Gracias a todas las personas que luchan por preservar el medio ambiente.
Hola. Me alegro de que estés por aquí. Como puedes ver, soy un animal un poco peculiar. Sí, soy el de aquí arriba. ¿A que no adivinas de qué especie soy? Te voy a dar unas pistas: tengo orejas puntiagudas, un morro alargado, un pelaje muy suave y, si te fijas bien, una esponjosa cola. ¿Ya lo sabes? ¡Muy bien! Soy un zorro. Pero no soy un zorro cualquiera. A ver, más pistas: vivo en la nieve y me gustan mucho los glaciares. ¡Eso es! Soy un zorro ártico.
Me encanta corretear entre la nieve, cazar y sobrevivir a temperaturas bajo cero. De hecho, tengo el récord de resistir hasta -50 ºC. ¡Imagínate cuántas mantas necesitarías!
Pensarás que tengo una vida muy tranquila porque soy un animal. Que me paso el día comiendo, jugando y correteando entre la nieve. Y, por supuesto, durmiendo, con el frío que hace.
Pero mi vida no es tan fácil. Hace poco descubrí que estoy en peligro de extinción. Eso significa que cada vez somos menos zorros árticos. Toda mi familia y mis amigos están preocupados. ¿Cómo es posible? Yo tengo una pequeña pista sobre cuál es el problema.
La gente dice que los zorros somos muy astutos. Estoy de acuerdo. Yo, además, soy bastante curioso y observador. Hace tiempo me di cuenta de que cada vez tenemos más calor.
Sé que cuando llega el calor los niños os alegráis. Es tiempo de vacaciones, de playa, de estar con los amigos y jugar. Pero para los zorros árticos y otros animales que vivimos en zonas frías (como los pingüinos, los osos polares y las focas) eso es una mala noticia.
Si sube la temperatura, nuestro pelaje se vuelve incómodo, tenemos menos tiempo para hibernar y nos debemos cambiar de casa para llegar a zonas más frías. ¡Y cada vez hace más calor!
¿Por qué pasa todo esto? Decidí hace mucho tiempo que tenía que investigar. Pero solo soy un zorro. Así que llamé a mi amiga científica, la doctora Buentiempo. Ella me habló de algo que yo no sabía: el cambio climático .
—Efectivamente, zorro —me dijo, mientras se ajustaba las gafas—. Parece mentira que no hayas oído hablar del cambio climático. Significa que la Tierra se está calentando. Y eso tiene consecuencias terribles.
Sacó gráficos, números, informes, fórmulas... Yo soy un zorro y no estoy acostumbrado. ¡Era muy complicado! Entonces la doctora tuvo una idea brillante para explicármelo: irnos de viaje. Así, veríamos la raíz del problema.
Quizás pienses que un poco más de calor no es para tanto. Pero realmente es un tema muy grave, y los humanos tienen una gran responsabilidad en ello.
—En la Tierra vivimos todos —continuó la doctora—. Y entre todos debemos cuidarla. Acompáñame en este viaje y lograremos salvarla juntos.
Pero para realizar nuestro viaje necesitábamos un medio de transporte adecuado. Por eso, la doctora Buentiempo diseñó un fantástico invento: la bicicleta climática .
Es un medio de transporte seguro, limpio y ecológico. Además, tiene un sistema de navegación único que permite detectar las necesidades climáticas más urgentes y te transporta automáticamente al lugar al que quieres ir.
La doctora Buentiempo hizo los ajustes necesarios hasta que llegó el momento de marchar.
—Todo listo, zorro —me dijo—. He logrado ajustar el aparato con las coordenadas necesarias para el viaje y está todo preparado.
Olisqueé un poco la bicicleta. Nunca antes había visto nada parecido, así que no me fiaba.
—Si te lo piensas tanto, no llegaremos a ninguna parte.
Tenía razón. De un salto, me subí a mi asiento especial. Estábamos a punto de empezar el viaje, rumbo a nuestra primera etapa: la atmósfera.
Cuando subimos a nuestros asientos, la doctora Buentiempo apretó unos botones. Una enorme burbuja de protección nos envolvió y la bicicleta se elevó hacia el cielo.
—¡Allá vamos! —gritó la doctora.
Yo cerré los ojos. Nunca había volado, así que no sabía si tenía miedo a las alturas. Y no me atrevía a comprobarlo.
—¡Venga, zorro! Te estás perdiendo unas vistas preciosas.
Con algo de valentía abrí un ojo. Era realmente hermoso. Vimos bosques, el océano, las montañas, todo desde arriba, y se iban haciendo cada vez más pequeños.
—Oye, ¿qué es eso de la atmósfera? —Había oído hablar de ella, pero no sabía qué era.
—La atmósfera es un envoltorio de gases que recubre y protege la Tierra. —Yo no entendía mucho. Y se me notaba en la cara—. Pero antes quiero contarte una historia:
«Hace mucho mucho tiempo, en una galaxia muy cercana, nació un planeta. Era una enorme bola de fuego, tierra fundida y gases. No había nada parecido a la vida en el planeta. Pasaron miles de millones de años y el planeta se fue enfriando hasta tener agua, plantas y otros seres vivos. Este planeta se llamaba Tierra».
—¿La Tierra era una bola de fuego? —No podía creer lo que me estaba contando.
—Más o menos. Lo importante es que ninguno de esos cambios podría haber ocurrido sin la atmósfera. Gracias a ella respiramos oxígeno, comemos y podemos darnos un baño de vez en cuando.
—¿Y de qué nos protege la atmósfera?
—¡De muchas cosas! Es muy gruesa y está dividida en diversas capas. Cada una nos protege de algo diferente.
Intentaba imaginarme cómo eran esas capas. Nunca había visto ninguna.
—¿Y de qué están hechas estas capas?
La doctora abrió mucho los ojos y sonrió.
—¡Qué buena pregunta! —exclamó y apretó un botón. Salieron unas imágenes de uno de los focos de la bicicleta, como diapositivas en el aire—. En la atmósfera hay partículas de nitrógeno , oxígeno y carbono . Todas ellas flotan por el aire que nos rodea.
—Pues no las veo por ninguna parte.
La doctora se rio y me acarició la cabeza.
—¡Claro que no! Son muy pequeñas. —Señaló las imágenes que salían de la bicicleta—. Fíjate.
Mientras yo miraba las imágenes, la profesora continuó.
—Para nosotros, el más importante es el oxígeno, que respiramos en forma de O2.
—¿En forma de O2?