• Quejarse

Mariano Constante - Los años rojos. Españoles en los campos nazis.(c.1)

Aquí puedes leer online Mariano Constante - Los años rojos. Españoles en los campos nazis.(c.1) texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Género: Niños. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Mariano Constante Los años rojos. Españoles en los campos nazis.(c.1)
  • Libro:
    Los años rojos. Españoles en los campos nazis.(c.1)
  • Autor:
  • Genre:
  • Índice:
    4 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 80
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

Los años rojos. Españoles en los campos nazis.(c.1): resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Los años rojos. Españoles en los campos nazis.(c.1)" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Oficial del ejército republicano y recluido durante cinco años en Mauthausen, Mariano Constante quiso dejar testimonio del horror vivido en aquel campo de exterminio en Los años rojos, un libro que pretende rescatar del olvido la labor de los españoles en los campos nazis, reeditado nuevamente por el Círculo de Lectores, Galaxia Gutenberg, 30 años después de que este club de lectores publicará su primera edición en 1975.

Mariano Constante: otros libros del autor


¿Quién escribió Los años rojos. Españoles en los campos nazis.(c.1)? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Los años rojos. Españoles en los campos nazis.(c.1) — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Los años rojos. Españoles en los campos nazis.(c.1) " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
Annotation
Oficial del ejército republicano y recluido durante cinco años en Mauthausen, Mariano Constante quiso dejar testimonio del horror vivido en aquel campo de exterminio en "Los años rojos", un libro que pretende rescatar del olvido la labor de los españoles en los campos nazis, reeditado nuevamente por el Círculo de Lectores, Galaxia Gutenberg, 30 años después de que este club de lectores publicará su primera edición en 1975.

Mariano Constante
LOS AÑOS ROJOS
ESPAÑOLES EN LOS CAMPOS NAZIS
FB2 Enhancer
Ediciones Martínez Roca, S.A.
1ª edición: octubre 1974
© 1971, Mercure de France
© 1974, Mariano Constante
© 1974, Ediciones Martínez Roca, S.A.
Avda. José Antonio, 774, 7.° Barcelona
ISBN: 84-270-0261-O
Depósito Legal: R 40378-1974
1
España 1936-1939
Sublevación militar, julio 1936
18 de julio de 1936: un día que podía haber sido como cualquier otro; y, sin embargo, no lo fue. Desde la mañana la radio difundía los boletines de información dando cuenta de un levantamiento militar contra el gobierno de la República. La víspera ya habían empezado a circular rumores sobre la sublevación militar que bastante gente preveía. El gobierno nada había hecho para ·evitarla, impedirla o hacerla abortar.
Mi hermana de 14 años y yo, que acababa de cumplir 16, vivíamos en el pueblo de Ayerbe, provincia de Huesca, alejados de nuestros padres por la necesidad de tener que trabajar para sustentarnos, puesto que su situación era muy modesta. Yo me había visto obligado a interrumpir mis estudios y a colocarme como dependiente en un comercio, en espera de poder ingresar a los 18 años en una escuela de ferrocarriles. Mis padres vivían en el pueblo de Riglos, a unos 15 o 16 kilómetros, donde mi padre ejercía como ·maestro nacional. Dos hermanos: uno de once y el otro de ocho, componían el resto de la familia.
Al conocer las noticias difundidas por la radio me dirigí al Centro Republicano, lugar de reunión de los republicanos de la ciudad. Los dirigentes locales de las organizaciones de izquierdas se encontraban allí sin saber las decisiones a tomar. Como yo era muy joven, no tenía carnet de ningún partido, pero mis simpatías —aun entendiendo muy poco de política-iban hacia los jóvenes libertarios. Tras largas discusiones se decidió ir a Huesca, capital de la provincia, para pedir instrucciones y armas. El gobernador confirmó su lealtad a la República, rogándonos que regresáramos a nuestros pueblos y lugares. Nuestros dirigentes confiaron en su lealtad, máxime cuando junto a él estaba el teniente de la Guardia de Asalto, que era republicano; ese teniente desapareció poco tiempo después. En Ayerbe se prosiguieron las discusiones sobre la táctica que debíamos seguir. Finalmente, una delegación fue enviada a entrevistarse con el oficial de la Guardia Civil y el Jefe de los Carabineros. Uno y otro se negaron a entregar las armas de sus hombres a los republicanos. Así pues, armados con algunas escopetas decidimos montar guardia en la carretera de la entrada a la villa. Se esperaban las tropas de Jaca por el norte, pero fueron las de Huesca, por el sur, las que se presentaron al atardecer. Alrededor de las 9 de la tarde estalló un nutrido tiroteo, pero cesó pronto toda resistencia (si puede llamarse resistencia” a sólo cuatro disparos hechos por los republicanos). Los hombres de las organizaciones de izquierdas se dispersaron rápidamente, unos hacia el monte, mientras otros regresaron a sus casas. Como otros muchos, yo me reintegré a la mía.
Al día siguiente, alrededor de las ocho de la mañana, se pre· sentó mi padre en casa, estaba preocupado porque nos encontrábamos solos, lejos de ellos. Había recorrido unos 20 kilómetros a campo traviesa, desviándose de la carretera para evitar un tropiezo con alguna columna de militares. Sabiendo que mi padre tenía ideas socialistas y era conocido en la región, temía que fuese detenido de un momento a otro. ¿Cómo había logrado entrar en la ciudad sin ser reconocido y detenido? Todavía me lo pregunto hoy. Preparamos nuestros hatos sin perder un instante y, pocas horas después, salimos por la puerta de un corral que daba al campo y nos dirigimos por senderos y montes hacia el pueblo donde nos esperaba mi madre.
Los insurgentes no habían llegado todavía a Riglos, por lo que nuestra marcha se desarrolló sin novedad. En el pueblo, los amigos de mi padre esperaban su llegada para saber las últimas noticias y decidir lo que debían hacer. Como la víspera en Ayerbe, algunos republicanos, armados de escopetas, creían poder impedir el paso de los sublevados...
Por la tarde, una columna de camiones cargados de militares, procedentes seguramente de Pamplona, se detuvieron en el llano de Murillo, al otro lado del río Gállego. Puesto que el río nos separaba de ellos y no pudieron atravesarlo, abrieron fuego con sus fusiles durante varios minutos. Luego, subiéndose de nuevo a los camiones, se alejaron en dirección a Huesca.
Durante dos o tres días el pueblo no fue hostigado por nadie. Allí estábamos horas enteras pegados al aparato de radio, esperando las noticias. Eran noticias contradictorias y diferentes, según la emisora que las difundía. Madrid y Barcelona seguían en manos de la República, tras duros combates en algunos cuarteles y en las calles. Sus emisoras daban los partes de guerra del gobierno republicano. Zaragoza, que había caído en manos de los sublevados, relataba los hechos y daba órdenes del movimiento “nacionalista”. Nosotros creíamos que la situación volvería a ser normal muy pronto, con la llegada de las fuerzas del gobierno. Sin embargo, la situación en nuestra región no cambió y los nacionalistas se implantaron sólidamente en ella. Mi padre y sus amigos, viendo el cariz que tomaban las cosas, dejaron las escopetas en un rincón. La gente prosiguió sus labores de trilla, y todo siguió con el mismo orden.
Eran las últimas horas que pasábamos unidos en familia. Nunca más volveríamos a reunirnos los seis...
Alrededor del 25 de julio, mi padre se marchó a la montaña y nos quedamos sin noticias de él. Entonces comenzaron los momentos difíciles para nosotros, faltos de medios para subsistir. Menos mal que los vecinos del pueblo, en su casi totalidad, nos mostraron su simpatía y solidaridad ayudándonos en lo que podían. ¡Cuántas veces la gente de aquel pueblo nos demostró su estima y amistad!
Intento de cruzar la sierra
La vida en los pueblos del Alto Aragón
Al ver que la guerra se prolongaba, sin saber cuándo se normalizarían las cosas, decidimos con mi madre marcharnos por la montaña hacia Poleñino, que era el pueblo donde vivían mis abuelos y la familia de mi madre. Intento insensato, pues ese pueblo se encontraba a 80 ó 90 kilómetros de Riglos y, además, para poder alcanzarlo era necesario atravesar las líneas de fuego nacionalistas y republicanas, lo cual nosotros ignorábamos. Después de dos días de marcha por la sierra de Guara, bajo un sol abrasador que convertía en ascuas los peñascos, hambrientos, cansados, enfermos y desanimados, tuvimos que volver hacia nuestro punto de partida.
Algunos días más tarde, mi madre fue detenida y conducida al fuerte de Rapitán, en Jaca.
Al quedarnos solos, los cuatro hermanos pedimos ayuda a nuestra familia de Loarre, pueblo distante unos 15 kilómetros, y fuimos allí para refugiarnos. Al marcharnos del pueblo, nuestra gran amiga Joaquina —que se había encargado de nosotros, haciéndonos de madre— me dijo emocionada:
—Si un día necesitáis mi ayuda, aquí estoy a vuestra disposición.
Mientras las cosas transcurrían así, la guerra continuaba. Las fuerzas republicanas avanzaban hacia Huesca, que estaba casi cercada. Una única carretera la unía a Ayerbe, por la cual los nacionalistas suministraban a la ciudad y transitaban sus tropas y el material. Al igual que la guerra, los problemas familiares fueron agravándose día a día, ya que éramos cuatro bocas más y las dificultades de nuestra familia eran grandes. Yo comprendí que no era posible continuar más tiempo en aquella situación y un día le dije a mi abuelo:
Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Los años rojos. Españoles en los campos nazis.(c.1)»

Mira libros similares a Los años rojos. Españoles en los campos nazis.(c.1). Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Los años rojos. Españoles en los campos nazis.(c.1)»

Discusión, reseñas del libro Los años rojos. Españoles en los campos nazis.(c.1) y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.