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Juana Bignozzi - Las poetas visitan a Andrea del Sarto

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Juana Bignozzi Las poetas visitan a Andrea del Sarto
  • Libro:
    Las poetas visitan a Andrea del Sarto
  • Autor:
  • Editor:
    Adriana Hidalgo editora
  • Genre:
  • Año:
    2018
  • Índice:
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Las poetas visitan a Andrea del Sarto: resumen, descripción y anotación

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Bajalibroscom Bignozzi Juana Las poetas visitan a Andrea del Sarto - 1a - photo 1 Bajalibros.com Bignozzi, Juana Las poetas visitan a Andrea del Sarto. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Adriana Hidalgo editora, 2015 (la lengua / poesía) E-Book ISBN 978-987-3793-44-8 1. Poesía Argentina. CDD A861 la lengua / poesía Editor: Fabián Lebenglik Diseño: Gabriela Di Giuseppe © Juana Bignozzi, 2014 © Adriana Hidalgo editora S.A., 2015 www.adrianahidalgo.com Maqueta original: Eduardo Stupía ISBN 978-987-3793-44-8 Queda hecho el depósito que indica la ley 11.723 Prohibida la reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial. Che bella maniera cómo no iba a seducirme la nitidez y la pasión domeñada - photo 2 Che bella maniera ¿cómo no iba a seducirme la nitidez y la pasión domeñada de fra Bartolomeo? quedé intocado en una fijeza dura como el aire estos florentinos que huyen del drama del pathos en su república defendida en las calles y entonces maestros nos olvidamos de la Contrarreforma de esa Iglesia triunfante y rescatamos la austeridad del mensaje pocas caras habrían resistido este pincel obsesivo ¿granadas para el poder? flores blancas para la pureza pavos reales para la eternidad para calmar a los jerarcas del credo lo mío también es trabajosa grandeza sigo siendo celebrado como la culminación cuando soy el final he mirado lo mismo he hecho creer que veía lo mismo y puede decirse que lo he repintado las caras de mis madonas no tienen virtud el temblor del perfil la tersa carnalidad no vista son de ella hija de artesano dura administradora de la economía familiar no gracia sino armonía por eso fue la cara de la virgen que gobernó una familia marcada por la muerte la sombra de Masaccio siempre veló sobre nuestros pinceles el Francia y yo lo copiábamos hasta que no quedaba un atisbo de luz en la capilla este Francia y otros que en el secreto del taller del maestro entendieron que ellos dirían lo que yo callaba hubiera sido de primera línea en el futuro pero me tocó este tiempo de flexión hubiera sido el primer innovador porque entendí y gusté de la irrealidad que introducían en nuestra realidad por haber comprendido que debía morir con mi edad para que sus cuellos sin sentido sus manos irreales sus poses insostenibles rechonchos niños sostenidos por muñecas recalcadas no les dejaran olvidar que había un guiño para ellos en cada uno de mis cuadros último representante de la grandeza dicen yo siempre creí ser el primero que dislocó suavemente la mano de la madona y dejó en equilibrio precario al niño para que los nuevos tiempos no los sorprendieran y pudieran guardar su lugar en el panteón que no debía dejar de pertenecerles para que no fuera invadido lo que hayamos logrado lejos de mí las exageraciones cerca de mí yo el sin errores ataqué como nadie la tradición hay un canon de los ojos secretos hundidos la media sonrisa ya sé no hay que confiar en un hombre ni en una mujer de labios finos y yo sigo entregada a uno de esos hombres de labios finos que era mi padre pero toda esa medida qué otra belleza la superó no por cierto las empolvadas venecianas ni las ojeras napolitanas ni el sueño de París en Parma ni su decorativismo nunca supiste Lucrezia que resumías Toscana ni mis hermanos que después de las oscuridades de la noche debían volver a trepar a un andamio al día siguiente y tratar de no caerse me tocó cerrar la puerta de la perfección y abrir la de los excedidos que iban a decir lo que todos callábamos sabía que la peste al matarme me salvaría y la obligaría a vivir la época oscura en que sería olvidado y ella seguiría pensando que había vivido rodeada de muchachos que murieron jóvenes y pintaron deformidades éramos jóvenes el Francia y yo teníamos poco tiempo después bajábamos del andamio como antes cruzábamos la plaza de la Paja e íbamos a pintar a esa querida Magdalena tan joven como nosotros y tan rígida como los que no se conocen ella sigue en un pilar monumento de nuestra juventud y de su juventud y yo me iba a las charlas del círculo y el Francia y el Pontormo a exhibir su belleza en los oscuros movimientos de la noche pero esa insolencia de duro muchacho de la calle era carne de él como en mí la serenidad pero siempre trabajó conmigo porque los ásperos buscan a alguien que sepa sonreír el Perugino me empieza a serenar y pude pintar maestro, mi maestro Cosimo ya no su extravagancia maestro ni sus animales fantasiosos y estrambóticos el perro infalible despidiendo a su ama ese perro ya piedra me sigue mirando serenidad serenidad para un hombre que morirá desasosegado y pintar la furia de esa muerte en vírgenes hieráticas con la dulzura en los ojos y la piedad en el gesto ahora con mi discípulos freno y disimulo para que descubran solos esta trabajada artificiosidad en realidad descubran a Lucrezia la dueña del manierismo aunque siempre callé su nombre por usted pude pintar Cosimo sabía que moriría desasosegado por eso me aferré a esa serenidad es difícil transgredir cuando se vive del sistema yo lo hice tranquilizando al enemigo ahí empieza la solidez la terquedad y la espera de esa mano que siempre añoramos manos para el socorro manos para la muerte para sostener los símbolos y ella hierática en la vida no en la pintura ella eterna por mi pincel para el final y la que me crió hierática en mi vida como niños creyendo sólo en la pintura y en la poesía sospechaba que mi tiempo sería corto pero mucho más largo que el de ese joven Masaccio qué quedaba o qué quedó de aquellos jóvenes sentados en el Carmine para aprender austeridad allí desconfiados como siempre somos los pobres desconfiados uno del otro de nuestra juventud solos en la oscuridad nos resistíamos a irnos ya nada se veía pero nosotros seguíamos viendo al maestro allí nos hablamos como náufragos y ya nunca nos separamos ese maestro en la pared ordenó un siglo antes los elementos que harían de nosotros la mano de nuestro tiempo busqué esos elementos en las piernas bien apoyadas en la tierra en la sombra que curaba en mí sería tu sombra Lucrezia la ilusión del amor y como el enfermo creí en esa sombra la primera virgen que pinté tenía sólo la cara de otras vírgenes y los ojos de otros pintores como el poeta cuando escribe por las palabras de otro cuando aún joven no conoce sus palabras y entonces son caras y palabras misteriosas y vacías ese cielo vacío para los privilegiados se irá colmando nos conocimos frente al mismo admirado pincel más bien paleta de albañil y aprendí la serenidad copiando batallas famosas estos lucharían con caras y aquéllos con vírgenes y dedos alzados preguntando pidiendo al cielo batallas más terribles después estaban los hermanos y sus temas como un enfermo me dejaba guiar sólo era el pincel de sus disputas ¿quién se anima a un Tobías y ese terrible pescado en la mano? yo en apariencia en silencio y un poco flotando con mis ángeles pero como ellos de piedra ante un mensaje nuevo lo pinté y me permití algunas bromas íntimas con perros poco bíblicos dragones domésticos fieras para amar pero la belleza que me acompañaba impidió que se ofendieran y permitió que yo tuviera una sonrisa ya nunca saldré de esas discusiones estas charlas por ocultas o ensombrecidas no menos reales algunas de las caras de esas palabras de esas bocas al decir esas palabras ¿pasó a mis cuadros? yo pintaba y lo haría cada vez con más seguridad cada vez más silencioso y más feliz así se empieza a escribir en silencio y feliz dura poco pero sostiene toda una vida y el silencio se convierte en elocuencia para su tranquilidad decidieron que soy dulce déjenme a mí cavar la tumba del que termina admirando y alabando al que anuncia su derrota no quieren aceptar esto nos pasa a todos los que parecemos normales no quieren aceptar nuestras discusiones teóricas somos más tranquilizadores como pintores o como poetas ellos no creen que seremos eternos pero sólo lo seremos con un duro mensaje salí a veces a salvar situaciones aún de mis íntimos los amaba pero ellos tenían olor a mundo y color de épica y yo qué quiere como ese pobre san Filippo Benizzi chi l’a conosciuto chi lo conosce? guardaba una pureza ya se sabe los dogmas los dogmas ayudan a vivir tenía como usted poco más de veinte años y un espantoso temor como con el primer libro toda Florencia me miraría toda la calle Corrientes me miraría y era difícil decirles soy un pintor soy una poeta había que esperar que muchos se borraran me aferré a los pinceles me aferré a lo que se decía en mi casa la secundaria un idioma así se sale no quise pintar no quise escribir sin saber que esa diferente condenaría al barrio que amaron dureza dureza ¡oh, Savonarola, Savonarola, qué mal me hiciste! y es por la palabras que tú dijiste no lo nombran es incómodo pero él siempre estuvo en mi mano en mi pincel y en las virtudes cívicas de esta ciudad en el latido de la ciudad que aún en silencio necesité siempre tanto como a Lucrezia como esta poeta furiosa enemiga de la Contrarreforma que escribe sobre mí porque ama a los que amaron ideas más allá de la conveniencia miserable del momento empezó a verme siendo una muchacha en la gloria de los veranos italianos se despide muy mayor se despide para no volver todavía no sabe que siempre alguien la recordará y volverá a ella son anécdotas amables confundidas con cultura y su verdadera cultura confundida con amabilidad la crueldad de las calles la crueldad de su amor el ruido de mi vida o tal vez para sobrevivir a esa invasión que fue su amor y mi ciudad me eran imprescindibles esas pocas cuadras del convento a casa del colectivo 67 al pasaje Bach de esa calle sola silenciosa por la que volvía a medianoche de estudiar francés me era imprescindible ese camino en la lobreguez del siglo xx menos temible que Villa Cerini en 1957 cada paso lo dábamos usted a la gloria y yo a dormir en una cama de sábanas limpias luché luché aterrada y no renuncié a decir vuelvo de madrugada luché contra el terror de las seis cuadras desde el trole y yo para volver a enfrentar a Lucrezia pinté algunas cosas que el tiempo exigía pero nunca olvidé al maestro ni dejó de guiar mis pasos hasta casa desde la iglesia y ahora el siglo xx descubre que pinté esas ideas ellos eran monjes de la ciudad y eran como nosotros hombres de una cultura de él rescaté el detalle la puntada invisible de los trajes de mi padre que cambiaba según la profesión del cliente como los santos que yo iba eligiendo el diente de león la mano de san Juanito la flor muy detallada la granada puse fantasía en la fantasía las estatuas antiguas venían bien a mis madonas fuertes eternas marmóreas como las virtudes que estaban en mí austero pulcro la poesía que pinto es silencio no oro invasor ¡ay, Savonarola! aún en el fuego dijiste el hombre pasa el lugar de tu fuego no ha pasado el hombre pasa como las nubes pasa menos cuando una mano toca colores o palabras mis sagradas familias piramidales sin adornos ¿no rescataban también tu sueño? el mensaje primero quién está en la cima quién da el mensaje olvidado de poderes y riquezas hombres del tiempo pero como en la resistencia de todo movimiento popular en la sombra que aullaba estaba el mensaje la de mi casa la de aquellos muchachos de mi barrio todos presos en Villa Devoto que mi madre visitaba los miércoles nunca olvidé el comité de la calle Monroe nunca olvidé esa cita a las diez de la noche en el parque Saavedra ahora que escribo poemas que parecen una épica nunca olvidé el río ahora que pinto tablas a dos cuadras de él sonrío más que nunca y más que nunca confío en estos jóvenes el tiempo que tanto necesité y el silencio aún como a Lucrezia buscan un lugar equivocado ése es nuestro triunfo de un siglo a otro las poetas hacen este mismo camino para verme Elizabeth Barrett vendría a descansar en mí del hombre que tenía en su casa a descansar en la claridad de la piedra solemne del Imperio buscan lo que les ha sido negado y lo que a veces las agobia la serenidad y el desafío detrás de la falacia de los reconocimientos cotidianos está el sueño de ser eterno en una ciudad pintar a dos pasos de su casa escribir en nuestra casa serenidad ante la eternidad ese niño que protegés y luego liberarás protegés de la adulación la fantasía y entregás a la realidad a la dureza de los santos a la dureza del amor familiar la inquietud del movimiento detrás de la serenidad el frío de los colores sólo aumenta la dureza del mensaje dicen que desde la hora del nacimiento acompañamos el recorrido del sol y a mí me esperaban grisuras del atardecer cerrazón de noches matices de la luz sobre los que tanto trabajé ¿el horizonte de mi vida fueron los reflejos? siempre se fabula y se inventa el primer aprendizaje aunque toda la vida me rondarán los paradisíacos animales de Cosimo como a otras el primer folletín todo se borrará mi mano mi vida se borrará la vida de ellos pero nunca mi lección en sus cuadros en el 60 los jóvenes se iban de sus casas otro tanto hicimos en el siglo xvi el Francia y yo en la plaza del Grano el sueño del barrio de la Boca para los pequeñoburgueses que soñaban con la clase la calle Arenales para mí porque yo era la clase ya había una forma de solidaridad y he seguido pagando devotamente mi cuota de clase mis padres sus maestros eran ajenos a esa extravagancia las primeras huellas del discípulo en la obra del maestro ¿una herida demasiado larga unas piernas y unos brazos que anuncian otras distorsiones? todos hacemos a nuestros padres y maestros y al amigo del alma una forma de solidaridad de ser iguales hasta en el rechazo vuelan demasiado esos ángeles doblan las piernas sin sentido vuelan como volarán en las madonas que aún no sé que pintaré la vida no nos separará sólo nos distinguirá habrá un toque de cada uno en el otro compañeras del secundario en Saavedra guardamos nuestras marcas ya sin saber dónde estamos mejor así no podríamos hablar guardarán ese toque que crearon juntos de jóvenes para conocerse y en esa primera etapa nadie protege ni es protegido en la que sólo hay que olvidar a los maestros pero buscarse en su espejo único momento de la vida en que el espejo es el amigo ya saben que las tuyas Francia son figuras fuertes tan sólidas que ocultan la expresión y yo siempre con ángeles y árboles retorcidos tributo a ese maestro que ignoran pero de él aprendí y todos buscan su fantasía en mí yo aprendí para siempre nunca repetí con compañeros ni alumnos siguen buscando quién me enseñó a dibujar así quiero que busquen mi sombra en todos mis audaces irreverentes discípulos la que busca el muy joven si todos tienen límites ángulos claros no hay acechanza el mundo no existe o no llega pongamos unas flores para suavizar el duro mensaje de la ortodoxia calmémonos Francia disimulemos yo pongo esta dulzura en la dureza de tus brazos el gesto de tus caras porque te diré la idea precede a la imagen todo puede ser borrado menos mi enseñanza siempre suavizando no quise pintar la dureza que con sólo mirarla se veía en tu camino quise escribir sobre todo el sin destino que me rodeaba me aferré a los pinceles me aferré a lo que mis padres dijeron los hice eternos con mi negación yo un contarreformista verdaderas madres en las que la ley la norma la herencia domina sobre el amor la madre única del hijo único en mi pincel es una madre de comienzos del siglo xx si mi corazón puro se inclinaba hacia la cercana San Marco mi Annunziata me daba el olor a mundo las inquietudes del príncipe pinté algunas cosas que el tiempo exigía pero nunca olvidé al maestro rescaté la mano de san Juanito la única vez que bajó el dedo ya no necesitaba señalar como los dueños mostraba y los gestos y bellezas de hombres angélicos que con la edad abandoné siempre estuve muy cerca del poder debía luchar por virtudes que estaban en mí esos pocos frutales de Poggio a Caiano donde el amor y la muerte tuvieron lo que nunca tendríamos gusto a poder destino de poder el invierno borra los colores profundiza el alma de los tonos el fúlgido rojo se transforma en sangre seca y eterna sin luz ¿quiénes somos? mis amigos pintores se levantaban al alba en los suburbios de Buenos Aires para tener lo único que necesitaban: la luz a algunos les sirvió otros quedaron en el sueño de la nada a qué maestros querían recordar a quiénes quebrar y olvidar y estaban los jóvenes tratados por los mejores con condescendencia y por los más duros con sarcasmo calmémonos Francia disimulemos y mis sagradas familias piramidales sin adornos ¿no rescataban su sueño? el mensaje primero quién está en la cima quién da el mensaje también hablemos de las vírgenes tan madres amantes rasgos duros estrictos antes que amar transmiten legados y órdenes a veces llamados valores para que todos terminen como su hijo en entrega expiación y en su sueño de perdurar pude inclinarme hacia purezas pero la Annunziata con sus menores y toda la ciudad cruzando el Arno para ver el atrio pintado por mí ponía como en un club de barrio de Buenos Aires la ciudad en mis manos y el silencio lo que necesite hasta ahogarme como a Lucrezia que borró de mí cualquier horizonte o tal vez para sobrevivir a esa invasión que fue mi amor más que el suyo me abrigué en mis envolventes paños olvidar olvidar el dinero y por eso sentirse mejor que los otros y cuando la realeza puso en mis manos sus glorias las dejé al pie del trono sin cegarme por sus rayos aunque nunca conocieron a fra Bartolomeo esperaban a otro florentino austero y mis dudas sobre la eternidad los intelectuales deben hablar los pintores sólo negociar colores mi amigo Francia lo dijo en el mural de Poggio a su manera tan fuerte que nadie pudo taparse los oídos ni apartar la vista sólo por mis lecturas pude pintar temas arduos y controvertidos lo que pensé guió mi mano si los artistas ponen significados y significantes en sus obras siempre debe celebrarse la ilusión sólo se los entiende al contestar las preguntas ¿qué leían? ¿qué escuchaban? y siempre mis amigos jóvenes celebro con ellos en una pizzería celebro con ellos con un fernet celebro la ilusión de que no se rindan y para su tranquilidad decidieron que soy apacible no pueden aceptar en todos los que parecemos o posamos de normales nuestros pensamientos somos más tranquilizadores como pintores o como poetas nadie pinta nadie escribe sin un duro mandato era muy joven para ese primer encargo y ese espantoso temor como del primer poema en letra de molde toda Florencia miraría mi tabla toda mi ciudad me juzgaría siempre suavizando no quise pintar la dureza que con sólo mirar se veía en mi camino dicen que fui el tono de la Contarreforma pero yo sólo alenté y cuidé a los dueños del manierismo también les enseñé a ver debajo del gesto reposado pinté escribí por su enseñanza mi enseñanza de la dignidad del obrero sólo elementos claros y nobles estaban los campeones romanos esa grandiosidad esos músculos y estábamos los serenos florentinos con un poder que no nos necesitaba mucho dibujo pocos paños cada uno en su ciudad yo con estos toscanos de boca apretada él con los fastos del papado traje desnudos a mis cuadros y fuera de una belleza fría consagrada como la de nuestro 40 impertérrita inmarcesible que nos parecía solemne y aburrida un guiño a la amistad un guiño al 60 diría esta poeta que escribe sobre mí un guiño a la amistad decía el discípulo mientras machacaba colores oía las disputas sobre el cielo el oficio y de esas palabras Rosso y yo aprendimos más que del dibujo o la composición y supe que debía celebrar sólo la ilusión por eso armé fiestas con la compañía de la Cazzuola yo no era triste sino serio Tántalo en el infierno y yo vestido de algún dios a pocos metros de casa celebraba con ellos un triunfo del arte y la camaradería que nos unía y podía volver al lecho amoroso y a los pinceles que eran la voz del tiempo eterno ni tenía que salir del barrio para entrar en el jolgorio así pasaba en la niñez de esta poeta con la murga de Villa Cerini y las duras palabras a veces inconvenientes y las duras escenas nutrían mi silencio y el de ella yo el tímido de espíritu como esa hija única criada en la dureza de las consignas participé de ese aire de libertad que siempre añoramos a mí me dieron un pincel y a ella un folletín cuando un dueño de la ciudad llegó al papado celebré nuestro triunfo futuro y dominio estaban los pífanos y los laureles hice carros para los nombres de la dinastía que el pueblo y yo creímos nuestros y creí en su memoria cuando se apagaran las fogatas para que volviera con las ojeras de su esplendor en mi mañana de san Juan quien con él iba dirigentes queridos de mi país cómo olvidaron que debían decirle esa canción sólo a los suyos recuerden lo efímero no confíen en el mármol nunca superará a un pueblo feliz en la calle tan lejos del monje estricto que convirtió su ciudad en el nuevo centro a los caídos en fuego y bala no les gustará tanto color y pompa pero sí sonreirán cuando la jerarquía militar que los mató vuelva a comer de la mano de un nuevo poder que no les otorgó la gracia del olvido pinté en la tormenta de esos años en la devoción de la batalla y la memoria sus temas me eran familiares yo caminaba como en una ciudad sudamericana en los 70 entre mis mártires mis santos y mis vírgenes como la visita de esta muchacha del siglo xx me la han ofrecido para que nadie olvide yo pintaba a los que me rodeaban los usaba para otros pero amaba sus rostros y quería que esa belleza de la calle fuera conocida por todos los quería en la historia del arte por eso los convertí en cuadros parece vanidad nunca la tuve pero yo sabía que sólo mi mano como otros saben que sólo su palabra haría que esa belleza a través de los siglos sea de todos y el mal carácter del Pontormo que siempre fue áspero y austero y no escuchó pajaritos me sirvió para un santo que sí conoció la penitencia y habló con los pajaritos y he llegado a la serenidad Lucrezia vos que nunca fuiste serena sino reclamante y furiosa pero yo pinté mi mejor virgen con tu cara y le di a un niño los símbolos del poder como hubiera puesto en tus manos mis pinceles pero yo el tímido sólo los hubiera puesto para lavarlos sólo para lavarlos soy tan florentino en el silencio y la sequedad como ese biógrafo que no me comprendió porque él y yo éramos empacados toscanos hasta que te pinto no virgen ni dama ni mujer de un conjunto sobre vos todo caerá admiré tanto a Rafael que pinté a mi mujer a su manera nunca me expuse tanto nunca me mostré tanto pero después pinté el retrato de un hombre joven y fuerte una cara que no me atormentaba como el rostro de ella con un bloque de piedra en la mano no con el refinamiento de un libro o una partitura no con la belleza aceptada de flores o frutas sino con la piedra de mis ideas la piedra de la memoria del fuego y les dejé esa angustia ¿una piedra rescatada del fuego? ¿una idea que venció a las llamas? ¿la tozudez de un tímido? las llamas se apagan las cenizas vuelan pero la piedra de un obsedido vuelve siempre como la sangre en la historia de mi país sembré mis cuadros de símbolos así no se mira la pintura la granada la rosa caída la azucena representan así no se lee la poesía la narración del cuadro la narración del poema niegan pintura y poesía el rey no se rodeó de sus cuadros fra Bartolomeo dejó envolverse por mis vírgenes hubiera podido ser un compañero de aventuras pero también ellos como los cortesanos sobraban y le faltaba esa mesura tan a menudo confundida con timidez necesitaba nuestra distancia las discusiones en el claustro ese aire que yo llevaba sin gritos ni estridencias porque mi pincel en medio de la gloria el oro y el brillo y aun la belleza de esa corte en la que aprendí la escena de la grandeza llevaba patetismo dolor y la mano de la serenidad siempre la mano clamando en ese destierro aun de lujo sé que se dijo que hay exilios dorados pero debo decirles no es así el destierro o el exilio siempre es dolor siempre es gris color que desconozco tus chales tu collar y el pañuelo colorido en el pelo una garganta perfecta y los hombros un poco redondeados parecés y sos mis vírgenes y como ellas estás impertérrita la belleza del manierismo era artificiosa en los cuadros la tuya era artificiosa en la realidad y como ellas conocés lo que está escrito sabés todo de nosotros dos y no te alterás caerán sobre mí decís los que crean tonos acongojados para no caer en la vulgaridad se muestran felices ese silencio apesadumbrado ese silencio que aísla el dolor ese silencio de los domingos a la tarde en la ciudad extraña es insobornable y no tiene rescate tuve una estación de felicidad cuando reencontré mi patria y a mi mujer y pude pintar la parte más dulce de mis mecenas de esos Medici vivos cuando pinté esos animales raros para ellos ¡un pavo común con sus plumas coloridas! mientras Pontormo ratificaba el eterno devenir de las estaciones el que creíamos el eterno devenir de la dinastía soñando con democracias lejanas no tenía que ver con nuestra ciudad que aun en pasiones totales como la mía vivía para adentro con colores serenos y mensajes mandatos que sonaban para adentro estoy llegando al final y tan sólo se dirá de mí y mi pobre Lucrezia que debió vivir para verse vieja no hay mayor castigo que una belleza envejecida lloró a solas pero no cayó en ridículos afeites ni patéticas ropas juveniles ya no compito pude decir sé quién soy y estoy solo ¿mis amigos y yo hemos cerrado la ciudad? ¿hemos dicho somos los dueños de la maniera? hay generaciones que marcan vivas y aun después de muertas pintan escriben hablan y son un referente molesto yo por suerte morí joven pero ay de los que siguen vivos ay de los cincuentones y sesentones ansiosos que no han logrado un verso ni un cuadro angustiados por el reconocimiento mientras los jóvenes miran para otro lado y era tan fácil más grandeza que esa simple Madonna del sacco siglos después una poeta de Buenos Aires le explicó a un fraile centroamericano que estaba ante una gran gloria de la pintura él se quejaba de la sequedad de los hermanos y asombrado como ante un misterio teológico dijo por aquí paso todos los días para ir a comer ¿y este convento es tan viejo? los hermanos son tan secos tan serios ella le dijo así era él no conocen la verborragia pero mire la dulzura de esos azules mire a esa mujer pobre que está muy cerca de las mujeres de su país y del mío mire el mensaje simple y definitivo de una mujer con sus bultos y un niño esa pintura severa como la prédica y encendida como la pasión ¿no ve en esos bultos la miseria que conoce? tan del mundo que por primera vez Magdalena apoyó su frasquito en el suelo ni él ni yo ni estas queridas poetas que no conoceré necesitaban sagrados óleos somos dueños de nuestra propia absolución y en mis últimos años tuve el sueño de la independencia que prometió esa república estuve en la calle con la milicia de los vecinos y mi mano sirvió para otra cara de la gloria pinté traidores colgados boca abajo y no logré terminar los adornos para las plazas con las banderas de los síndicos después vendrían las interpretaciones le entregué mi ciudad a su protector con ese globo que le da a su primo te regalo el mundo finalmente dos chicos jugando olvidados del castigo de su divinidad lo recordé a él una vez más entregando mi ciudad a sus deseos fui fiel con los poderosos caídos en desgracia no eran los hombres que quería para mi ciudad sino sólo hombres en los que respetaba un compromiso tanto pensé en la muerte pinté durante décadas la muerte salvadora ejemplar entregada que la vi llegar pensando en mis maestros mis amigos mis mecenas morí con la república sentí paz al ser enterrado y luego perdido a dos pasos de mi casa en mi convento no pude pintar mi muerte ésa fue mi única traición en ese claustro dello Scalzo donde pinté pasión y muerte del Bautista acompañado por monjes descalzos como él ásperos con toscos ropajes dejé la imagen de la belleza carnal del deseo para que no olvidaran que fui silencio como estas pocas poetas educadas correctas en la ropa y formales en la mesa y con excesos de juventud que recuerdan con alegría y nostalgia sabiendo que nadie los entenderá deslumbrado por esa belleza esa lucidez de nadie salvo de pocos belleza de algunos santos tan belleza que por ella merecen ser paganos mi mano murió unida a mi ciudad en ella nací en ella morí ésa fue mi gloria soy un viejo pintor mirando pintar a los jóvenes como esta vieja poeta que escribe sobre mí mira escribir a los jóvenes allí estamos acompañamos queremos que sientan nuestra presencia diciendo la pintura existe la poesía existe acompañamos ¿entendemos? no nos pidan tanto una poeta inglesa enterrada en mi ciudad cruzaba el Arno para verme cruzaba el mercado y con cada paso se alejaba más de Londres y encontraba lo que los extranjeros ponen en la belleza de nuestras pinturas la paz la gloria o la libertad nadie sabe dónde estoy yo pero ella tiene un catafalco como esta poeta que me sigue y aun no aprendió a desdeñar las guerras menores a no escuchar a los que sabe poetas olvidables tendrá una tumba de tierra permeable no de olvido ni cenizas tiradas en el cementerio de su ciudad estoy en sus vidas tengo sus poemas estaré en sus tumbas ahí estoy yo búsquenme ahí Trabajo con dudas

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