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Jacobo Armero (Madrid, 1969) es arquitecto por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. En paralelo al ejercicio de la arquitectura, fundó una empresa familiar de gestión cultural dedicada a la edición y al comisariado, montaje y producción de exposiciones. Desde 2013 es agente inmobiliario, un oficio que de momento le va razonablemente bien. Le gusta Madrid, ciudad sobre la que ha mantenido durante años la sección titulada «Arquitectura y ciudad», primero en el suplemento Metrópoli de El Mundo y en El País después. También ha escrito sobre temas urbanos en distintos blogs.
Ha recibido galardones tan diversos como el Premio Calidad Arquitectura y Urbanismo de la Comunidad de Madrid y el Premio Urbanismo, Arquitectura y Obra Pública del Ayuntamiento de Madrid por la exposición Antonio Palacios, constructor de Madrid; el Primer Premio Medalla de Oro del Bureau International des Expositions por el Pabellón de las Islas del Pacífico en Expo Zaragoza 2008, y los premios RE/MAX Club 100% 2014, 2015, 2016 y 2018, y RE/MAX Platino 2017 por su labor inmobiliaria.
Historias de un agente inmobiliario es su primera novela.
Edición en formato digital: abril de 2019
© 2019, Jacobo Armero Chauton
© 2019, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.
Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona
Diseño de portada: Penguin Random House Grupo Editorial
Ilustración de portada: Antonio López, Terraza de Lucio, 1961-1992, © Antonio López, VEGAP, Barcelona 2019
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ISBN: 978-84-264-0662-0
Composición digital: M.I. Maquetación, S.L.
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UNA NOVELA PARA ENTRAR A VIVIR
«Un estilo de la felicidad probablemente innato.»
Enrique Vila-Matas
Jacobo Armero bien podía haber sido notario, siguiendo la tradición familiar. Pero se dedicó a la arquitectura, y acabó convirtiéndose en experto y premiado agente inmobiliario, además de miembro de un club de mujeres lectoras. Vender casas es un oficio difícil, un arte que requiere grandes dotes de psicología y empatía, y que ofrece una oportunidad única para adentrarse en las vidas, mentes y almas de las personas. Armero cuenta con ese talento, una incondicional adoración por el género femenino, una buena red de contactos y un afán por dominar el posicionamiento geográfico que le permite no solo alcanzar el éxito comercial, sino también descubrir los secretos de los mejores edificios, calles, bares y restaurantes de la ciudad.
Autoficción, guía secreta de Madrid y manual de instrucciones para vender o comprar una vivienda, Historias de un agente inmobiliario es un libro tan original como apasionante: la crónica de la salida de la crisis de un hombre que ha hecho de la imprevisibilidad un modo de vida, afrontando los desafíos cotidianos gracias a un inagotable sentido del humor, algunos libros iluminadores y el sabio ejemplo de quienes lo rodean.
«Una novela sobre la burbuja inmobiliaria, sobre las hipotecas, sobre los pisos, sobre los sueños, contada con humor y con mucha vida.»
M ANUEL V ILAS
«Un estilo de la felicidad probablemente innato. O las alegrías del agente Armero, con su drama de fondo. Comedia y tragedia. O de cómo "la crisis" desarboló nuestras industrias culturales, pero el narrador sobrevivió gracias a su inteligencia para saber beneficiar a los otros y de paso a sí mismo.»
E NRIQUE V ILA -M ATAS
«Una gran novela sobre la crisis. Sin dramatismo ni amargura, con mucho humor y una mezcla de cercanía y ternura, Jacobo Armero realiza una radiografía de la sociedad española de los últimos años a través de su propia historia personal: un arquitecto que se ve obligado a reconvertirse en agente inmobiliario. Desde un cierto neorrealismo lleno de color, Armero ha construido un libro que difícilmente se olvidará.»
G UILLERMO A LTARES
«Después de leer este libro no volverá a mirar a un agente inmobiliario de la misma manera. Una luminosa declaración de amor a Madrid y sus gentes.»
N URIA B ARRIOS
Para Lola y para los niños, Diego, Juan y Coloma
A la salud de Gonzalo y Belén
En este mundo traidor nada es verdad,
nada es mentira, ni siquiera el color
del cristal con que se mira.
G ASPAR L ERRATÉ ,
Sobre Campoamor
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Mi padre me decía de vez en cuando que yo de mayor podía ser notario. Él tenía el ejemplo del suyo, que lo fue de Navalcarnero, de Bilbao y de Madrid. Tampoco es que me lo soltara muy a menudo ni nada. «Te sacas la oposición y a vivir», me decía, repitiendo la frase que probablemente había oído él en casa. Ninguno de los dos seguimos los consejos paternos.
El abuelo tenía la notaría dos pisos más abajo de su casa. Debía de ser yo muy pequeño cuando bajaba para darle un recado de la abuela, que ya estaba la comida o algo por el estilo. Se ve que también intentaba ella inculcarme el oficio haciéndome visitar la notaría como quien no quiere la cosa. Lo único que recuerdo realmente de aquellas incursiones es la bajada a todo correr por la escalera de mármol blanco, el chirriar de una puerta de madera gigantesca y la sensación de que había que moverse con mucho sigilo por aquel lugar.
Afortunadamente, desde que me he convertido en agente inmobiliario estoy frecuentando las notarías bastante más de lo que lo hacía en aquella época. Entiendo que, a primera vista, pueda parecerles un plan no demasiado apetecible, pero no pisarlas significaría que no habría llegado a vender ningún piso, que es de lo que, al fin y al cabo, trata este nuevo negocio en el que me he metido. El día de la notaría me pongo mi mejor traje —el de ojo de perdiz es mi preferido— y lo celebro por todo lo alto.