¿Y tú qué miras?
Mariola Cubells
© Mariola Cubells, 2013
Primera edición en este formato: octubre de 2013
© de esta edición: Roca Editorial de Libros, S. L.
Av. Marquès de l’Argentera 17, pral.
08003 Barcelona
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ISBN: 978-84-9918-683-2
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¿Y TÚ QUÉ MIRAS?
Mariola Cubells
La tele y sus tripas. Sus entresijos. Sus trampas, sus trucos, sus miserias.
La periodista Mariola Cubells se mete dentro de la pequeña pantalla para contarnos, en forma de crónica, todo lo que no se ve en pantalla. El libro recoge frescos de la realidad televisiva, desvela mensajes subliminales y los descodifica para que el espectador sepa qué le están contando, cómo y por qué.
Cubells realiza, con un lenguaje desenfadado —sin sentar cátedra, sin dogmatismos y desde luego sin reñir al espectador por ver lo que ve—, un viaje por las entrañas de la tele, por los despachos, por los platós y por lo que dicen y hacen directivos televisivos como Maurizio Carlotti y Paolo Vasile. El lector entenderá mejor los (des)informativos, se escandalizará con determinados sueldos y costes y ya nunca podrá volver a mirar igual la basurilla televisiva.
ACERCA DE LA AUTORA
Mariola Cubells es periodista. Trabajó durante años en televisión dirigiendo diferentes formatos. Es autora de los libros sobre televisión: ¡Mírame, tonto!, Mentiras en directo y ¿Quién cocina la tele que comemos? Es también autora de Mis padres no lo saben, donde recoge los testimonios de varias personas homosexuales que hablan de su situación actual. Actualmente trabaja con la Cadena SER, en La ventana, de Carles Francino, y colabora con diversos medios de comunicación.
ACERCA DE SUS OBRAS ANTERIORES
«Mentiras en directo es un mazazo, un ajuste de cuentas con los telediarios, el gran hermano que dirige nuestra sufrida relación diaria con el mundo que nos circunda.»
LECTURALIA
«¡Mírame, tonto! merece ser leído para conocer quiénes son las marionetas, quiénes mueven los hilos y cómo se hace en realidad.»
ELLIBRODURMIENTE. ORG
« A noche estaba viendo un programa de televisión, con una especie de moderador errante, que se dirigía a unas cuantas jóvenes sentadas que tenían algún tipo de problema con sus novios. Por lo visto, ellos se habían acostado con las madres de sus novias. Y entonces sacaron a los chicos y todos se pelearon allí mismo, en la tele. Toby, dime una cosa, ¿esta gente no vota, verdad?»
Escena en la serie de televisión El ala oeste de la Casa Blanca (una de las grandes, por cierto) en la que Martin Sheen, el actor que interpreta a un imaginario presidente de EE. UU., conversa con Toby, uno de sus más estrechos colaboradores.
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E s ficción sí, pero es ilustrativa: los grandes estadistas (e incluso algunos catedráticos de Comunicación Audiovisual con los que he compartido mesas redondas, debates…) no suelen ver la televisión y por supuesto se vanaglorian de ello. O al menos no ven las patochadas. Están demasiado ocupados para perder el tiempo con esos programas menores que pueden reunir ante el televisor a un 15 % de la audiencia. Por eso desconocen los lenguajes gruesos, los argumentos estrambóticos, las estupideces y las banalidades que llenan horas de programación y que cada día se tragan millones de ciudadanos en este país. Creen que todo el mundo ve la CNN, que todo el mundo tiene parabólica. Pero no. Así que, respondiendo al protagonista de la serie, sí, esta gente sí vota. De hecho, hay quien obtiene casi todo el estímulo intelectual a través de la tele.
Esa gente conforma los 17.030.000 hogares que hay en España. De esos, 7.507.000 (un 44%) tiene un solo televisor en casa. Y 9.522.000 (el 56%) tiene dos o más. Eso nos deja un saldo de solo 1.000 hogares compuestos, supongo, por tipos y tipas raros que no tienen tele. El 86,6% de la población española la ve una media de cuatro horas y seis minutos. Menos esos mil hogares de raros, claro. Cuento estos datos para dejar claro un hecho: Internet no ha ma-tado la tele, como anunciaban algunos gurús. Lo aseguró Maurizio Carlotti, vicepresidente de Atresmedia, antes Antena 3. «Internet vive de la televisión y no al revés. La red no podrá nunca suplantar a la televisión. El siglo XXI será el siglo de oro de la televisión». La tele sigue presente. Se ve, nos influye, nos alimenta, nos ofende, nos tiraniza, nos alegra… Y la gente que ve la tele, vota. Dicho esto, la realidad, cruda, es ESTA:
Tres de cada cuatro formatos que se estrenan, fracasan. Solo cinco de las trece televisiones autonómicas superan el 5% de share. La TDT no ha cumplido ni una sola de las expectativas que generó. La inversión publicitaria ha caído un 50% (de 3.500 millones a 1.700 millones) en cinco años. Hay un duopolio privado (Mediaset y Atres-media) que se lleva el 55% de la audiencia y el 84% del dinero de los anuncios. Estos dos grandes grupos privados, que obtuvieron unos beneficios de ochocientos millones de euros entre 2008 y 2010, no cumplen prácticamente nunca ni una sola de las normas europeas, ni en horarios infantiles (Telecinco acuñó internamente una bonita expresión: «Operación Herodes», para referirse a su ninguneo del horario protegido), por ejemplo, ni en inversión para cine. Y en ellas existe un descontrol total en publicidad.
Mariano Rajoy ha llevado a cabo una contrarreforma en RTVE y hemos vuelto a los tiempos oscuros que creíamos pasados, con una incontestable injerencia política. Las ruedas de prensa ya no son simplemente sin preguntas, ahora son en plasma. Intereconomía ahí sigue, con sus gatos, sus Cubas, sus enormes conflictos económicos, etc… Ahora ha fichado a “El Bigotes”, porque él lo vale. Somos el único país europeo que no tiene ninguna autoridad audiovisual que regule, controle y ponga freno a los desmanes. Solo Cataluña tiene una. Belén Esteban ha abandonado la tele (al menos mientras escribo este libro, aunque oigo que vuelve en septiembre) y NADIE se ha echado a la calle demandando su regreso o haciendo escraches a los ejecutivos de Telecinco para reclamar su vuelta. La tele low cost, que empezó siendo una nueva manera de producción, que pretendía convivir con el resto, es ya la única tele que se puede hacer. Las cadenas españolas NUNCA emiten esas series tan maravillosas que solo ven los seriófilos, de la HBO, por ejemplo, porque las cadenas españolas suelen pedir a los creadores de ficción, series que entiendan las «señoras de Cuenca»…
Podría seguir así hasta el infierno total, pero voy a parar. Solo quería ponerles en situación para que tengan claro que este libro no va a ser solo alegría, alegría… Para eso ya tienen ustedes todos los libros de autores mediáticos (todos vinculados a Mediaset, qué casualidad) como:
—Lo que me sale del bolo, de Mercedes Milá
—Tienes talento, de Christian Gálvez
—Reír al viento, de Sandra Barneda
—Qué tiempo tan feliz, de Maria Teresa Campos
—Una tienda en París, de Màxim Huerta
—La vida iba en serio, de Jorge Javier Vázquez