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Sapi - Kukulkán: La Tierra Perdida (Spanish Edition)

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Sapi Kukulkán: La Tierra Perdida (Spanish Edition)
  • Libro:
    Kukulkán: La Tierra Perdida (Spanish Edition)
  • Autor:
  • Editor:
    Daniel Sapi
  • Genre:
  • Año:
    2011
  • Índice:
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Kukulkán: La Tierra Perdida (Spanish Edition): resumen, descripción y anotación

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El planeta Itzá está llegando al final de su ciclo vital. Sus habitantes, los itzés, culpables de tal desastre, se niegan a morir con el planeta y ponen en marcha una expedición hacia un lejano planeta azulado. La Serpiente Emplumada, la nave espacial de tan importante misión, reúne a los mejores hombres del planeta Itzá y al frente de todos ellos está el profesor Kukulkán, el genio más brillante de todo el planeta. Su objetivo: preparar el planeta azul para la llegada masiva de colonos en un futuro inmediato. Pero el planeta azul es muy diferente de lo que ellos pensaban...
¿Quiénes son esos indígenas que les han acogido y les han ayudado? ¿Por qué no se sorprenden de su llegada? Y los más importante... ¿Por qué los tratan como a dioses?
¿Qué harías si te convirtieras en el Dios de toda una civilización?

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Daniel Sapi

Kukulkán La tierra perdida

Prólogo >> Un Dios en la actualidad

El Sol quemaba las tierras verdes del Yucatán. Como casi cada día, las ruinas de Chichen Itzá estaban abarrotadas de turistas. México podía no ser algunas veces un país seguro, pero en aquella zona no importaba. Si había riesgos, los turistas estaban dispuestos a correrlos para poder contemplar una de las siete maravillas del mundo moderno. Al encontrarse frente a la majestuosa pirámide de Chichen Itzá uno se sentía humilde, fascinado, como transportado a la época en que fueron construidas.

Así se sentía el presidente O´Neill. El mandatario español había venido a visitar al presidente mexicano para mantener las buenas relaciones con los países latinos. El presidente mexicano le propuso visitar Chichen Itzá y O´Neill, muy ilusionado, no pudo negarse. Y allí se encontraba, cara a cara con la mayor obra de la civilización maya y acompañado por el presidente mexicano y su administración. La primera dama, Rebeca Ballesteros, no le había acompañado, al parecer había sufrido una indigestión, posiblemente causada por su estado de buena esperanza.

Ansioso como estaba O´Neill, la ascensión hasta lo más alto de la torre no se hizo esperar. Tardaron un rato en subir los 365 escalones de la pirámide que representaban los días del año con exactitud. Al hacer cima, O´Neill se paró a contemplar el horizonte, era verde, un verde embriagador, aquel sitio le hacía sentirse libre, caía rendido ante la majestuosidad del lugar. Extasiado por el ambiente, no escuchó las palabras que el dirigente mexicano le dirigía.

-Increíble, ¿no es cierto? – Dijo con su acento mexicano, el presidente latino.

-Sí- dijo volviendo a la realidad- uno se siente atrapado por la magia del lugar. Ahora entiendo porque es una de las siete maravillas del mundo. Por mucho que uno lo vea en fotos no tiene comparación con verlo en vivo y en directo. Te atrapa.

-Sí, eso pasa la primera vez, le entiendo perfectamente. Si ahora está maravillado espere a que el Sol se oculte. Hoy es el equinoccio de primavera y con él, la Serpiente Emplumada bajará de la pirámide, es algo que no se olvida en la vida, un espectáculo como pocos verá en el mundo enterito.

-¡Estoy deseando verlo! – Agregó O´Neill emocionado.

-Pero no se quede aquí, vayamos al interior. Le mostraré cosas sobre Kukulkán, si lo desea.

-Por supuesto, cuénteme lo que sepa, soy todo oídos. – Dijo, nuevamente emocionado O´Neill mientras se dirigía al interior de la pirámide.

Ya en el interior, el presidente mexicano comenzó a relatarle la mitología de los mayas, empezando por Kukulkán, la Serpiente Emplumada.

-Kukulkán era el Dios venido del cielo, el Dios del viento, la Serpiente Emplumada. Un sabio que enseñó muchísimas cosas a las culturas precolombinas. Los mayas heredaron estas creencias de los olmecas, si no voy errado. Aquel Dios estaba representado por un hombre blanco y barbudo. Es por eso que cuando ustedes, los españoles, vinieron a conquistarnos, fueron tomados por Dioses. Hernán Cortés, se creía, era Kukulkán, pues estaba escrito que algún día regresaría.

-Entonces, ¿Kukulkán es como Dios en la religión cristiana? – Preguntó O´Neill.

-No, no, jejeje. Sería más bien como Jesucristo, era una especie de mesías que poseía numerosos conocimientos. El Dios creador era Hunab Kú, que creó al hombre a partir del maíz, algo muy parecido al Dios hebreo, que creó al primer hombre del barro. Como ve las religiones son muy parecidas entre sí. Hay quién dice que Kukulkán no era más que Jesucristo, claro que quiénes lo dicen son cristianos, usted ya me entiende. Si quiere que le dé mi opinión, detrás del mito creo que hay algo de verdad, nada mágico, no me malinterprete, sino que posiblemente Kukulkán existió y les enseñó cosas. Pero un europeo no pudo ser pues ninguno había estado acá por entonces, ni tenían conocimientos tan profundos en matemáticas ni astronomía, así como en arquitectura. Llámeme loco, pero yo creo las teorías de que un navegante espacial cayó aquí perdido y fue él quien les enseñó todo eso, si lo piensa bien no es tan inverosímil.

-No creo que esté loco, de locos es pensar que estamos solos en el universo y, cómo dice, es posible que eso fuera así, por desgracia nunca lo sabremos… – sentenció O´Neill mirando el interior de la pirámide mientras su mente se iba desdibujando.

Empezaba a pensar que quizá el presidente mexicano tenía razón, el tal Kukulkán podría haber sido sólo un viajero extraviado, uno de los primeros extraterrestres en pisar nuestro mundo. Ávido de curiosidad, se adentró más en la pirámide a pesar de los consejos previos de no separarse del guía. Distraído observando a diestra y siniestra tropezó. Al caer, presionó con fuerza una piedra del suelo, como un interruptor. Aquello encendió algún tipo de mecanismo, pues sus oídos escuchaban ruidos mecánicos bajo el suelo. No pudo ni ponerse en pie cuando el suelo cedió catapultándolo hacía el interior de la pirámide. La caída no fue muy grande y, excepto una par de magulladuras y laceraciones poco profundas, se encontraba bien físicamente. No se podía decir lo mismo de su mente, no sólo por el miedo y la incertidumbre, sino porque estaba en una sala completamente oscura. Maldecía su curiosidad, aquella que le había llevado a ser plato de jaula. Sin embargo intentó no perder el control. Esperó a que sus ojos se acostumbrasen un poco a la oscuridad reinante, pues para salir de ahí sólo podía contar consigo mismo.

Palpó la pared para guiarse pero con tan mala fortuna que presionó otro interruptor escondido. Temiendo lo peor, ya fuera una trampa de afiladas estacas o una caída aun más temible, su cuerpo se estremeció pero el resultado fue bien diferente, lo que ocurrió fue que la luz se hizo en la sala. Parecía que nadie había entrado allí en siglos, pues todo estaba bañado de polvo y telarañas, lo que llevaba a pensar que aquella luz artificial no era actual, quizá había descubierto que los antiguos mayas poseían luz artificial, de ser así, era un hallazgo increíble.

Después de la emoción inicial, su atención se centró en lo que parecía una especie de joya de jade. Estaba encima de un altar. La prudencia y quizá las películas de Indiana Jones le aconsejaron no tocarlo, o por lo menos hacerlo con mucho cuidado y sobretodo mirando donde pisaba. Se acercó a ella muy lentamente, cuidando cada uno de sus pasos, a un ritmo lento. Al llegar al altar examinó muy bien la piedra, es lo que hubiera hecho Indy. Para su mente no experta aquello parecía no tener trampa, aun así no se fió. Rebuscó por la sala, con cuidado, algo para no tocar la piedra directamente, pero no encontró nada. Palpándose a si mismo se dio cuenta que llevaba el móvil, era uno de esos de tapa, quizá podría usarlo como un palo si lo abría del todo.

Así lo hizo y movió la joya de su lugar. Permaneció atento a los acontecimientos, pero no ocurrió nada, salvo que la joya se movió. Quizá era una imprudencia pero no lo pensó y la cogió con sus manos. Una luz extraña salió de ella y bañó todavía más la sala de luz, pero ahora era una luz pura. Acto seguido, su mente empezó a desprenderse de su cuerpo y ya no estaba en el interior de la pirámide, ahora veía todo Chichen Itzá, veía el espacio exterior, veía un planeta lejano, azul, cómo La Tierra, pero que no lo era. Una nave espacial salía de él, su mente estaba en un viaje astral. No sabía si estaba en el presente, en el pasado o en el futuro, pero no le importaba, sólo quería dejarse llevar por lo que la piedra le mostraba y así lo hizo.

1 >> Un viaje a lo desconocido

La misión partía rumbo a la esperanza, la Serpiente Emplumada, la nave que tenía como objetivo encontrar un nuevo planeta para la civilización itzé. Su planeta, Itzá, empezaba a llegar a su fin. Los itzé habían desarrollado técnicas para conocer el estado de su planeta, y a pesar de poner un inmenso empeño en cuidarlo durante siglos, a su mundo no le quedaban más que unos cuantos. En primera instancia, los itzés se echaron la culpa del deterioro de su planeta. Durante siglos lo habían maltratado, pero su conocimiento fue tal que llegaron a descifrar que todos los mundos tenían fecha de caducidad para albergar vida y su fin era inevitable. Así como sabían que un día su astro rey se apagaría, sabían que su planeta también lo haría. Es por eso que la tecnología avanzó mirando hacia el exterior, hacia el espacio exterior, hacia la salvación.

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