• Quejarse

Ángeles Blanco - Los dos viajes de Evita

Aquí puedes leer online Ángeles Blanco - Los dos viajes de Evita texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2019, Editor: La Esfera de los Libros, Género: Niños. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Ángeles Blanco Los dos viajes de Evita
  • Libro:
    Los dos viajes de Evita
  • Autor:
  • Editor:
    La Esfera de los Libros
  • Genre:
  • Año:
    2019
  • Índice:
    5 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 100
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

Los dos viajes de Evita: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Los dos viajes de Evita" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Ángeles Blanco: otros libros del autor


¿Quién escribió Los dos viajes de Evita? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Los dos viajes de Evita — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Los dos viajes de Evita " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
Índice

A ti, Vicente, porque tu impulso

ha sido fundamental para escribir este libro.

A ti, Daniel, por comprender, siendo tan pequeño,

que mamá tenía que dejar de jugar contigo para poder escribir.

A ti, mamá. A ti, papá.

PRIMER VIAJE
1947
1

— E va, quiero que viajes a España. Quiero que seas tú la que representes a Argentina.

—Claro, Juancito. Por supuesto que te acompañaré. Estar contigo en un viaje tan importante es un sueño.

—No, Cholita, no me has entendido bien. Quiero que vayas tú sola, sin mí. Que seas la embajadora de nuestro pueblo. No se me ocurre nadie mejor que tú para representar a este Gobierno.

Esa frase impactó de lleno en los oídos de Eva.

—Escucha. Yo… yo… ¿sin ti?

Toda su vida soñando con un papel protagonista y, ahora que llegaba el momento de interpretar uno de verdad, deseaba salir corriendo. Eva se quedó noqueada. Era la primera vez que su marido confiaba en ella para una labor de tanta responsabilidad. Cierto era que nunca se había comportado como una primera dama al uso. Era un activo para su marido, y lo sabía. Había recorrido Argentina junto a él para lanzar su campaña para las elecciones del 24 de febrero de 1946, había pronunciado varios discursos en sus visitas por el interior del país, y se había convertido en el eje de la acción social impulsada por el Gobierno peronista para desesperación de aquellos que consideraban que una mujer, y además de clase humilde, llevara, en buena medida, las riendas de la política.

Pero esto, viajar en misión diplomática a España, a un país repudiado por la comunidad internacional, era demasiado.

El reloj del comedor privado, situado en la primera planta de la residencia presidencial, marcaba las ocho y media de la noche. Eva, con la mirada puesta en la ligera ensalada que estaba cenando y agarrando con fuerza el tenedor que sujetaba con la mano derecha, tenía que hacer un trabajo ímprobo para que el aire entrara en sus pulmones y poder articular la siguiente frase por corta que fuera.

—¿Estás seguro de lo que dices?

—Claro que sí. ¿Lo dudas? ¿En quién puedo confiar más que en ti?

—Pero, Juancito, yo…

—Sí, tú… ¿no querías conquistar el mundo y no sé cuántas cosas más? —dijo Perón con una sonrisa socarrona y esa voz cálida y contundente que sabía cómo explotar—. Pues… ¡venga! ¡Esta es tu oportunidad!

—¿Al menos me das dos días para pensarlo?

—¿Pensar qué? ¿No quieres saborear lo que es sentirse la mujer más poderosa de Argentina? ¿No soñabas desde niña con ser portada de las revistas más importantes? ¿Con convertirte en Ava Gardner, en Rita Hayworth y no sé quién más? Cholita, ha llegado tu momento —replicó con un forzado tono de teatralidad.

—Pero, Juancito, esto trasciende lo que yo creo ser capaz de controlar. Estoy dispuesta a aprender. Y cada día lo hago a tu lado. Pero… así, de repente…

—Calla, no sigas. Ve y conquístalos a todos como me conquistaste a mí. No estarás sola. Mañana mismo nos pondremos a trabajar para que todo sea perfecto. Ahora tranquilízate y descansa. Te esperan largas horas de estudio y preparación. No tengo ninguna duda de que serás una excelente embajadora.

Como si un terremoto se hubiera apoderado de su cuerpo, Eva empezó a temblar. Dejó el tenedor sobre el mantel, cogió la servilleta de color amarillo de su regazo y la puso sobre la mesa. Desplazó la silla hacia atrás, se levantó y buscó los brazos de su marido. Unos brazos fornidos a juego con su cuerpo. Era un hombre fuerte y poderoso en su presencia. De espeso pelo negro peinado hacia atrás y marcadas cejas que intensificaban su mirada. De esas personas que no pasan inadvertidas y que en una sala repleta consiguen acaparar toda la atención. Precisamente su aspecto fue lo primero que atrajo a Eva aquel enero de 1944 cuando le vio por primera vez, cara a cara, en un homenaje a los damnificados de un terremoto ocurrido en la ciudad de San Juan, el día 15 de ese mismo mes. Y, aunque el tamaño de sus brazos era desproporcionado para su gran cuerpo, tenían un efectivo poder tranquilizador. Al menos para su mujer. Eva fusionó su cuerpo con el de Perón posando su cabeza sobre el pecho. Por un momento dudó si necesitaba o no llorar. No lo hizo. Se incorporó, lo miró fijamente a los ojos y, con un tono lleno de responsabilidad, le dijo:

—Tienes razón. No puedes, ni debes confiar en nadie más que en mí. Tranquilo, no te defraudaré.

Con este mensaje Eva aprovechaba para recordar al presidente, una vez más, que debía recelar de buena parte de su equipo de gobierno con el que ella no guardaba una buena relación.

Y tras esta advertencia, la pareja, no muy dada a las largas veladas íntimas, se dirigió al dormitorio de él.

El miedo por la responsabilidad asumida desapareció con el amanecer. Eva no necesitó muchas horas para creerse su papel.

2

H acía unos meses que el Gobierno argentino había recibido una invitación oficial de Francisco Franco para visitar España. Quería, de esta forma, agradecer a Perón la ayuda que le había prestado y que seguía prestando a su país. Era un momento delicado para el régimen de Franco. España había quedado devastada tras la Guerra Civil. El riesgo de hambruna era una realidad y, por si fuera poco, la población sufría los efectos del aislamiento internacional impuesto por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, que consideraban a España un país fascista, colaborador de la Alemania nazi y de la Italia de Mussolini. En este escenario, la ONU aprobó un duro bloqueo económico como castigo a Franco por desoír las peticiones de democratización expresadas por Naciones Unidas, y el 12 de diciembre de 1946 aprobó la retirada de los embajadores que todos los Estados miembros tenían en Madrid. La resolución obtuvo treinta y cuatro votos a favor, trece abstenciones, una ausencia y seis votos en contra. Uno de ellos, el de Argentina.

Así, Perón, a pesar de las reticencias de un sector de su gobierno, se negó a acatar dicha resolución a la que retó cubriendo el puesto de canciller argentino en España que, por aquel entonces, estaba vacante. Para este cargo nombró a Pedro Radío, un médico metido a político, que no comulgaba especialmente con las tesis del peronismo pero que era conocido por su capacidad y talante dialogante. Unas dotes que tuvo que demostrar ampliamente en las relaciones diplomáticas entre Argentina y España, pero sobre todo ante las presiones que recibió de Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética por el apoyo de su país a un régimen como el de Franco.

—Radío —le dijo Perón en su despacho de la Casa Rosada cuando le ofreció el cargo—, haz valer la historia en común, la amistad que tenemos con España y el trato que hemos recibido de la madre patria en momentos difíciles como argumento para justificar nuestra ayuda. Pero trata de no fomentar las justificaciones políticas o ideológicas. Eso solo nos traería problemas.

En pocos días, Radío partió hacia Madrid para cumplir con el encargo que le había hecho el presidente. Y una de sus primeras tareas consistía en preparar el terreno, en convertirse en la avanzadilla de la nutrida delegación que acompañaría, pocas semanas después, a Eva en su viaje por España.

3

L a decisión de que fuera Eva quien viajara a España venía condicionada por varios factores. Primero, la situación política en Argentina. La violencia estaba instalada en las calles y había un sector dentro de las Fuerzas Armadas, sobre todo los representantes de las clases más acomodadas, que no veía con buenos ojos las estrechas relaciones del presidente con los sindicatos. Perón, que había ganado las elecciones poco antes con un 52 por ciento de los votos, temía que una ausencia tan larga pudiera ser aprovechada por sus opositores. Y segundo, las complicaciones diplomáticas que podría acarrear una imagen suya con un dictador como Franco, al que se relacionaba con los regímenes fascistas de Alemania e Italia.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Los dos viajes de Evita»

Mira libros similares a Los dos viajes de Evita. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Los dos viajes de Evita»

Discusión, reseñas del libro Los dos viajes de Evita y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.