Contents
COLECCIÓN QUASAR
©: Javier Serra Vallespir, 2018.
©: Premium Editorial.
www.editorialpremium.es
Edición: Premium Editorial.
Diseño cubierta: Premium Editorial.
Imagen cubierta: Cecilia G. F.
I.S.B.N. DIGITAL: 978-84-948538-9-0
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier medio, sea electrónico, mecánico, por impresión, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la Propiedad Intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).
Un jurado integrado por los escritores Rafael Marín, David Luna y María José Gámez Morales, declaró por unanimidad a la presente obra El Rumor, de Javier Serra Vallespir, como merecedora del II Premio de Novela deCiencia Ficción “Ciudad del Conocimiento” .
Para mi familia.
«Si supiera que el mundo se acaba mañana,
yo hoy todavía plantaría un árbol».
Martín Lutero
«Nadie se nos montará encima
si no doblamos la espalda».
Martin Luther King
PRÓLOGO
Editorial del New Times Journal
1 de Junio de 2054
Ha transcurrido un año desde que se destapara el escándalo del Rumor.
Muchas voces se han levantado desde entonces, la mayoría para rasgarse las vestiduras ante lo que consideran el mayor atropello a los derechos civiles en el siglo XXI excepto, tal vez, los acaecidos durante la afortunadamente no muy dilatada presidencia de Trump, y algunas para manifestar su comprensión (aunque no su apoyo explícito) ante el fallido proyecto de la poderosa Comisión de Control Ciudadano. Pero lo cierto es que en estos meses de confusión, indignación e incredulidad que han seguido al Despertar nadie en el conjunto de la Unión de Estados de Norteamérica, ni la propia CCC, ni la NSA, ni la CIA, ni miembro alguno del Gobierno Federal, ha ofrecido una explicación clara y completa de la génesis del proyecto, de sus verdaderas motivaciones y de sus posibles consecuencias tanto a corto como a largo plazo. Ni siquiera sabemos quiénes han sido, con nombres y apellidos, los máximos responsables del proyecto Rumor, y mucho nos tememos, tal y como se han desarrollado los acontecimientos hasta ahora a nivel político, social y por encima de todo judicial, que nunca lleguemos a conocer lo que sucedió en toda su magnitud.
Nuestro periódico espera contribuir hoy a paliar esta falta de información.
A continuación ofrecemos a nuestros lectores, en rigurosa exclusiva y como primicia mundial, las revelaciones de las dos personas que, casi a contracorriente y de forma rocambolesca, desempeñaron un papel fundamental en el tremendo asunto del proyecto Rumor. Se trata del atleta Gareth Huxley y del músico Michael de Petros, más conocido como Acetileno Mick.
A la hora de presentar la confesión estos dos testigos excepcionales ante nuestros lectores, nuestra colaboradora Rona Deever, la periodista de investigación más galardonada de nuestro país, ha optado por un formato cuyo objetivo es preservar al máximo la espontaneidad de los testimonios de estos dos hombres para poder así no solo brindar un relato más o menos cronológico y fiel de los acontecimientos, sino también revelar el perfil humano de los que sin duda, a la vista de sus declaraciones, han protagonizado unos acontecimientos que podrían haber cambiado (en el fondo quizá ya lo hayan hecho) la Historia, no solo de la Unión de Estados de Norteamérica, sino también del resto del mundo. Rona deja que sus interlocutores relaten su perspectiva de los hechos con completa libertad, y solo en contadas ocasiones interviene para hacer alguna pregunta que evite la dispersión de su entrevistado o para describir sus reacciones emocionales.
Sin más, les dejamos con este testimonio que consideramos imprescindible para comprender algunas de las claves de nuestra época.
I
Gareth Huxley: por qué no lo hice
A la gente le gusta creer que no existe mayor felicidad que la de haber superado con éxito grandes dificultades en la vida para finalmente lograr el triunfo. Las películas más aclamadas de todos los tiempos siempre muestran historias así, redenciones, liberación, hijos pródigos y todo eso. Me hice famoso y fui admirado precisamente porque la gente pensaba que ese era mi caso. Incluso yo mismo llegué a creérmelo.
Qué equivocados estábamos todos.
No me está resultando nada fácil enfrentarme a mi pasado desde la perspectiva de una muerte segura como la que en pocos días me aguarda. El peso de mis contradicciones se me hace excesivo al mirar atrás y por momentos siento que es una carga insoportable.
Yo era una persona que, a pesar de toda la locura y el sufrimiento que me rodeaba, a pesar del desmoronamiento de mi país, los extintos Estados Unidos de América, y por extensión del resto de Occidente, incluso a pesar de las desgracias que caían regularmente sobre mí como martillazos sobre un yunque, creía en el amor, el compromiso y la solidaridad. Durante los quince últimos años he sacrificado tanto mi vida personal como la familiar en aras de causas justas y humanitarias. He sufrido la persecución del gobierno, de influyentes organizaciones privadas e incluso de la propia CCC. Sin embargo, mis sinceras convicciones y la memoria de mis seres queridos me permitieron continuar por el camino emprendido. Pero le juro por lo más sagrado que en aquel momento final, el momento de la verdad donde no caben imposturas ni autoengaños, mirando a los ojos de aquel cabrón lunático en el escenario del Dancing Bull Plaza de México D. F., solo me movían el odio y la venganza.
Y también las ansias de matar. ¡Lo que daría por librarme de la maldita sensación de poder absoluto que experimenté teniendo a mi merced a Acetileno Mick, arrodillado frente a mí, apuntando al centro de su frente con el índice en el gatillo de mi arma! No logro sacármela de la cabeza. Ni la solidaridad, ni la búsqueda de la justicia, ni siquiera el amor de padre es comparable al placer arrollador que me invadía en esos instantes. Jamás había deseado algo con tanta intensidad como liquidar a ese desgraciado.
Discúlpeme.
( Rona Deever: Gareth Huxley se recuesta sobre el respaldo del sofá ycierra los ojos. Realiza inspiraciones profundas y pausadas en un intento demantener bajo control sus emociones. Ofrece la imagen de un hombremarchitado, impresión que se multiplica cuando recuerdo su porte de atletamaratoniano, su rostro firme aunque de líneas suaves iluminado por unasonrisa en tantos actos públicos en los que participó. Ahora su piel es undesierto de dunas acartonadas en torno a sus huesos. La carne haretrocedido en sus mejillas y sus pupilas han perdido cualquier vestigio de suantiguo esplendor. La amabilidad y su buena formación es lo único quequeda en este hombre del Gareth Huxley que todos conocimos y admiramosantes del Rumor. Me mira aparentando firmeza mientras él, por su parte,apura un trago del tónico que, asegura, le mantendrá con vida un día más).
Si finalmente no lo hice fue por mi hija Lya. Si ella no me hubiera acompañado le habría volado la cabeza a Acetileno Mick sin dudarlo un instante. Pero claro, yo nunca habría ido hasta el Dancing Bull Plaza de no ser por ella. Resulta imposible prever el resultado de nuestras acciones, ¿no cree, señorita? Es la gracia de la comedia de la vida. Sé que no debería decir esto, quizá mis seguidores no me lo perdonen nunca, pero no voy a convertirme en un hipócrita en mis horas finales: dudo que tenga sentido alguno dedicarse a luchar por las causas que consideramos nobles. Todas son causas perdidas. Me he dado cuenta de que al final solo cuenta el balance entre el placer que puedes recordar y el dolor de tus remordimientos. En mi caso, el resultado es un intenso deseo de morir. A pesar de esta bebida que sabe a alquitrán. Salud.
Página siguiente