La televisión era una mina abandonada y saqueada. El pueblo vivía en permanente zapping. Los mercaderes y los políticos aprovechaban el medio más poderoso de todos los tiempos para vender su mercancía. España entera era una portería. A la televisión no le interesaba la cultura. En su circo no había lugar para los sabios, los filósofos, los intelectuales, los líderes de opinión, los creadores, los poetas, los hombres y mujeres que de verdad tenían algo que contar. En este desolador panorama, en este Apocalipsis de la comunicación, tuve la idea y el placer de grabar una serie de televisión con el escritor Antonio Gala. Se trataba de «Trece noches», un programa a contra corriente que se emitió en Andalucía, con el que pretendíamos reivindicar el diálogo, el pensamiento, la sabiduría. Una mesa, una luz azul, dos hombres, la noche y la palabra eran los únicos elementos con los que se quería atraer la atención del espectador inteligente y sensible, cansado de artificio y basura. Durante trece noches, Antonio Gala y yo dialogamos en profundidad sobre trece temas de ahora y de siempre, como el amor, el dinero, la guerra, los mitos o el paso del tiempo. El resultado es un documento excepcional, imprescindible para conocer de cerca y a fondo a uno de los más brillantes intelectuales españoles del siglo XX.
Jesús Quintero y Antonio Gala
Trece Noches
ePub r1.2
FLeCos 14.08.2015
Título original: Trece Noches
Jesús Quintero y Antonio Gala, 1999
Retoque de cubierta: FLeCos
Editor digital: FLeCos
ePub base r1.2
A Joana Bonet Camprubi
Jesús Rodríguez Quintero (18 de agosto de 1940, San Juan del Puerto, Huelva) es un periodista, director y presentador de programas de radio y televisión español, conocido en los medios como Jesús Quintero.
Periodista, director y presentador de prestigiosos programas de radio y televisión que han supuesto importantes hitos en la comunicación, colaborador de destacadas publicaciones y autor de libros, como Cuerda de presos, publicado en esta misma editorial. Nació en San Juan del Puerto (Huelva). Se inició en Radio Nacional de España, donde desarrolló buena parte de su trayectoria profesional. «El loco de la colina», su programa más emblemático, supuso la mayor revolución en la radio española, a la que aportó un nuevo estilo que ha creado escuela. «El loco» traspasó los límites de la radio para convertirse en un auténtico fenómeno social, cuya fama cruzó el océano y llegó a América. Su primera experiencia televisiva, «El perro verde», trajo a la televisión marginalidad e intimismo y fue un notable éxito de crítica y público. «Qué sabe nadie» lo confirmó como el navegante solitario de una televisión distinta, de autor, imaginativa y profunda. Otros programas en los que ha dejado cumplida muestra de su maestría y de su decidida apuesta por la calidad y el humanismo son: «La boca del lobo», programa donde incorporó al medio televisivo elementos y profesionales del mundo del cine; «El lobo estepario», su última incursión, de momento, en la radio; «Cuerda de presos», programa con el que recorrió más de treinta prisiones y entrevistó a más de cien reclusos, lo que supuso una experiencia inédita hasta entonces en televisión, y «Trece noches», serie de diálogos con el escritor Antonio Gala, de la que nace este libro. A lo largo de su vida ha recibido más de ochenta premios, entre los que destacan el Ondas, el Ondas Internacional, el Rey de España de Periodismo y el Premio a la Originalidad Periodística del Club Internacional de Prensa. El nombre de Jesús Quintero es sinónimo de independencia, originalidad, credibilidad y prestigio. Dentro del mundo audiovisual, forma parte del pequeño grupo de los creadores, de los que entienden la comunicación como un arte. Su inconfundible estilo y sus famosos silencios forman parte de la mejor historia de la comunicación en lengua hispana.
NOCHE PRIMERA: EL AMOR
—Es decir; primero me gustas…
—Luego te quiero y, por fin, te amo.
—Y, cuando pasa el tiempo, al revés: te amo; en realidad, te quiero: pensándolo bien, te estimo bastante, que dicen Les Luthiers…
—Y luego: vete a la calle inmediatamente con tu madre… No, eso no es así.
Creo que una de las primeras veces que vi airado a Antonio Gala fue cuando le pregunté si tenía sida. «Por si tiene intereses personales —me respondió—, le puedo asegurar que no tengo sida y que, además, tengo grandes esperanzas en el sida». Luego me contó que hacía unos días que le habían tenido que hacer un análisis de sangre (por razones de una posible artritis, que resultó que no lo era) y que había aprovechado la ocasión para pedir que le analizaran el VIH, o virus de inmunodeficiencia adquirida. Se había olvidado ya del tema cuando lo llamó el analista para decirle que todo estaba bien y que, por descontado, el VIH había dado negativo. Me contaba Gala que formó un escándalo espantoso. Aquel «por descontado» lo irritó de verdad: «¡Cómo por descontado! ¿No puedo yo ser promiscuo, no puedo ser drogadicto, no puedo tener toda clase de contactos?…». Aquel «por descontado» era, para Gala, como si lo tachasen de la vida. Unos momentos más tarde, íbamos a sentarnos frente a una cámara para hablar del amor, y yo temía que la pregunta hubiese enturbiado el clima, que Antonio se mostrase reservado o a la defensiva, pero no fue así. Estuvo especialmente cálido, ingenioso y, como siempre, brillante.
—¿De qué nace?
—De todo.
—¿Qué busca?
—Todo.
—¿Qué promete?
—Todo.
—¿Qué da?
—Todo.
—Habla usted como si estuviese enamorado.
—Yo siempre he estado enamorado. Me parece que no se puede dejar de estarlo. De una cosa o de otra, de una persona o de otra, de una idea o de otra. Pero el amor, de verdad, es lo que mueve el mundo. Sin él, el mundo se detiene.
—¿Pero qué es el amor?
—Hay muchas definiciones del amor. Diré una, por ejemplo: es el deseo de unión total.
—Dijo Cernuda, refiriéndose al amor, «este inútil trabajo de quererte que tú no necesitas». ¿Puede ser el amor un trabajo?
—Para mí, y para el viejo padre Shakespeare, es un trabajo: trabajos de amor perdidos. Es un trabajo que consiste en ayudar a que una persona se cumpla y se realice, y que al mismo tiempo nos ayuda a nosotros a cumplirnos y realizarnos.
—Le preguntaba antes que de qué nace, y me respondía que de todo. Pero ¿cómo nace? ¿Qué es el flechazo?
—Me gustaría contar un poco el proceso del amor, aunque no todo el mundo lo realiza completo. Hay gente que se para en el primer descansillo y gente que se para en el segundo y gente que llega al tercero. El flechazo es como si tuviésemos todo el mundo por delante. Una persona da un paso al frente, se le ilumina la frente o suena un timbre de alarma, y nos fijamos, nos interesamos en esa persona. Ahí no interviene la voluntad. El flechazo es un puro impulso, es casi un empujón. El verbo que yo aplicaría a ese suceso es el de gustar. Pero eso puede suceder en la calle… Entramos en la casa, a otro lugar, que es ya un dormitorio. Se produce el enamoramiento, que es la segunda fase, y ahí interviene la voluntad como sentimiento, una voluntad un poco maniatada, un poco amordazada, porque el ser está alterado, es decir, hecho otro; está enajenado, es decir, vendido. Y se produce otra subida a la casa común que es el verdadero amor, el estado de amor, que es como un cuarto de estar en que ya la voluntad interviene de una manera decidida, libre. Y aparece la convivencia, ese trabajo del que hablábamos antes. Hay quien sube toda la escalera y hay quien se queda en un rellano o en otro. Pero me parece que ése es el proceso para empezar a hablar.