• Quejarse

Etgar Keret - Los siete años de abundancia

Aquí puedes leer online Etgar Keret - Los siete años de abundancia texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Género: Niños. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Etgar Keret Los siete años de abundancia
  • Libro:
    Los siete años de abundancia
  • Autor:
  • Genre:
  • Índice:
    4 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 80
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

Los siete años de abundancia: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Los siete años de abundancia" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Durante siete años Etgar Keret ha llevado registro de su vida personal, desde el nacimiento de su hijo hasta la muerte de su padre. El resultado son estas crónicas tragicómicas que van mucho más allá de la historia de su familia y de su carrera. Y es que con una hermana ultraortodoxa que tiene once hijos y ocho nietos, un hermano pacifista a favor de la legalización de la marihuana y unos padres supervivientes del Holocausto, su historia personal parece contener la historia de toda la sociedad israelí. Y cuando su llegada al hospital para el inminente nacimiento de tu hijo coincide con la de las víctimas de un atentado suicida; cuando sus conversaciones con otros padres de niños de tres años implican preguntas como «¿Se unirá tu hijo al ejército cuando tenga dieciocho años?», y el mayor temor de su viejo amigo del colegio es que su maqueta de la torre Eiffel hecha de cerillas sea destruida por misiles Scud, lo personal y lo nacional son difíciles de distinguir.

Etgar Keret: otros libros del autor


¿Quién escribió Los siete años de abundancia? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Los siete años de abundancia — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Los siete años de abundancia " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
Annotation
Durante siete años Etgar Keret ha llevado registro de su vida personal, desde el nacimiento de su hijo hasta la muerte de su padre. El resultado son estas crónicas tragicómicas que van mucho más allá de la historia de su familia y de su carrera. Y es que con una hermana ultraortodoxa que tiene once hijos y ocho nietos, un hermano pacifista a favor de la legalización de la marihuana y unos padres supervivientes del Holocausto, su historia personal parece contener la historia de toda la sociedad israelí. Y cuando su llegada al hospital para el inminente nacimiento de tu hijo coincide con la de las víctimas de un atentado suicida; cuando sus conversaciones con otros padres de niños de tres años implican preguntas como «¿Se unirá tu hijo al ejército cuando tenga dieciocho años?», y el mayor temor de su viejo amigo del colegio es que su maqueta de la torre Eiffel hecha de cerillas sea destruida por misiles Scud, lo personal y lo nacional son difíciles de distinguir.

Etgar Keret
Los siete años de abundancia
Traducción del inglés de
Raquel Vicedo
Nuevos Tiempos
Ediciones Siruela
Título original: The Seven Good Years
Fotografía de © Patrick Zachmann /Magnum Photos
© Etgar Keret.
Published by arrangement with The Institute for The Translation of Hebrew Literature
© De la traducción, Raquel Vicedo, cedida por Editorial Sexto Piso, S.A. de C.V., 2013
© Ediciones Siruela, S. A., 2014
C/Almagro 25, ppal. dcha.
28010 Madrid
Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
ISBN: 978-84-16120-86-4
www.siruela.com
Año 1
De repente, lo mismo
—Es que odio los ataques terroristas —le dice la enfermera delgada a la de más edad—. ¿Quieres chicle?
La de más edad coge uno y asiente.
—¿Qué le vamos a hacer? Yo también odio las Emergencias.
—No son las Emergencias —insiste la delgada—. No tengo ningún problema con los accidentes y esas cosas. Son los ataques terroristas, créeme. Lo fastidian todo.
Sentado en el banco, fuera del ala de Maternidad, pienso para mis adentros: «Tiene razón». Llegué aquí hace una hora, muy emocionado, con mi mujer y un taxista obseso de la limpieza que, cuando mi mujer rompió aguas, tenía miedo de que le echase a perder la tapicería. Y ahora estoy sentado en el pasillo, taciturno, esperando a que el personal vuelva del ala de Urgencias. Todos, excepto las dos enfermeras, han ido a atender a los heridos en el ataque. Las contracciones de mi mujer se han espaciado también. Probablemente, hasta el bebé siente que todo esto de nacer ya no es tan urgente. De camino a la cafetería, me cruzo con algunos de los heridos en camillas chirriantes. En el taxi, de camino al hospital, mi mujer chillaba como una loca, pero estas personas permanecen en silencio.
—¿Eres Etgar Keret, el escritor? —me pregunta un tipo con una camisa de cuadros. Asiento de mala gana—. ¿Y qué puedes contarme? —Saca una diminuta grabadora de su bolsa—. ¿Dónde estabas cuando ocurrió? —Cuando dudo por un instante, en un despliegue de empatía dice—: Tómate tu tiempo. No te sientas presionado. Acabas de sufrir un trauma.
—Yo no estaba en el ataque —explico—. Es una casualidad que me encuentre aquí hoy. Mi mujer está dando a luz.
—Vaya —dice sin tratar de ocultar su decepción, y pulsa el botón de Stop en su grabadora—. Mazel tov.
Ahora se sienta a mi lado y se enciende un cigarrillo.
—Tal vez deberías hablar con alguien distinto —sugiero en un intento de que el humo del Lucky Strike no me pegue en la cara—. Hace un minuto he visto que llevaban a dos personas a Neurología.
—Rusos —dice con un suspiro—. No hablan ni una palabra de hebreo. Además, tampoco te dejan entrar en Neurología. Este es mi séptimo ataque en este hospital, y ya me conozco sus triquiñuelas.
Nos quedamos ahí sentados un minuto, sin hablar. Tiene unos diez años menos que yo, pero está empezando a quedarse calvo. Cuando me pilla mirándolo, sonríe.
—Una pena que no estuvieras allí —dice—. Las respuestas de un escritor habrían quedado bien en mi artículo. Alguien original, alguien con un poco de visión. Después de cada ataque, siempre me dan las mismas respuestas: «De repente, escuché una explosión»; «No sé qué pasó»; «Todo estaba cubierto de sangre». ¿Quién aguanta eso?
—No es culpa de ellos —respondo—. Es que los ataques siempre son iguales. ¿Qué se puede contar de original sobre una explosión y la muerte sin sentido?
—Tú ganas —dice, encogiéndose de hombros—. Eres el escritor.
Algunas personas con delantales blancos empiezan a volver de Urgencias y se dirigen al ala de Maternidad.
—Tú eres de Tel Aviv —me dice el reportero—. Entonces, ¿por qué habéis venido hasta este agujero para dar a luz?
—Queríamos un parto natural, y la unidad de aquí...
—¿Natural? —me interrumpe, con una risita burlona—. ¿Qué tiene de natural un enano al que le cuelga un cordón del ombligo saliendo de la vagina de tu mujer? —Ni siquiera intento responder—. Yo le dije a mi mujer: «Si alguna vez das a luz, solo por cesárea, como en Estados Unidos. No quiero que un bebé te estire y te deje toda deformada. Hoy en día, solo en países primitivos como este las mujeres dan a luz como animales. Yallah, me voy a trabajar. —Empieza a levantarse y vuelve a la carga—. ¿De verdad que no tienes nada que contarme sobre el ataque? ¿No ha cambiado nada para ti? Algo como el nombre que le vas a poner al bebé, no sé. —Sonrío como disculpa—. No importa —dice guiñándome el ojo—. Espero que vaya bien, colega.
Seis horas más tarde, un enano al que le cuelga un cordón del ombligo sale de la vagina de mi mujer e inmediatamente se pone a llorar. Trato de calmarlo, de convencerlo de que no hay nada de qué preocuparse. Que para cuando haya crecido, todo se habrá arreglado en Oriente Próximo: que llegará la paz, que no habrá más ataques terroristas y que, incluso si hay uno de uvas a peras, siempre habrá cerca alguien original, alguien con un poco de visión, para describirlo perfectamente. Por un instante, se calla y sopesa qué hacer. Se supone que es ingenuo —considerando que es un recién nacido—, pero ni siquiera él se lo traga y, tras un segundo de duda y un pequeño hipo, vuelve a ponerse a llorar.
Bebé grande
Cuando era pequeño, mis padres me llevaron a Europa. Lo más impactante del viaje no fue el Big Ben o la torre Eiffel, sino el vuelo de Israel a Londres. Para ser exactos, la comida. Ahí, en la bandeja, había una diminuta lata de Coca-Cola y, al lado, una caja de cereales no más grande que un paquete de cigarrillos.
Mi sorpresa ante los envases en miniatura no se tornó emoción genuina hasta que los abrí y descubrí que la Coca-Cola sabía como la Coca-Cola de las latas de tamaño normal, y que los cereales también eran de verdad. De hecho, es difícil explicar a qué venía esa emoción. Al fin y al cabo, solo hablamos de una bebida refrescante y cereales de desayuno en envases mucho más pequeños, pero cuando tenía siete años estaba seguro de estar presenciando un milagro.
Y hoy, treinta años después, sentado en mi sala de estar en Tel Aviv y mirando a mi hijo de dos semanas, tengo exactamente la misma sensación: frente a mí hay un hombre que no pesa más de cuatro kilos y medio —pero, en su interior, se enfada, se aburre, se asusta y se calma, como cualquier otro hombre del planeta—. Ponle un traje de tres piezas y un Rolex, colócale un maletín diminuto en la mano y lánzalo al mundo, y negociará, peleará y cerrará acuerdos sin ni siquiera pestañear. No habla, es cierto. También se hace caca como si no hubiera un mañana. Soy el primero en admitir que le quedan un par de cosas por aprender antes de que puedan enviarlo al espacio o le dejen pilotar un F-16. Pero, en principio, es una persona completa contenida en un envase de cincuenta centímetros, y no cualquier persona, sino una muy extrema, un excéntrico, un personaje. Del tipo que respetas, aunque, quizá, no llegues a comprender del todo. Porque, como todas las personas complejas, independientemente de su altura o de su peso, tiene muchas caras.
Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Los siete años de abundancia»

Mira libros similares a Los siete años de abundancia. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Los siete años de abundancia»

Discusión, reseñas del libro Los siete años de abundancia y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.