Victoria Osteen - ¡Eres excepcional!: 7 maneras de vivir alentadas, empoderadas, e intencionadas

Cuando algo es excepcional significa que es mejor que bueno; es sobresaliente. Lo excepcional se destaca entre la multitud, es extraordinario y es algo digno de celebrar. Tú fuiste creada por Dios para ser excepcional.

La Escritura dice que eres la obra maestra de Dios, formada a su imagen y creada para hacer grandes cosas. Fuiste maravi llosamente creada, con un propósito y un destino que es inequí vocamente tuyo. No saliste de una línea de ensamblaje. Eres un original. Dios te conocía desde antes de que nacieras y Él te diseñó para ser tú misma, única y excepcional.

Pero demasiadas veces perdemos de vista cómo fue que Dios nos creó. No reconocemos los dones y talentos individuales que Dios ha puesto en nosotras. Si no tenemos cuidado, permitiremos que los atributos que Dios nos ha dado queden reducidos en nuestra propia mente haciendo que nos veamos a nosotras mismas meramente como promedio, mediocres o comunes.

Debemos entender que Dios no quiere que seamos ordinarias en nuestra manera de pensar o el modo en que vivimos nuestra vida. Él quiere que seamos excepcionales en todos los aspectos. Dios quiere que esperemos más de nosotras mismas y de Él. Quiere que nos esforcemos por más y que seamos la mejor versión que Él creó.

Cada día es un nuevo día con Dios. Sus misericordia es nueva cada mañana; independientemente de dónde te encuentres o las dificultades que puedas estar atravesando. Dios está a tu lado. Él siempre nos ofrece un nuevo comienzo y un nuevo inicio.

Cuando pienso en los retos y dificultades que he enfrentado, hubo momentos que hubiera podido desalentarme y haberme preguntado: ¿Vale la pena esto? ¿Acaso importa? Pero ahora me doy cuenta de que cuando atravieso los retos con fe, descubro las cualidades excepcionales que Dios puso en mí y aprendo valiosas lecciones en mi vida.

Todas enfrentamos desafíos y situaciones injustas, pero si estamos dispuestas a dar pasos de fe y las ponemos en las manos de Dios, es entonces cuando se produce lo excepcional en nosotras.

He observado que cuando implemento ciertas prácticas y las incorporo a mi vida, siento que estoy entrando cada vez más en mi yo excepcional. He escrito este libro para mostrarte las siete prácticas que hacen que me mueva hacia lo excepcional. Te aliento a que las leas y las pongas en práctica.

Dios nos tiene a cada una en un camino. No hay dos iguales. No obstante, el destino que Dios tiene para todas nosotras es la victoria. Cuando eres fiel con lo que Dios ha puesto en tus manos, y no permites que se vuelva común y ordinario, estás viviendo excepcionalmente. Es mi oración que este libro sea una bendición para ti, que te conduzca más cerca de Dios, y te acerque a la persona que Él creo en ti. Has sido creada maravillosamente.

Vive esta verdad en este día: tú eres excepcional.

T engo un buen amigo llamado Jim, a quien conozco por muchos años. Jim me contó un día una historia que se ha quedado en mi corazón desde entonces. Es la historia de cuando él conoció a su hermana pequeña por primera vez. Jim tenía ocho años. Había sido hijo único durante bastante tiempo y estaba increíblemente emocionado por tener una hermana. Finalmente llegó el día en que su padre apareció en la escuela y lo sacó de la clase para dirigirse al hospital. Mientras su padre conducía por las calles de la ciudad, se estacionó y acompañó a Jim por los largos pasillos del hospital, Jim sentía mariposas en el estómago por la anticipación. Se detuvieron delante del ventanal de un gran cunero. Jim miró a través del cristal y vio filas de pequeños bebés envueltos como si fueran burritos en sus cunas. Una enfermera levantó la mirada y reconoció al padre de Jim. Sonrió y salió del cunero, dirigiéndose hasta donde estaba Jim, y se agachó para ponerse a su nivel. Le puso la mano en el hombro y dijo: “Allí está tu hermanita”, mientras señalaba a la bebé que pertenecía a su familia. Cuando Jim la vio por primera vez, su cara se iluminó de alegría. Allí, al fin, estaba su hermanita.

Mas adelante ese mismo día, reconociendo que conocer a su hermana había causado una fuerte impresión en su hijo, el padre de Jim decidió hablarle a Jim del día en que nació. Se sentó en el sofá al lado de su precioso muchacho; lo miró a los ojos, asegurándose de tener toda la atención de Jim, y dijo: “Jim, cuando tú naciste, tu madre y yo miramos a todos los bebés por un gran ventanal de un cunero, así como tú y yo hicimos hoy, pero sucedió algo diferente. La enfermera nos dijo: ‘Pueden tener cualquier bebé que quieran de este cunero’. Miramos todos aquellos bebés y te escogimos a ti”.