Pepe Rubianes - Me voy

PEPE RUBIANES nació en 1947 en Villagarcía de Arousa (Pontevedra). Hijo de marineros, durante toda su infancia escuchó maravillosas historias del mar que le aficionaron a viajar. Su primera actuación teatral fue en 1970 en Un enemigo del pueblo, con Fernando Fernán Gómez, y después participó en El cafè de la Marina, de Josep Maria de Sagarra —aunque su gran debut teatral no fue hasta 1977 con Dagoll Dagom en la obra No hablaré en clase, dirigida por Joan Ollé. Su talento para los monólogos se empezó a forjar con varias obras de teatro como Pay-Pay, Sin palabras o En resumidas cuentas, pero fue con Ssscum (1992) que le llegó el reconocimiento como uno de los mejores monologuistas del país. En 1995 estrenó Rubianes: 15 años, y en 1997 Rubianes, solamente, con la que ya lleva diez años en cartel.

A mis amigos Gil Losada, galaico-catalán como yo, pintor, escritor y humorista; y al padre Juan González, misionero comboniano que en Etiopía me dieron con su trabajo callado y tenaz, en pro del pueblo etíope, toda una lección de dignidad y de vida.

A don Antonio Machado, cuyos versos y biografía me han acompañado en este largo viaje por África. ¡Ha sido un placer, don Antonio, palabra!

Título original: Me voy

Pepe Rubianes, 2007

Diseño de cubierta: Neli Ferrer

Editor digital: KayleighBCN

ePub base r2.1

Este es un libro impresionante y posiblemente irrepetible: un extenso monólogo en el que Pepe Rubianes explica, por primera vez y en exclusiva, aspectos aún desconocidos de su carrera teatral, de su vida, y de su apego irrenunciable a África, así como algunos detalles de la persecución a la que estuvo sometido en los últimos meses después de los conocidos improperios que lanzó contra la unidad de España. ME VOY es un texto sencillo pero también enérgico, una auténtica rebelión contra los fanáticos de extrema derecha, una reflexión extremadamente lúcida sobre la relación entre Cataluña y España, y un ensayo contra las estupideces del sistema y del mundo en el que nos ha tocado vivir. Este libro, pensado y dicho desde Etiopía, refleja la valiente, rebelde y a la vez tierna personalidad de Pepe Rubianes, y su capacidad de hacer de cualquier idea, de cualquier anécdota, una excusa para poner en duda los valores que sostienen nuestra sociedad.

Pepe Rubianes

ePub r1.1

KayleighBCN 21.07.2019

Este libro nació de una manera y se ha hecho de otra. Lo pensamos en Barcelona pero lo hicimos en Adís Abeba. La distancia insalvable que hay entre las dos ciudades es la misma que hay entre lo que tendría que haber sido este libro y lo que finalmente ha sido.

Una mañana radiante de noviembre, en un bar de la Barceloneta y mirando al mar, le propuse a Pepe que contara en un libro la persecución que había sufrido unos meses antes, después de la famosa entrevista que le hizo Albert Om aquel fatídico 20 de enero de 2006. Fue precisamente Albert quien me había dado la idea del libro, en una de las muchas conversaciones que tuvimos acerca de la polémica. Pepe aceptó el encargo enseguida, sin hacerse rogar, sin matices, sin pensárselo. Me escuchaba respetuoso, y atento, fumando como un carretero un cigarrillo tras otro. Al final de la conversación, me dijo: «Mañana me voy a Etiopía. Cuando vuelva, grabamos y hacemos el libro. Me hace mucha ilusión». Lo decía sin rencor, pero con firmeza; parecía un poco harto de todas las mentiras y tonterías que se habían dicho sobre él en aquellos últimos tiempos. «Me voy para desconectar».

Y Pepe se fue, porque Pepe, esté donde esté, se va siempre. Pasaban las semanas y cualquier excusa era buena para no volver. Primero tenía que volver antes de Navidad, después para Año Nuevo, luego ya estábamos en Reyes y Pepe retrasaba la vuelta peligrosamente. Yo le iba llamando, pero su voz ya se había adaptado al ritmo de Etiopía: hablaba más despacio, reía más, y no se olvidaba nunca de preguntarme si en Barcelona había pasado algo importante. Pero antes de que pudiera decirle algo, añadía: «¿Verdad que no?». Y puesto que aquí, efectivamente, no pasa nunca nada, Pepe alargaba indefinidamente su estancia en Adís Abeba, ese sitio maravilloso donde sí pasan cosas importantes.

Hasta que un viernes de enero, le llamé con desesperación y le dije que si no volvía inmediatamente no haríamos el libro. Se quedó en silencio y me dijo: «Tengo una idea. Ven a Adís Abeba, grabamos aquí, te vuelves, lo transcribes y ya tenemos el libro». Antes de que pudiera responder me dijo: «Yo te lo pago todo y te enseño el país. No te arrepentirás». Me convenció tan deprisa como yo le había convencido a él. Y así fue, compré los primeros billetes que encontré, y el sueño se hizo realidad. O quizá al revés, la realidad se hizo sueño. Porque desde que aterricé en Adís Abeba comprobé que la advertencia que me había hecho Pepe era cierta: «Aquí todo es posible». En el centro exacto de la terminal de Bole, es decir, en el centro exacto de la nada, salí perdido y dormido, sin cobertura de móvil y sin ninguna seguridad en nada, y cuando ya pensaba que no encontraría nunca más nada bueno, un grito resonó por todo el aeropuerto: «¡Neeen!». Al fondo se veía al Pepe africano, gesticulando, con su chaleco, la cara morena, la barba de no sé cuántos días, y la sonrisa ya plenamente etíope, con los dientes blanquísimos. De allí nos fuimos enseguida al hotel Ghion, medio casa de Pepe y medio nuestra casa en aquellos días, centro de operaciones y punto de partida de todas las expediciones. Al día siguiente empezamos a grabar el libro, y el lector ya debe haber comprobado hasta qué punto fuimos disciplinados al principio, y habló de su caso, de nuestro país, de las relaciones entre Catalunya y España. Pero grabábamos en la furgoneta, o en medio de la calle, o en la terraza de un bar, y el paisaje de fondo era impresionante, África nos entraba por la ventana a cada momento, los niños aplastaban la cara contra el cristal, o salíamos a hablar con ellos, los burros nos obligaban a parar bruscamente el coche y nos recordaban que estábamos más cerca de la Edad Media que de la maldita Era Tecnológica. A medida que nos invadían los colores, los olores, las sonrisas de la gente, el libro se fue desviando de su propósito inicial, y nos fuimos alejando lenta pero irreversiblemente de lo que tendría que haber sido. Quizá si no hubiésemos ido a visitar el Mercato, el mayor mercado de todo el continente, una maravilla totalmente indescriptible, quizá si no hubiésemos ido a ver a Gil Losada, el héroe que cuida y educa a los niños huérfanos que ha encontrado en medio de la calle, quizá si no hubiésemos visto a los niños sin nada persiguiéndonos felices por las calles, quizá si no nos hubiéramos tropezado con los lagos descomunales o con el cielo alto y majestuoso de las afueras de Adís Abeba, quizá si Teché y Fitum no nos hubieran acompañado a todas partes, como una prolongación de nosotros mismos, quizá si con Toni Coll no hubiésemos descubierto que en cada esquina pasaba algún hecho increíble, quizá si no hubiésemos visto a Pepe haciendo de Pepe y arrancando la sonrisa a todos los niños con el gran número de la pulga, y quizá si hubiésemos sido ciegos o mudos o sordos o todo a la vez, entonces quizá sí, quizá entonces habríamos hablado sólo de nuestro pequeño país. Pero aquí era imposible. Un día, a media conversación, giramos la cabeza y vimos, junto a la carretera, una escena imponente: un hombre sin piernas avanzaba a la altura de los coches, arrastrándose heroicamente como una serpiente, pero hablando con todo el mundo, riendo, y proclamando su alegría a los cuatro vientos. Pepe resumió lo que sentía con la frase exacta: «Aquí la vida me desborda». Y así fue, dejamos que la vida de Adís Abeba entrara también en este libro, que afortunadamente no se ha acabado como había empezado. Exactamente igual que la vida de Pepe Rubianes, exactamente igual que su obra. Y, visto con la perspectiva del tiempo, el llamado caso Rubianes fue muy grave pero totalmente absurdo. Porque perseguir a este hombre, aparte de ser inmoral, es inútil. Pepe es libre. Siempre se va. Siempre se escapa. Por eso siempre gana.