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¡HOLA!
TE DOY LA BIENVENIDA
A ESTE LIBRO
¿Realmente hace falta dar la bienvenida a un libro? Yo creo que sí, ya que este no es un libro normal como los que estás acostumbrado a leer. Te aseguro que te va a sorprender para bien o, quizá, para mal, pero la sorpresa seguro que te la llevas puesta.
Lo primero, y antes de ir desvelando nada, deja que me presente: mi nombre es Gonzalo y soy el autor de este libro, desde hace algunos años me dedico a compartir momentos con muchas personas a través de Internet. Es fácil acceder a la Red y lo hacemos a diario casi sin darnos cuenta, desde cualquier parte, por eso acompaño a mucha gente en su día a día. Mi intención es que cualquiera que me esté viendo o escuchando pase un buen rato. Normalmente lo hago en la plataforma YouTube —a través de vídeos— o por mis redes sociales —a través de palabras—.
Todo el mundo me conoce como Gona, que es mi nombre de guerra. Si no me conoces y estás leyendo esto, podrás preguntarte de dónde viene ese apodo; pues bien, es una abreviatura de mi nombre, pero quizá no la más común: «GONzAlo». Yo ya me he presentado, ahora te toca a ti. ¿Cómo te voy a decir mi nombre?, te estarás preguntando. Quizá con decirlo en voz alta baste, yo no lo puedo saber, pero, si lo dices, equilibrarás la balanza.
Empieza la acción, no estoy acostumbrado a esto, pero voy a intentar compartir contigo muchos momentos. Este libro puedes llevarlo a muchos sitios, así que no importa dónde estés, o si te sientes triste o alegre. Olvídate de todo, piensa en que al abrir el libro estaremos tú y yo pasando un buen rato.
Ya estamos en la mitad de la página y aún no te he contado nada acerca de su contenido, ¡alucinante! Si has leído el título, a lo mejor te estás imaginando algo. A mí me ha pasado muchas veces que veo una película o leo un libro y pienso: «¿cómo sería todo si yo estuviera allí?». En Hoy somos detectives nos vamos a meter en la piel de unos investigadores por un día. Sí, he dicho «nos», ya que no voy a dejarte toda la diversión a ti, me gustaría que lo hiciéramos juntos.
En esta aventura, te acompañaré como un personaje más e, incluso, hablaré contigo. ¿Te parece raro? ¡Aún no lo has visto todo! Esta historia será interactiva, así que vete preparando algo para escribir, aquí, en tu libro. Los detectives siempre van bien equipados para sus casos y, cómo no, nosotros también lo estaremos.
Ahora te presentaré tu equipo especial de detective. Esto ya va sonando bien, ¿no? Lo primero es lo primero: «la libreta». Tendrás que estar pendiente durante la aventura de muchos detalles, así que anotar alguno de ellos podrá serte útil para cuando tengamos que pensar. No quería adelantarte demasiado, pero no tengo más remedio: el caso se desarrolla en un museo, de modo que también tendremos disponible un plano del edificio para saber dónde estaban los sospechosos, las cámaras, puntos ciegos, etc. Y, por último, esto seguro que lo has visto en alguna película, tendremos bolsas de pruebas, de esas típicas de plástico herméticas; eso sí, te tocará dibujar algunas pistas dentro de las bolsas para que no se nos olviden, ¡no tengas vergüenza de hacerlo!
Esto está a punto de empezar, en las próximas hojas verás el equipo de detective, obsérvalo bien y no te preocupes por acordarte del número de página donde se encuentra, ya que durante la historia pondré algo para que no se olvide. Y, por cierto, a partir de aquí yo no sabré nada, aunque haya escrito el libro: a fin de no tener ventaja encontré una técnica secreta para el borrado de memoria. Quizá, si lo haces bien, al final del libro te cuente cómo lo hago.
-1-
LA LLAMADA
Todavía no has salido de tu asombro tras la noticia que te dieron el día anterior: ¡te habían seleccionado para trabajar en una agencia de detectives! Sí, en una de esas con las que soñabas desde que ibas a preescolar, idénticas a las que salen en los libros y series de televisión.
Para que no se te escapara nada, tienes la dirección grabada en una nota de voz del teléfono móvil, escrita en dos adhesivos pegados en la cartera y en el espacio para la fecha de tu agenda en papel. Además, te presentas con veinte minutos de antelación a la agencia, no está nada mal, pero prefieres aguardar enfrente del portal antes que llegar tan pronto y causar una mala impresión: «Tan malo es retrasarse como adelantarse».
Te sientas en un banco a esperar mientras vigilas ahora el reloj, ahora la puerta de entrada, y así una y otra vez.
Gona, tu compañero de pesquisas, está en la oficina. Mientras tú decides si llamas o esperas, él se dedica a trastear entre los papeles del escritorio. Busca y rebusca hasta que encuentra, al fin, el teléfono de su pizzería favorita. Al marcar los números, empieza a relamerse de gusto pensando en que su ansiada pizza barbacoa estará en pocos minutos sobre su mesa.
—¿Luigi? ¿Estás ahí? —pregunta por el auricular mientras aún suenan los pitidos del teléfono—. ¡Luigi, sé que andas al otro lado, así que deja de hacer el tonto con los pitiditos!
—Buonasera! Al habla Luigi.
—Me cansan tus jueguecitos de sonidos, ya no sé cómo decírtelo…
Las ganas de comer pizza le superan.
—¡Oh! ¡Gona, ya te dije que yo no soy, que ese sonido es el teléfono que todavía comunica! Capisci? —explica pacientemente el pizzero a la vez que agarra su libreta de pedidos.
—Bueno, lo que tú digas, hoy tengo un caso muy importante y necesito energía, ya tú sabes.