Un libro es el juego más peligroso que
pueda imaginarse. Blas de Otero
No hay enemigo pequeño.
Javier Clemente
Footbal isn't a matter of life and death
— it's much more serious than that.
Bill Shankly, mánager del Liverpool.
Futbolistas como Maradona, Butragueño, Di Stéfano o Valdano; periodistas deportivos como José Ramón de la Morena, José María García o Julio César Iglesias; actores como Alfredo Landa y escritores como Miguel Hernández, Rafael Alberti, Gabriel Celaya, Camus o Nabokov se mezclan en este incalificable y divertidísimo libro en el que Chema Forte pone al descubierto las interioridades del mundo del deporte y las pequeñas miserias de la información deportiva.
El lector podrá descubrir asuntos tan instructivos como la definición de "gañote", el odio que los entrenadores sienten por la prensa deportiva y el modo en que los periodistas deportivos buscan desesperadamente como ganar un sobresueldo. Además, Chema Forte explica la mejor manera en que un futbolista brasileño puede robarle el pasaporte a un cadáver para poder jugar como europeo; todo un ejemplo para las nuevas generaciones.
Formar entreteniendo es la máxima de Chema Forte, que explica cómo se jugaba al fútbol, a vida o muerte, entre las pirámides de Teotihuacán y que describe los más divertidos errores de esos cronistas futbolísticos que padecen una severa incontinencia verbal. El conocimiento que Forte tiene de los más extraños apodos de futbolistas argentinos nos hace pensar que lleva una doble vida.
José María Forte
La imbecilidad minuciosa
Cuaderno de bitácora del periodista deportivo
ePUB r1.0
Verdugol07.07.13
Título original: La imbecilidad minuciosa. Cuaderno de bitácora del periodista deportivo
José María Forte, 2001
Editor digital: Verdugol
ePub base r1.0
JOSÉ MARÍA FORTE. Nacido en Madrid en 1961. Cronista deportivo desde hace mas de 20 años, es una de las voces más conocidas de Radio Nacional de España, uno de los mejores especialistas en baloncesto, y relator de las desgracias (y algunos éxitos) de nuestras selecciones nacionales de futbol y baloncesto.
En su juventud, muy cercana, cometió el error de publicar dos libros de poemas y, después, de escribir otros dos libros de cuentos: "Conversaciones en el patio del manicomio" y "El gusto por lo impreciso", de más éxito en Argentina que en España. Además, es el autor del libro "Zubizarreta, el número uno".
PRÓLOGO
Sostengo la peregrina teoría de que se escribe como se habla: Borges lo hacía todo en solemne de la misma forma que Cela lo hace en contundente o Umbral en vozarrón singular. Pues bien, siguiendo por esta línea, Chema Forte escribe bajito porque, pese a ser "de deportes", Chema no se acelera ni da más voces que las que estrictamente exija el guión profesional de una retransmisión deportiva.
Pero al margen de esta absurda consideración, lo cierto es que a Chema le ha salido un libro hermoso y raro —y eso es seguramente lo mejor, su rareza— difícilmente calificable y clasificable porque puestos a buscar parecidos, se podría decir que tiene algo de Kempis deportivo, algo de Libro Rojo de Mao y mucho —y estoy seguro que esto le va a gustar por su pasión americana— mucho, digo, de Eduardo Galeano.
Esta "imbecilidad minuciosa" es todo, cualquier cosa, menos una imbecilidad y me atrevería a decir que incluso no es en absoluto minuciosa: aquí se mezclan, en una suerte de peculiar maremagno, idas y venidas por la literatura que le gusta a Forte, citas y más citas, muchos recuerdos y muchas reflexiones que en ocasiones utilizan el fútbol y el oficio de periodista deportivo como mero pretexto para ahondar en algo que debe estar más allá que la anécdota: esa cosa que llamamos vida y que el autor la relata desde todas sus esquinas, la ironía, el humor, la ternura.
Hasta hace relativamente poco, en esta España nuestra si eras de izquierdas no te podía gustar el fútbol y si ibas de intelectual, tenías que entrar de tapadillo en los partidos, disfrazado para no ser reconocido. Eso desde fuera, pero desde dentro al que se dedicaba a "deportes" se les suponía una incultura manifiesta y lo que es peor, una escasa curiosidad por todo aquello que no fuera de su mundo.
Naturalmente todos estos tópicos se han ido yendo al garete y como Chema ya se encarga de poner algunos ejemplos, yo me voy a permitir el lujo de poner el único que él no puede: él mismo. Oír a Forte relatando acontecimientos deportivos es gratificante; pero resulta enormemente atractivo cuando lo que te cuenta son sus idas y venidas por las planicies sudamericanas, sus conversaciones fruto de la amistad con escritores, políticos, intelectuales...la pasión que le desborda en ese relato lo convierte en sutil, metafórico, lleno de magia e imágenes.
En el cuaderno de bitácora de este periodista deportivo, compañero y amigo, las cosas están claras: aquí nada hay sólo de Dios o sólo del César, aquí hay un diario de a bordo donde en el Norte o en el Sur confluyen calmas y tempestades, hechos deportivos con vertiente humana y comportamientos humanos comparables con gestas deportivas.
Toda esa mezcla es esta "imbecilidad minuciosa". Toda esa mezcla y mucho más.
Andrés Aberasturi
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Sí, lo confieso, soy periodista deportivo.
Quiero empezar aclarándole que soy periodista deportivo desde hace tanto tiempo que apenas me recuerdo haciendo otras cosas: respirar, aspirar, escribir. Scott Fitzgerald escribió que "no se escribe porque se quiere decir algo; se escribe porque se tiene algo que decir" (o, en otra voltereta estilística, porque se tiene el ordenador estropeado). No tengo la certeza de vivir plenamente esta circunstancia, pero después de acudir a cientos de partidos de fútbol y de leer innumerables tratados sobre la filosofía de los goles, ensayos sobre la importancia de la transpiración en las relaciones humanas y algunas enciclopedias del deporte profesional como simulacro de las verdaderas guerras, siento la necesidad de enfundarme el disfraz de Andrés Niporesas y entablar una cierta relación íntima con usted, lector, sobre quien recaerá la responsabilidad de superar los probables traumas que este libro le puede ocasionar.
Uno de mis traumas de juventud lo provocó la lectura de "La rebelión de las masas", de Ortega, en donde encontré el siguiente párrafo : "sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender. Es el deporte y el lujo específico del intelectual. Por eso su gesto gremial consiste en mirar el mundo con los ojos dilatados por la extrañeza. Todo el mundo es extraño y es maravilloso para unas pupilas bien abiertas. Esto, maravillarse, es la delicia vedada al futbolista, y que, en cambio, lleva al intelectual por el mundo en perpetua embriaguez de visionario". Tal vez, este libro que se dispone a leer sea un modesto puente entre las dos orillas y, quizá por ello, me atrevo a entrar en su vida con la esperanza de recaudar unas cuantas simpatías por esta profesión en decadencia, aunque es cierto que últimamente el fútbol y la literatura van encontrando un camino en común. Cada día son más los libros que hablan con lirismo de la épica de este deporte y son numerosos los intelectuales que, como escribe Javier Marías (hijo del mejor discípulo de Ortega), vuelven a su infancia una vez por semana desde las gradas de un estadio (existen ejemplos anteriores como Miguel Hernández, Rafael Alberti, Gabriel Celaya, Camus y Nabokov, pero son excepciones).