Eli Galan - El diario de Isabela
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- Libro:El diario de Isabela
- Autor:
- Editor:Eli Galan
- Genre:
- Año:2016
- Índice:4 / 5
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El diario de Isabela: resumen, descripción y anotación
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El diario de Isabela
Eli Galán
Introducción
En un pequeño barrio pobre de la despampanante ciudad francesa de Reims vive la protagonista de esta historia, Isabela, que con 16 años, tiene que soportar el duro cargo de ver como su madre es cotidianamente prostituida por su padrastro.
Demasiadas caras distintas al día de hombres que esperan en el amplio salón de su casa, deseosos por pasar “un rarito agradable” con su madre…
Día tras día, en el dormitorio al final del pasillo, se escucha el mismo tormento…
Nunca nadie está mentalmente preparado para contemplar a su madre en dicha circunstancia. ¿O a caso una niña de tan solo 16 primaveras sí lo está?
“El diario de Isabela”
Eli Galán
Capítulo 1
Hoy llueve, hace un día gris y frío, el aire huele distinto y las viejas ventanas de mi habitación son bruscamente golpeadas por el tormentoso viento que esta tarde agita Reims.
El reloj de pared marca las 15:00 horas, ese odioso ruido que anuncia cada hora es suavizado por la dulce voz de mi angelical madre, que me avisa para comer.
Rápidamente la respondo y bajo despacito las ruidosas escaleras de madera.
Me siento en la silla justo al frente de mi padrastro, el cual me observa de arriba abajo detenidamente, parando su fría mirada sobre mis senos; acto seguido, le pregunta a mi madre con gran interés mi edad.
Ella le responde con asombro:
-Nuestra pequeña tiene 16 primaveras.
Ambas sonreímos asombradas, ya que este señor jamás ha mostrado ningún interés, ni mucho menos cariño hacia mí.
Nuestras sonrisas se borran al escuchar la horrible respuesta de este hombre.
-Está bastante desarrollada para su edad, hay que buscarle clientela, pues tú ya te estás haciendo vieja, las demás mujeres del oficio se burlan de ti, estás muy usada ya y poco puedes ofrecer.
Mi madre coge mi plato y dándome l mano, me hace comer en la habitación, le ha dado cuerda a la cajita musical, de ella sale una bailarina con un hermoso traje, que gira al compás de la música.
Siempre me ha gustado observarla, hasta el día en el que descubrí que detrás de esa celestial melodía, no había nada bueno.
Mi madre me besa la frente y cierra la puerta.
Ya no tengo hambre, se me quitó en el momento en el que este señor rompió la armonía de la mesa.
Me acuesto en la cama con la mirada fija en la bailarina, que lentamente se va parando, la melodía va silenciándose a la vez que aumenta los escalofriantes ruidos que proceden de la cocina.
Golpes, gritos, llantos, su tortura, mi desesperación…
Estoy cansada de escuchar a diario la misma historia, ya no aguanto más, mi ira me ciega y me obliga a bajar las escaleras para posarme de nuevo frente a ellos, llegué tarde…
Mi madre yace en el suelo golpeada, su esposo, con bastón ensangrentado en mano, no se apiada de ella.
Nace el silencio, hay intercambios de miradas, algunas de rabia y odio, otras de dolor. De nuevo, el silencio se desvanece con el sonido del bastón estampándose contra el suelo y la puerta dando un tremendo portazo con la huida de este ser malvado.
Me arrodillo en el suelo abrazando a mi madre, la cual llora atormentada-
-¿Cuándo se acabará esta tortura, madre?
-Algún día, hija mía, algún día…
Capítulo 2
Son las 17:00 horas, mi madre me ha dado permiso para cruzar hasta el barrio de enfrente para ir a leer.
Nada más cruzar las puertas de la enorme biblioteca, las miradas de la gente se posan en mí.
-¿En qué puedo ayudarte pequeña?- me pregunta la bibliotecaria con una mirada un tanto extraña.
-Deseo leer un libro, señora. ¿Cuál me recomendaría?
-¿De cuántas monedas dispones, jovencita?
¿Monedas? ¿En una biblioteca? No puedo creer que esta hurraca me esté pidiendo dinero para leer un libro, ¡en una biblioteca!
Agacho la cabeza y me voy.
Frustrada, pataleo todas las piedras que me encuentro en el camino, a lo lejos veo mi casa, me voy acercando lentamente mientras sigo pataleando piedras y maldiciendo a esa estúpida hurraca que me ha quitado el derecho de leer en un lugar público.
Al entrar en mi casa, una escalofriante sensación golpea fuertemente todas las zonas de mi cuerpo, hay mucho silencio, es demasiado extraño no escuchar los murmullos de los hombres que en el salón se encuentran habitualmente.
Se oye una voz en la segunda planta de la casa, la voz de una mujer…
Esto es algo que me desconcierta, ¿una mujer?, ¿aquí? Decido resolver mis dudas subiendo las ruidosas escaleras de madera.
En la puerta de la habitación del fondo, está situada una mujer bien arreglada y con una bata blanca, es una doctora.
Cuando me acerco a ella, esta se agacha y me abraza con preocupación.
-¿Qué pasa?
_Todo irá bien
Me responde mirándome con ojos de tristeza, esto me confunde aún más.
Hago mil intentos por entrar en la habitación de mi dulce madre, pero esta señora intenta impedírmelo, me retiene durante unos segundos hasta que gracias a mi cabezonería accedo a dicha habitación.
Nunca imaginé que lo que mis ojos estaban a punto de contemplar, me haría tantísimo daño…
En la enorme cama de matrimonio, se encontraba el cuerpo sin vida de mi madre, al desnudo y repleta de heridas, sangrando abundantemente.
Un hombre con el torso desnudo y el pantalón a medio bajar se escondía tembloroso en una de las esquinas de la habitación, agarrándose la cara con preocupación y balanceando su cuerpo. El esposo de mi madre se encontraba en el marco de la puerta observando con rabia al hombre del torso desnudo, mientras enfurecido, lo maldecía y reprochaba con una increíble frialdad que había destrozado su manera de ganar dinero, parecía que eso era lo único que le preocupaba.
¿Qué era mi madre para él? Tal vez dinero, simplemente una máquina para fabricar dinero.
Mis ojos se nublan al ver a mi hermosa madre, con la mirada yacente, sobre esa sucia cama repleta de sangre.
Mis pensamientos se interrumpen con la llegada de dos policías que tocaban el cuerpo de mi madre y la fotografiaban; poco después, la envolvían en una sábana y la sacaban de allí a hombros. Como si se tratase de un vulgar saco de patatas.
Al hombre de la esquina se lo llevan esposado, mientras que el esposo de mi madre marchaba detrás enfurecido, saliendo acompañado de la doctora.
Yo, mientras tanto, permanezco en mi soledad, sentada en la cama donde se encontraba segundos antes mi madre.
Acaricio los charquitos de sangre postrados en las sábanas, rompo a llorar, mi cuerpo se desploma quedando así totalmente acostada en la cama.
Me estoy ensuciando de sangre, pero el dolor y la rabia que siento hacen que me sea indiferente.
Con la mirada hacia la ventana, contemplo la lluvia impregnándose en los cristales.
A llanto extendido, juro hacer pagar a esta maldita ciudad de Francia todo el sufrimiento que mi madre ha tenido que soportar hasta el último día de su juicio final…
Capítulo 3
Ha pasado un día sin mi madre. Hoy me he despedido de ella, mientras la introducían en una cárcel de mármol, donde jamás volvería a salir. Ya nunca estará aquí junto, a mí.
Sólo estábamos presentes dos personas, la otra era el esposo de mi madre, el cual no hacía más que observar su reloj de bolsillo con un gesto de indiferencia hacia la mujer que estaba enterrando, aunque, en realidad, él ya la había enterrado en vida…
Y yo, que entre llantos y lamentos, la llamaba sin obtener respuesta alguna, intente abrazar su cuerpo, pero las manos de su desalmado esposo me sujetaban por los hombros sin dejarme avanzar.
Sin soltarme, comenzamos a caminar, él mirando hacia delante, con su cabeza bien alta, y yo, observando el suelo.
Caminamos en silencio hasta que decidió abrir su enorme bocaza…
-Sabrás que el dinero no cae del cielo y cómo comprenderás, ahora que tu madre no se encuentra entre nosotros…
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