materia le es familiar, ha decidido echar un vistazo rápido a los temas que tendrá que tratar una vez avanzado el curso. Se está preparando para el reto inminente de hundirse entre montones de trabajos de estudiantes, de comprobar sus cálculos y corregir sus errores de una manera que los motive para afinar sus habilidades de resolución de problemas.
Una lámpara de sobremesa de forma piramidal ilumina el pasaje que el joven graduado está leyendo. Se trata de la colisión frontal de dos carre tas sobre una pista sin fricción. Repasa mentalmente el problema. Dadas las masas de los vehículos y sus velocidades iniciales, las leyes de la física dictan exactamente qué es lo que ocurrirá a continuación. Según la tercera ley del movimiento de Isaac Newton, para cada acción hay una reacción de igual magnitud y dirección opuesta. Esto quiere decir que cada carreta experimenta la misma cantidad de fuerza que la otra, pero dirigida de manera opuesta. Siguiendo la segunda ley de Newton, la fuerza es cambio de momento: el producto de la masa por la velocidad. Debido a que cada carreta siente la misma fuerza, cambia su momento en la misma cantidad: una da y la otra recibe. Este equilibrio universal se denomina «ley de conservación del momento».