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Luis Enrique Pascual Duarte

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Luis Enrique Pascual Duarte

DALÍ

Ed. Junta de Castilla y León (Barrio de Maravillas, 2005)


PERSONAJES

DALÍ

TELMO

GALA

DESCONOCIDO


LUNES

Barbería Al centro, un gran sillón giratorio.

A ambos lados, un banco largo de madera.

Espejos. Al comenzar la acción Dalí se alisa los bigotes.

Viste una larga capa negra. Entra Telmo.

TELMO.¿Dónde está el barbero? Bueno... yo soy Telmo, D.-El barbero salió... Bueno.. yo soy Daaalí. Vine a c ortarme los bigotes.

TELMO.-Y yo a ser niño otra vez, DALÍ-¿Pero no se emociona? ¿No aplaude? Vamos, emo c iónese, aplauda, inclínese. ¿Usted no sabe quién es Daaalí?

T.-Pues, mire usted, no.

D.¡Dios mío! ¿Qué pasara con un mundo en el que t odavía existe un ser que no conoce a Daaalí?

TELMO .-¿Qué tiene de malo? Yo sólo sé que vine a ser n iño otra vez.

D.-(Riendo.) ¿Lo ha logrado ya?

T.-Aunque no quiera.

D.-Amigo Telmo.,, TELMO.-¿Recuerda mi nombre?

D.-Hombre... acaba de decirlo.

TELMO.¿Cómo dijo que se llamaba?

D.-Salvador.

TELMO.-Claro. ¿Cómo no voy a recordado? Cuando entré d ijo: El barbero salió... Bueno... yo soy Salvador.

D.-Daaalí.

TELMO.-¿Cómo?

D.-Salvador Daaalí.

TELMO.-Por supuesto. Ahora lo recuerdo perfectamente Cuando entré dijo: El barbero salió. Bueno... yo soy Salvador Daaalí.

D.-No, dije Daaalí. Simplemente, dije Daaalí.

T.-¿C6mo?

D.-Dije: Amigo Telmo... Luego me interrumpió y no m e dejó decirle que en la Cataluña de 1936 es muy d ifícil que alguien logre ser niño cuando ya ha sido v iejo, como usted. En agosto hace calor, la playa es s ensual, la gente se desnuda. Incluso los hombres, Nadie puede ser niño otra vez. Yo, en cambio, p uedo lograr lo que quiera porque soy un genio.

TELMO.-Vamos a ver. Un genio es un genio, pero no es o mnipotente.

DALÍ.-Claro que lo es. Lo que yo no pueda alcanzar en e sta realidad no es todavía un objeto inalcanzable.

Eso, como todo, para mí es muy simple. Un genio p osee una genialidad. Una genialidad te permite c rear todas las realidades que quieras, así hasta e ncontrar en cuál de ellas está el objeto que resul t aba inalcanzable en la realidad de todo el mundo.

¿Entendió?

T.-Bueno, algo.

D.-Vamos a ver. Es muy simple. (Pausa,) Nada, ya se p erdió, no puedo explicarlo otra vez. Sólo sé que de a quella explicación se quedó algo pendiente y es q ue como soy un genio, no tardo nada en encontrar e n cuál de las realidades creadas está el objeto inal c anzable en la realidad de todo el mundo. De tal m anera soy rápido que a veces encuentro lo que b usco en la primera realidad creada. Soy tan genio q ue sé que tendré una amiga llamada Nanita. La a maré, llegaré temprano a sus citas y ella tarde ¿Entendió? Oiga, ¿me deja tutearlo? Nunca te he d icho usted a nadie.

T.-Por supuesto que sí. Pero... no, no entendí muy b ien.

D.-¿Y por qué dijo primero por supuesto que sí?

T.-Ah, por supuesto que sí puede tutearme. Luego d ije que no, que no entendí muy bien.

D.-Pero yo pregunté primero si entendiste y luego lo o tro, así es que debiste responder primero..., en fin, y a sabes.

T.-¿Qué sé?

D.-Nada, no sabes nada. Oye, ¿de dónde saliste?

TELMO.-SUpongo que de mi casa, luego pasé por la f eria, compré pasas y caramelos y luego vine para a cá. Si su pregunta es de dónde salí originalmente, p ues de mi casa, si de dónde salí antes de pregun t arte por el barbero, pues de la puerta. Si usted me h ubiera dicho que el barbero vendría pronto, pues y o hubiera dado por sentado que no iría de la puer t a al sillón sino que también hubiera pasado por ese b anco de los que esperan y hubiera tenido que e sperar, porque yo no soy genio para tomar esta r ealidad y cambiarla como si fuera Dios.

DALÍ.-Yo dije que creaba otras personales, no que cam b iaba esta; no entendiste, definitivamente.

T.-Ese es un tema demasiado complicado para un n iño.

DALÍ.-Tengo un amigo que también quería ser niño otra v ez. En el patio de su casa había un ciprés que yo m ismo planté. Lo abrazaba porque era bello.

T.-¿A su amigo?

DALÍ.-Al ciprés. Bueno, a mi amigo también, pero bello e ra el ciprés. ¿Dónde naciste?

T.Aquí en Cadaqués.

DALÍ.-¿En qué año?

TELMO.-En el año de mil novecientos.

D.-¿O sea, que viste la luz hace treinta y seis años, a quí en Cadaqués?

TELMO.-Así mismo.

D.-¿Tú crees que yo soy un tonto?

TELMO.-¿Por qué usted cree que yo creo que usted es un t onto? Yo no creo eso.

D.-¿Qué es eso de que eres un niño? Ven acá, inclí n ate (Le arranca un cabello.) ¿Ves? ¿Cómo se llama e sto? Cana. Ven acá. (Lo toma por la nuca, lo lleva f rente al espejo y le señala el rabillo del ojo.) ¿Ves? ¿Y e sto sabes cómo se llama? Patas de gallo. Los niños n o tienen canas ni patas de gallo.

T.-Bueno, que no lo es, pero si tranquilamente le d igo que eso de que soy un niño es otra realidad q ue yo he creado, ¿usted me considerarla un genio?

D.(Riéndose) Pobre chiquillo Es verdad que eres un c hiquillo.

TELMO.-Entonces yo no puedo entenderlo y me voy por q ue no hago nada aquí. Nada. No me he afeitado p ero, si el barbero sigue demorándose, me marcha r é. Si usted sigue ahí diciendo cosas que yo no e ntiendo, me marcharé.

D.-NO, ven, no te vayas. Por supuesto que puedes s er un genio.

T.-¿De verdad? ¿Me va a decir el secreto?

D.-¿Qué secreto?

T.-EI secreto para ser un genio.

D.-Primero tienes que creerte genio, y eso también t iene su secreto.

T.-Pues entonces, el secreto para creerse genio.

D.-Ah, es sencillísimo, es cuestión de vaciarte encima u na botella de Agua de Portugal como las que tiene a hí el barbero. Si te interesa mucho, póntela y luego l e pagas. Es un negocio excelente. Supón que estás e n un bar, llega alguien y te propone: mira, en a quella mesa cambian una tiara traída de Tiffani h ace sólo un par de horas por un vestido, no les i nteresa nada más, y el chico que está en aquella o tra cambia un vestido por un cuerpo, pero me ima g ino que tú prefieres la tiara, así es que ya te he s olucionado el problema. Ve con el chico que ofre c e el vestido por un cuerpo, encima es bello, y l uego cambias tu trofeo por la joya. ¿Qué harías?

T.-Quedarme sin la tiara porque no me van los tíos.

DALÍ.-Pero no negarás que es un negocio perfecto en c aso de que te fueran los tíos. Este no es el asunto, d e todos modos. Aquí lo conveniente es acabar de v aciarte encima la botella de Agua de Portugal para c reerte genio.

TELMO.-¿Entonces me creeré genio inmediatamente?

DALÍ .Inmediatamente.

T.-¿Usted se vació agua de esta encima?

D.-Botellas enteras.

T.(Tomando un frasco.) ¿Es fría?

D.-Nunca, se siente divina en el cráneo.

Telmo comienza a echarse el agua encima. Dalí lo inte r rumpe cuando casi ha terminado.

D.-Termina ya... (Pausa.) No existe, muchacho.

TELMO.-¿Qué no existe?

D.-NO existe un secreto para creerse genio.

TELMO .-¿Y dónde está el misterio?

D.-En serlo.

TELMO.-¿Y cómo se hace uno eso?

DALÍ.-Se nace eso.

TELMO.-¿ASÍ como así?

D.-Naces con la estrella.

TELMO.-¿Qué estrella?

D.-Ay, por Dios. ¿Puedes parar de hacer preguntas c omo un jodido gurrumino?

TELMO.-Me engañó.

DALÍ.-Nooo, te dejaste engañar.

TELMO.-Eso me pone triste, me enfada. Me voy.

D.-La verdad sólo la dicen los estúpidos. No lo digo y o, lo dijo San Ignacio de Loyola.

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