CÓMO
RESPONDER
ANTE EL
MALTRATO
JOHN
BEVERE
Caribe Betania Editores es un sello de Editorial Caribe, Inc.
© 2005 Editorial Caribe, Inc.
Una subsidiaria de Thomas Nelson, Inc.
Nashville, TN, E.U.A.
www.caribebetania.com
Título en inglés: How to Respond When You Feel Mistreated
© 2004 por John Bevere
Publicado por Nelson Books
Una división de Thomas Nelson Publishers
A menos que se señale lo contrario, todas las citas bíblicas
son tomadas de la Versión Reina-Valera 1960
© 1960 Sociedades Bíblicas Unidas en América Latina.
Usadas con permiso.
Traductor: Pedro Cruz
Tipografía: A&W Publishing Electronic Services, Inc.
ISBN: 0-88113-884-3
Reservados todos los derechos.
Prohibida la reproducción total
o parcial en cualquier forma,
escrita o electrónica, sin la debida
autorización de los editores.
Impreso en E.U.A.
Printed in U.S.A.
Contenido
Una verdad ignorada
¿H a sido maltratado?
Si su respuesta es «No», ¡quiero que se examine el pulso! ¡Es posible que usted ya no esté entre nosotros! Porque la verdad es que vivir en nuestro mundo caído, roto y pecador es enfrentar múltiples oportunidades cada día para ser maltratado y no recibir el trato justo y apropiado que todos deseamos.
Hay muchas situaciones en las que una persona puede recibir maltrato. Aquí hay algunas posibilidades, estoy seguro que usted puede añadir las suyas a esta lista:
• Si usted es un niño, de cualquier edad, podría tener un padre que constantemente lo critique injustamente.
• O si usted es un padre, podría tener un hijo rebelde o pródigo que le da insultos y desobediencia en vez de amor.
• Podría ser un estudiante que simplemente no puede complacer a un maestro exigente.
• Podría ser una gran empleada, pero no le gusta a su jefe quien quiere sacarla a la fuerza del trabajo, para dárselo a uno de sus amigos.
• Está manejando su auto obedeciendo los límites de velocidad, pero el chofer detrás de usted tiene prisa, le toca la bocina, le hace un gesto obsceno y maldice al pasarle por el lado.
• Usted tiene su propio negocio y trata bien a sus clientes, pero un competidor pone precios más bajos que los suyos y lo acusa de hacer trabajo inferior.
• Ha estado casada quince años, y durante ese tiempo ayudó a su esposo con la universidad y le dio tres hijos. Acaba de decirle que ya no la ama y se quiere casar con una compañera de trabajo.
• Ha servido como diaconisa en su iglesia, pero su pasión es dirigir el coro juvenil. Le acaban de anunciar que el coro será dirigido por la esposa del nuevo pastor.
Estos son solo algunos escenarios. Ciertamente hay miles más. Nadie es inmune. El rico y poderoso lo recibe tanto como el pobre y débil. Algunos maltratos son risiblemente menores. Otras situaciones son horribles, con el poder para destruir la reputación de una persona, y hasta amenazan la vida misma.
Pero ahora déjeme compartir con usted una verdad del corazón de Dios que mucha gente desconoce o decide ignorar: Si permitimos que Dios se encargue de los que nos maltratan, maduraremos y cosecharemos grandes bendiciones. De eso se trata este libro. Si está cansado de la frustración que puede venir del no saber cómo responder al trato pobre que recibimos de otros, usted está listo para una maravillosa revelación: Dios ve su sufrimiento, Él entiende su sufrimiento y Él tiene planes para extraerle a esa situación tremendos beneficios para su vida. Pero usted necesita saber cómo Él quiere que usted lo haga. Por ende usted debe ajustarse a Su programa y obedecerlo.
El resultado: madurez, fortaleza y una oportunidad de participar estratégicamente en el avance del reino de Dios. Usted podría no creerme ahora, pero para el tiempo en que termine de compartirle esta increíble verdad de la Palabra de Dios, usted entenderá por qué, cuando el maltrato se cruza en su camino, ese es el momento para lanzar un grito de gozo y danzar con alegría. ¡Es tiempo de fiesta para su alma! Está a punto de ser partícipe de uno de los esfuerzos claves de Dios en esta tierra para demostrar su fidelidad a Sus hijos y para traer grandes victorias sobre los planes maléficos y destructivos del enemigo.
Sin embargo, admito que la forma normal en que mucha gente responde al maltrato es enojarse y buscar la venganza. Vivimos en un mundo donde las intenciones de Dios han sido torcidas, algunas veces al punto en que son casi irreconocibles. Una de sus grandes y fundamentales leyes espirituales es la noción de justicia. Construido dentro de nuestro propio fundamento mental y emocional está un fuerte sentido del bien y el mal. Por eso, cuando se nos hace mal, queremos que alguien, de algún modo, arregle las cosas. Con frecuencia pensamos que eso significa nosotros. Estamos equivocados.
Por eso, cuando se nos hace daño, queremos que alguien, en algún lugar arregle las cosas. Con frecuencia pensamos que eso significa nosotros. Estamos equivocados.
Hace algunos años nuestro hijo Addison experimentó una injusticia en la escuela. Lo que pasó y cómo él respondió, revela la clave, aquellos principios que cambian la vida que explicaré en este libro.
No hay nada peor que ver a su hijo ser maltratado. Como padre de cuatro varones, cuando veía a alguno de ellos ser maltratado lo primero que me dictaba la carne era levantarme y arreglar las cuentas.
Ese es uno de esos tipos de respuestas pecaminosas que dicen: «Actuemos primero y hablemos después».
Así es como nos sentíamos cuando nuestro hijo Addison llegaba a la casa día tras día y nos contaba sobre las cosas malas que estaban sucediendo en la escuela. Mi esposa Lisa y yo nos sentábamos cada noche para escuchar a Addison, de nueve años, contarnos historia tras historia de cómo era el objetivo de su maestro. Esto no parecía correcto porque Addison siempre había sido un buen estudiante y asistido a una buena escuela cristiana. ¿Qué podría haber sucedido para poner a nuestro hijo tan quejumbroso y descontento?
Lisa y yo hablamos en privado sobre esto en varias ocasiones. No lo podíamos entender. Addison era todo un niño, pero normalmente no se metía en problemas. Por alguna razón el maestro asumía que si había un problema en la clase Addison era el instigador. Toda la clase podría estar haciendo alboroto, pero cuando llegaba la hora de rendir cuentas, Addison era el único señalado y descargaba sobre él. La mejor respuesta que encontrábamos era que se trataba de un choque de personalidades. Addison y su maestro simplemente no se sobrellevaban. A veces eso pasa.
Oramos por eso con la esperanza de que la situación mejorara, pero no fue así. Dios quiere contestar nuestras oraciones, y eventualmente Él lo hará. Pero tomó un tiempo porque Addison necesitaba aprender de primera mano cómo el Señor quiere que sus hijos respondan al maltrato.
Sin embargo, la paja que rompió la pequeña espalda de Addison ocurrió un día cuando dos de sus compañeros de clase, que se sentaban detrás de él, empezaron a hacer bromas. El maestro estaba de espaldas a la clase, pero cuando dio vuelta para corregir la situación los muchachos rápidamente se callaron. Sin perder un compás, el maestro comenzó a gritarle a Addison. Al igual que todos, Addison detesta las injusticias. Como resultado de ser falsamente acusado de alborotar la clase, su corazón estaba herido.
Addison llegó a la casa esa noche y nos contó a Lisa y a mí lo que había sucedido. Sentados alrededor de la mesa del comedor, sollozó mientras grandes lágrimas de cocodrilo brotaban de sus ojos. Esto era un gran problema para un niño de tercer grado. Como buena madre que es, Lisa lo tomó en sus brazos y lo abrazó, repitiendo muchas veces, «Oh, mi hijo, mi hijo». Me sentí mal también, mientras me rompía el cerebro pensando,
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