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Llach - Memoria de unos ojos pintados (Biblioteca Breve) (Spanish Edition)

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Llach Memoria de unos ojos pintados (Biblioteca Breve) (Spanish Edition)
  • Libro:
    Memoria de unos ojos pintados (Biblioteca Breve) (Spanish Edition)
  • Autor:
  • Editor:
    Grupo Planeta
  • Genre:
  • Año:
    2012
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Memoria de unos ojos pintados (Biblioteca Breve) (Spanish Edition): resumen, descripción y anotación

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¿Quiere que se lo diga, señor director? El único de su cuerda capaz de imaginar la Barceloneta de aquellos tiempos, el único que se acercaría de verdad, que pintaría los olores, los colores… ¿cómo le diría?… la mística, eso es… ¡la mística!… el único sería Fellini. El Gran Fellini. Sólo él, no lo dude. Si aquel hombretón romano hubiera nacido en la Barceloneta la habría contado de maravilla e incluso habría bordado otra obra maestra. ¿Conoce a Fellini? Es usted tan joven… Yo visioné cien veces Amarcord . Esa inmensa obra de arte llegó justo cuando yo bordeaba los sesenta años, y cada vez que la veía pensaba lo mismo: ¡Ah! Si este hombre hubiera vivido en mi Barceloneta… Lloraba en el cine, ¿sabe?; aún ahora, cuando la reviso, no puedo pintarme los ojos… Qué quiere, aquí ningún genio ha sabido transmitirlo. Mejor dicho, aquí, en el cine, yo diría que no tenemos genios. Nadie ha contado mi historia, y cuando digo mía no me refiero a mí… Usted ya me entiende… También tengo que confesarle que aunque sólo soy un pobre amante del cine, vistas las mediocridades supinas y grandilocuentes que han enmarañado la narración de aquellos años, casi prefiero que no se hayan dedicado a ello… Perdone, porque con mi sinceridad debo de rozar la mala educación y no tendría que hablar así sabiendo que tiene usted el proyecto de hacerlo. No lo dude, le deseo lo mejor, y tampoco le escondo que gente de mucha confianza me ha asegurado que tiene usted un gran talento, pero… cómo quiere que se lo diga, yo tengo en la cabeza una película soñada que evidentemente sólo habría podido hacer el inmenso Federico… Seguro que lo conoce, ¿no?… Bien, oiga, corto y perdone, le dejo tres minutos, le hago el café y se lo traigo.

Lali ya me avisó. Pero no pensaba que ese viejo presuntuoso fuera tan difícil de aguantar. Me revienta tanta petulancia senil. Sin embargo lo soportaré, ¡por supuesto que lo soportaré! Lo que haga falta .

Lali dice que ese hombre tiene una vida que podría ser un buen guión de cine, y Lali casi siempre acierta. O sea que, aunque acabe con el hígado hinchado de tragar mala leche, le aguantaré lo que haga falta .

Hay que decir que el tipo compone un personaje interesante. Cuando hace unas semanas me abrió la puerta por primera vez y se me presentó con los ojos descaradamente pintados con unas líneas azuladas, vulgares pero estudiadas, que le dan ese aspecto estrafalario, me quedé de piedra. Y ahora el muy cretino me pregunta si conozco a Fellini .

Por supuesto que me sorprendió. No me lo esperaba y me quedé pasmado. El primer round fue para él y por KO. Un hombre de ochenta y siete años se te presenta con los ojos de esa guisa y te dices «¡Hostia!». Por mucho que vayas con la pose de que pasas de todo y de que ya no hay nada que pueda descolocarte .

Lo que más jode de él es cómo despliega su gesto extravagante. Viste con elegancia, tiene un cuerpo fuerte, proporcionado y debe de acercarse al metro ochenta. Movimientos sosegados y armoniosos. Cabello blanco con algún mechón rubio que se amolda perfectamente a unas facciones bellas, viriles… Uno de los mejores ochenta y siete años que he visto nunca, aunque no es que me guste reconocerlo y, como dos focos encima de esta planta excepcional y sin ningún amaneramiento, los ojos pintados. Exagerados pero sin desmesura alguna en la expresión. Todo llevado con una naturalidad evidente, como si nada le hiciera pensar que podría ser observado como un abuelo excéntrico. Debe de ser por esa actitud elegante que el despropósito de sus ojos adquiere una fuerza provocadora. Te entran ganas de cotillear, de saber más, o como mínimo de averiguar qué cojones esconde tras el grotesco escaparate que se ha montado. Y el malnacido lo sabe .

Claro que lo sabe. Y seguramente juega conmigo. Necesito su historia como el pan que como, y nunca mejor dicho. Los productores te dicen, cuando tienes la suerte de que te digan algo: ahora lo que toca es cine de recuperación histórica, que es lo que vende…, y a obedecer. Hace más de tres años que tengo en mente mi proyecto y aún no he conseguido que ninguno de esos cabrones se interese por él. Sé que son tonterías, pero siempre me ha obsesionado hablar de sentimientos truncados, de relaciones sutiles, de descubrimientos a contratiempo… Tres años sin que nadie te diga ni mu… vas de cabeza al pequeño documental para alguna televisión provinciana. «Los pájaros enjaulados: angustias y depresiones.» Y eso si tienes suerte…

Te necesito, abuelo presuntuoso. Lali tiene una nariz de bruja experimentada para las buenas historias, y la tuya seguramente lo es. Te escucho, te adulo y, si tan buena resulta, cojo al mejor guionista… quizá lo podría hacer Puigcerver… Lo llevo a mi terreno, eso quiere decir como mínimo un año de trabajo, y si el productor no se desdice empiezo a rodar antes de que los pájaros enjaulados me arruinen el poco talento que me debe de quedar. ¡Sí! Te necesito. Y ahora, cuando vengas con el café y aparezcas por esa puerta, te sonreiré como lo haría un seductor italiano que acabara de ver a la Magnani jugueteando con una erótica tacita en sus manos, las más sinuosas de Italia .

Este chico tiene unos labios carnosos, llenos, lástima que los estropee con una sonrisa forzada. Debe de pensar que esta vieja maricona se ablandará con la melancolía de sus encantos. Se esconde tras esas gafas necesariamente tan modernas, como se llevan ahora. Pobres jóvenes, cómo se tienen que ver. Le quitan viveza a sus ojos. Los tiene muy vivos. Espero que sea la viveza de la inteligencia, y no un tic nervioso bien disimulado. Seguro que estos chavales de hoy no saben apreciar un café de verdad; querrá amansarlo con azúcar. ¿Dos cucharaditas? Qué dice, dos no, ¡tres! Lo sabía. Mi café configurado… Me gusta decir configurado, en la narración meteré unos cuantos configurados … Pues como decía, configurado con la selección de las mejores variedades llegadas de todo el mundo y escogidas por mi maestro cafetero de Santa María del Mar, y a este botarate sólo le hacen falta tres azucarillos para desfigurar todo su carácter. Qué más da. Serán tres terrones. Pero se los removerá su tía. Pellicer, que está muy al día de lo que pasa en el mundo del cine, me ha dicho que, de entre las jóvenes hornadas de directores, parece que este que tengo delante es el que tiene más crédito ante todos. Se llama Lluís Sedan. Me ha resultado fácil recordarlo por el nombre del coche. Últimamente en mi memoria se van cerrando armarios y ventanas, y cada día se hace más difícil pasear por el laberinto de pasadizos donde has ido almacenando lo que quieres o puedes recordar de la vida. Dicen que cuando pasa esto es positivo fijar referencias, que así alargas la agonía neuronal. Por eso lo tengo aquí. Quiere que le cuente mi vida pero en realidad mi vida le importa un pimiento, él lo que quiere es una historia que le haga olvidar su yermo vital y le inspire para la próxima película. Ahí está, me mira emocionado y convencido de que proyectará mi persona a la posteridad y, mientras me observa, mide la suerte que he tenido por haberme elegido a mí. Pero da igual. Le diré que sí. Le diré que sí a pesar de la sonrisa que le estropea los labios. Le regalaré mi vida, mi único tesoro. Ochenta y siete años vividos y construidos día a día, entre la ira de los dioses y el escarnio de los demonios, la pasión y el asco, la heroicidad de un gesto y la mediocridad de todos los demás, el amor que no muere y la muerte del que enamora… Hoy parece que estoy fino. Le regalaré la historia de mi vida porque únicamente legándola no morirá conmigo. Lo haré tan sólo por eso. Y tú, joven orejudo, serás el depositario y, si hay suerte, que lo dudo, el encargado de contársela al mundo con un grito más alto y fuerte de lo que yo nunca podría bramar.


PRIMERA GRABACIÓN

Pues sí, señor director, la Barceloneta de los años treinta era un escenario magnífico para unos adolescentes como nosotros. Y digo nosotros porque fue una adolescencia coral, a cuatro voces, cuatro corazones amigos, cuatro para todo lo que pudiera pasar. La pandilla de los cuatro, dos chicas y dos chicos que nacimos casi juntos y con pocos meses de diferencia mientras se escurría el año 1920.

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