© 2018 por HarperCollins Español
Publicado por HarperCollins Español,
Estados Unidos de América.
Título en inglés: Why I Left, Why I Stayed
© 2017 por Tony Campolo y Bart Campolo
Publicado por HarperOne, un sello de HarperCollins Publishers.
Las citas bíblicas han sido tomadas de la Santa Biblia, Versión Reina-Valera 1960 © 1960 por Sociedades Bíblicas en América Latina, © renovada 1988 por Sociedades Bíblicas Unidas. Usada con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de la American Bible Society y puede ser usada solamente bajo licencia.
Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro podrá ser reproducida, almacenada en ningún sistema de recuperación, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —mecánicos, fotocopias, grabación u otro—, excepto por citas breves en revistas impresas, sin la autorización previa por escrito de la editorial.
Editora en Jefe: Graciela Lelli
Traducción: Eugenio Orellana
Adaptación del diseño al español: Mauricio Díaz
Epub Edition January 2018 ISBN 9780829768114
ISBN: 978-0-82976-805-3
Impreso en Estados Unidos de América
18 19 20 LSC 9 8 7 6 5 4 3 2 1
A nuestros buenos amigos y familiares en todas partes,
quienes se esfuerzan sin cesar por amarse unos a otros
a pesar de las grandes divisiones en materia de fe.
Estamos orgullosos de ser parte de ustedes.
CONTENIDO
Guide
N O SOMOS LA EXCEPCIÓN. Muchos padres cristianos están luchando tanto emocional como espiritualmente debido a que sus hijos han abandonado la fe cristiana. Para algunos, el resultado es tensión, amargura y alienación. A menudo, en el seno de tales familias, las conversaciones razonables y afectuosas son imposibles.
Nuestra familia también ha tenido estas luchas, pero no hemos dejado de hablarnos o amarnos. Nuestra esperanza es que este libro ofrezca un modelo y una forma positiva para procesar lo que ha llegado a ser una crisis común in crescendo, y que también sirva como un foro útil para quienes están luchando con dudas y preguntas sobre la fe cristiana. A veces, discutir estos asuntos francamente entre amigos y familiares puede ser agobiante, y sentirse como una amenaza; no obstante, nosotros creemos que un diálogo como el nuestro puede ofrecer a nuestros lectores la posibilidad de pensar y reflexionar sobre algunos de los asuntos más relevantes de la vida.
En este libro, queremos que veas cómo conversaciones acerca de diferencias desgarradoras pueden conducirse en una manera tal que pueda decirse que tanto un padre cristiano como su hijo humanista prestan atención a la súplica del apóstol Pablo a ser amables, sensibles y a estar siempre dispuestos a perdonarnos en todas las cosas.
Tony Campolo
Bryn Mawr, Pennsylvania
Bart Campolo
Los Ángeles, California
M E SIENTO HONRADA QUE mi esposo y nuestro hijo me hayan pedido contribuir a este libro, aunque creo que no habría sido necesario. La historia de cómo Bart perdió su fe y cómo este cambio afectó tanto su vida como la de su padre contiene mucho dolor y una buena porción de malentendidos. Yo he vivido en medio de ese dolor y esas incomprensiones, amando y admirando a ambos con todo mi corazón.
Nunca me imaginé que ocurriría este cambio en Bart. Cuando niño, era tan afectuoso, atento y amable que muchas veces me preguntaba si no sería que había nacido cristiano, aun cuando sabía que tal cosa no era posible. Cuando niño, nunca fue un muchachito de iglesia. Empezó a serlo en su adolescencia, cuando se integró a un grupo bastante dinámico de jóvenes de una iglesia cercana. Empezó a asistir a estudios bíblicos y a reuniones de oración varios días a la semana. Un día me preguntó si yo había notado algún cambio en su comportamiento. Como dije, Bart fue siempre un buen chico, pero cuando me hizo aquella pregunta, me di cuenta de que últimamente se había vuelto un joven superbueno; y atento, cuando yo necesitaba alguna ayuda o una palabra de aliento. Así que se lo dije. «Excelente», me respondió, «porque ahora soy cristiano y no me habría gustado si no se hubiese notado la diferencia».
A Tony no lo conocí cuando era un niño, pero cuando nos conocimos en la universidad, se notaba la diferencia. Yo estaba deslumbrada por mi esposo antes que nos casáramos. Y después de casados, lo sigo estando. Tony ha estado siempre «ardiendo por Jesús» e incluso cuando era joven se destacaba como un brillante orador que usaba su don para hablar a la gente de Jesús, en quien creía. Con el paso de los años, se hizo más importante para él la predicación y la enseñanza para hablar a los demás del reino de Dios y de cómo hemos sido llamados a unirnos a Dios en cambiar el mundo para que sea lo que él siempre quiso que fuera.
Confieso que esperaba que Tony tuviera suficiente fe para los dos, porque a menudo me asaltaba la duda de que yo fuera en realidad cristiana. Yo no sentía lo que Tony sentía y lo que muchos de nuestros amigos decían sentir, ni oía a Dios hablándome. A veces, sin embargo, la historia de la gracia de Dios me parecía maravillosa, y cuando me enamoré de Tony Campolo me dije que sin duda era una cristiana. Pero, para ser honesta, sé que literalmente deseaba algunas de esas experiencias de creyentes en mi vida porque sabía que solo una cristiana podía ser la esposa de Tony.
Después que nos casamos, Tony se enteró de mis dudas, así es que me dio algunos muy buenos consejos. Si yo vivía en la forma que creía que un cristiano debería vivir, me dijo, Dios se encontraría conmigo. Así es que traté de ser una buena esposa de pastor, preocupándome por nuestra congregación y especialmente buscando la manera de visitar a las ancianas que no podían asistir a la iglesia.
Tony tenía razón. Dios se encontró conmigo... en el cuarto de un hospital donde estaba internada Helen, una anciana a la que había llegado a querer. Helen estaba asustada porque sabía que iba a morir y yo, en mi desesperación por ayudarla, le pedí a Dios que me ayudara. El Espíritu Santo se hizo presente en aquel cuarto y me guió para que ayudara a la anciana a ser consciente de la gracia de Dios y a estar segura del cielo. Desde ese día, Cristo Jesús no ha dejado de ser real en mi vida. Lo que lamento es que ese día había llegado muy tarde para que mis hijos crecieran teniendo a una madre verdaderamente cristiana. Mi hijo tenía diecinueve años, y ya vivía en la universidad cuando Jesús llegó a ser una parte real de mi vida.
Aun en mis tiempos de incrédula, siempre me alegraba cuando Tony llevaba a Bart en sus viajes ministeriales y, como padres, estábamos felices de ver a nuestro hijo desarrollar muchos de los dones que su padre tenía cuando se paraba frente a una congregación. Bart aprendió de su padre a ayudar a que la gente aprendiera a saber quién era Jesús, y parecía como algo muy natural que empezara a asumir el mismo ministerio. Por supuesto, nuestro hijo también tenía sus propios dones. Desde edad temprana se reveló como un gran predicador, pero también se interesaba por ayudar a quienes estaban sufriendo, e instintivamente sabía relacionarse con los pobres o los marginados de la sociedad.
Tony y yo estuvimos encantados cuando Bart se casó con una mujer maravillosa que compartía su amor y preocupación por personas que lo necesitaban. No puedo contar el número de personas vulnerables que Bart y Marty invitaron a vivir en su casa y las horas que dedicaron a este amoroso cuidado. Cambiaron las vidas de muchos, algunos de ellos eran personas que quizá yo nunca habría invitado a vivir con nosotros.
A diferencia de Tony, quien explica en este libro cómo vio el cambio en la fe de Bart, yo quedé completamente aturdida cuando nos dijo que ya no creía en Dios. Después de todo, Dios es amor y yo aún veía a mi hijo amando a la gente, tanto o mejor que nadie que yo hubiera conocido. Me entristecí profundamente cuando en una conversación me di cuenta de que en la mente de Bart Dios no tenía parte, ni en su ministerio ni en el resto de su vida.